No soy la villana

Excepto... un recuerdo

Bastién:

Mi madre me había pedido que la vigilara, o bueno, la palabra que había usado era conocerla y acercarme para ayudarla, pero no era más que vigilarla.

- Me han pedido que le traiga sus medicamentos ‒miro a Teo de reojo, asiento, como había estado con ella en los últimos meses antes de despertar, seguro que por eso lo habían dejado aquí.

- Me imagino que te ponen más tareas estando aquí que bajo la supervisión de Frank ‒lo veo asentir mientras ríe bajo, sonrío‒. Es muy bonita, lástima que se hubiese vuelto loca, aunque no la culpo ‒hago una mueca ante el recuerdo de mi infancia.

- No sé, mírala bien Bas, mira cómo se mueve, como se sienta y se comporta ‒frunzo el ceño y hago como me pide, no veía nada raro, ella sentada recta, con los tobillos cruzados, las manos en su regazo una encima de la otra, su mirada en algún punto, la veo mover su mano de manera delicada para retirar un mechón de cabello. Además, la había visto tomando la taza de té‒, cada que la veo, me recuerda a la nobleza, al menos, los vídeos que he visto, no puedo explicarlo bien, pero estar cerca de ella se siente diferente.

- ¿Entonces crees que lo qué dice es real? ‒él asiente, no veo atisbo de duda en su mirada, la veo mirar la taza y suspirar‒. De lo que he aprendido de mi madre, si ella estuviera fingiendo, creo que todo podría ser más errático, pero parece muy tranquila ‒ahora tenía más dudas que respuestas.

- Yo creo que está muy cuerda ‒me entrega los medicamentos antes de irse, me acerco a ella y me siento junto a ella.

- Tus medicamentos ‒digo suave, ella se gira a verme‒. Soy Bastién Dalmau, hijo adoptivo de la doctora Dalmau ‒ella me mira con sorpresa.

- Soy Ly... Darice Amery, pero seguro eso ya lo sabes ‒dice con ironía, ahora veía que lo que me había dicho Teo era verdad, ella se movía de una manera que sólo la nobleza lo haría, era demasiado natural, estaba segura que ni siquiera se esforzaba.

- Sí, mi madre me ha pedido que te ayudé y te adaptes, por aquello de que ambos somos jóvenes ‒ella me mira con detenimiento‒, tengo dos años menos que tú, o sea, dieciocho.

- Vaya, pareces más joven ‒asiento, eso me lo decían seguido.

- Sí, mi mellizo se llevó la edad y todo eso ‒me encojo de hombros, puedo ver el amago de una sonrisa‒. ¿No vas a tomar el té? Se va a enfriar ‒ella niega, toma los medicamentos y se los toma sin agua.

- No me gusta, me recuerda a él ‒hace una mueca‒. ¿Tienes más hermanos? ‒esa pregunta era una clara idea de cambiar de tema.

- Un medio hermano cinco años mayor, unos tres que tú, se acaba de graduar y hace algunas prácticas en la clínica ‒me encojo de hombros.

- ¿No se llevan bien? ‒veo a una de las enfermeras recoger el té, mi madre era muy permisiva con algunos pacientes, como Darice, creo que sentía mucha pena por la vida que había llevado y que la orillo a suicidarse.

- Digamos que no le caemos bien, mi padre engañó a su madre y así nacimos nosotros, siempre nos culpó ‒la veo endurecer su mirada.

- Idiotas culpando a inocentes, suena despreciable ‒el tono duro de su voz me había sorprendido, pero suponía que hablaba desde la experiencia.

- En fin, lo evitamos ‒ella asiente de acuerdo, debía decirle a la enfermera que no le trajeran té de rosas.

 

Darice:

La primera vez que Bastién se acercó y me dijo su nombre, mi corazón había saltado, era igual de alegre y brillante que ese pequeño, pero no era él por más que lo quisiera.

- Veo que te trajeron té de jazmín, es mejor ‒dice Teo dejando las pastillas junto a mi taza.

- Sí, Bas hizo que no me trajeran jamás té de rosas ‒asiente, tomo el frasco y me las tomo, pasa la mayor parte del día aquí afuera, me traía recuerdos del palacio imperial.

- Sabes, yo te creo ‒lo miro con sorpresa‒, llámame loco o no sé, pero creo que todo lo que viviste fue real, pero si quieres salirte de aquí, debes decir lo contrario, si eres lo bastante convincente te sacaran de aquí ‒miro hacia la taza en mi mano.

- No tengo a donde ir, este es tan buen lugar como cualquiera ‒doy un pequeño sorbo a mi té, lo dejó en el platito.

- El doctor Francis tiene una especie de refugio, seguro puede darte una habitación, podrías ayudarlo en su consultorio, eso hago yo además del hospital ‒eso sonaba bien, había sopesado mis opciones, si en Basilic había muerto, ¿a qué cuerpo regresaría? También había pensado en la posibilidad de renacer, pero si no lo hacía en la misma dimensión que ellos, ¿qué sentido tenía todo? Suspiro, quizás sería bueno quedarme aquí y ver que tiene el mundo para ofrecerme.




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