No soy la villana

Nueva vida

Darice:

Bastién venía casi todos los días, tomábamos el té y le contaba de mi vida en aquel mundo, él me creía, me había contado que le llamaba mucho la atención la física cuántica y los multiversos, suponía que eso se debía a las películas de Marvel, me había gustado volver a verlas, y que decir de la música.

- Haré como dicen, le diré a tu madre que he recuperado la razón gracias a ti y a Teo ‒todavía me emocionaba cuando escuchaba su nombre, él era muy amable y siempre estaba al pendiente de mí, como lo habría estado él. Niego, no podía ponerme a llorar, debía ser fuerte si quería salir de ese lugar.

Por la tarde me había reunido con la doctora Dalmau, había ensayado con Bas lo que le diría, había sonado muy convincente, supongo que no me sería tan difícil siendo que había actuado un año como una noble cuando recién llegue.

- Bienvenida, ¿has vuelto a tomar el té con mi hijo? ‒asiento mientras tomo mi lugar.

- La verdad es que él y Teo han sido de mucha ayuda para hacerme ver que al sentirme tan sola, pues había creado a estos personajes, pero la interacción humana no es tan mala, o sea, con personas reales, quizás me estaba constando aceptar eso porque jamás conocí buenas personas, pero Teo y Bas son muy amables, atentos y me hacen reír, algo que pensé que podría hacer porque no había muchos motivos en mi vida para eso ‒continuaba soltando lo que se me venía a la mente, eso haría más creíble que había estado pensando al respecto, ella se compadecería de mí y entendería que en efecto, había creado un mundo para sentirme querida y amada, pero ahora que tenía a dos amigos, pues había cambiado todo.

- Me alegra oírte hablar así, los chicos también dices cosas positivas de tus interacciones con ellos y el resto del personal, muy bien ‒asiento con calma, por dentro sonreía.

Salgo tras terminar mi sesión, entro a mi cuarto y me dejo caer en la cama, saco el pequeño reproductor y los audífonos, me lo había dejado Teo hoy antes de terminar su turno, como él había seleccionado las canciones, no había tristes, sólo movidas o motivacionales, pero era mejor que nada.

Tras una semana más, al fin me dejaron salir con la condición de quedarme en el refugio del doctor Bassols, a lo que había estado de acuerdo, no es como que quisiera volver a esa casa horrible, bueno, si a eso le podíamos llamar casa, no era más que un vertedero de basura.

- Espero que te sientas cómoda, no dudes en pedirme lo que sea que necesites ‒asiento al doctor, me giro a verlo.

- Gracias doctor Frank ‒le sonrío, él niega riendo, había insistido en que debía llamarle Francis, pero me aferré a llamarle Frank y creo que ya se había acostumbrado.

- Hay algunas prendas de vestir en la habitación del fondo, son donaciones, como la mayoría de las cosas que hay aquí ‒me mira apenado.

- No pasa nada, estoy muy acostumbrada ‒me encojo de hombros, en esta vida así era, vivía de la caridad de otros, jamás tuve algo nuevo, una gran diferencia con Lydie que jamás le hizo falta nada y que estaba rodeada de cosas preciosas y muy caras‒, muchas gracias doctor Frank, ¿mañana a qué hora comienzo con mis tareas?

- A las nueve después del desayuno, te enseñaré a hacer curaciones y suturas muy básicas, siempre hay muchos de esos en urgencias y aunque Teo es enfermero, no es su trabajo, ¿crees que tendrás la fuerza para soportar la sangre?

- No me subestime doctor ‒sonrío de lado bromista, él asiente sonriendo antes de salir.

Suspiro dejándome caer en la cama, tomo mi pequeña mochila y la dejo en la esquina, tenía algunas prendas que me dieron en el psiquiátrico así como el reproductor y una muñeca horrible que me había dado una de las pacientes, era una joven de mi edad, se había perdido en su mente tras sufrir abuso sexual y la muerte del chico que amaba, cuando lo supe no pude dejar de pensar en Étienne, mi amado monsieur, no sé cuánto habrá sufrido, sólo esperaba que fuera feliz.

Niego y tras colocarme los audífonos, enciendo la música y me concentro en escucharla hasta que me quedo dormida.

 

Teobald:

- Buenos días ‒me saluda ella con una sonrisa, lucía un pantalón de mezclilla deslavado junto a una camiseta holgada de Metallica, su cabello castaño claro estaba en una coleta alta, tenía los tenis del psiquiátrico.

- ¿Lista para la acción? ‒asiente mientras bosteza, me daba gusto verla un poco más animada, supongo que empezaba a tomarle cariño debido a que ambos habíamos pasado infancias de mierda, aunque ella se llevaba el premio por mucho, yo había tenido a mi abuela por once años, pero ella nada.

- No me asusta, le dije eso ayer al doctor Frank ‒la miro extrañada‒, ¿a quién?

- Al doctor Francis, le digo Frank ‒se encoge de hombros, asiento mientras caminamos al consultorio, muchas personas llegaban ahí, más que nada indigentes, inmigrantes ilegales y algunas veces, criminales que no podían ir a otro lugar, siendo un hospital comunitario, era normal verlos.

- Hola Teo, Darice ‒dice el doctor muy alegre, le pide a Darice que se acerque y comienza a enseñarle a desinfectar y curar, ella aprendía rápido, para las suturas le enseñaría usando uvas.




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