No soy la villana

Lo que une almas: destino

Darice:

- Te ves muy bien con ese uniforme ‒señala Teo mi quirúrgico, por un mes había practicado en la clínica comunitaria, ahora me habían autorizado a ayudar aquí, en la clínica de la doctora Dalmau, sólo ayudaría en las curaciones y suturas básicas, a pesar de que había aprendido varias cosas, pero no estaba autorizada a hacerlo, al menos no hasta que tuviera un título en medicina o alguna rama de la salud.

- Gracias, se siente raro pero me gusta ‒eso era verdad, me sentía animada desde que volví, sentía que había una razón para seguir aquí.

- Darice, te buscan ‒dice una enfermera que iba pasando, la reconocía, me había atendido después de despertar, era amable y por lo que llevaba en las manos, deducía que estaba muy ocupada‒, recepción ‒es lo último que escucho antes de que desaparezca de mi vista.

- Ya vengo ‒Teo asiente mientras camino a donde me indicó, al llegar veo a dos personas de traje parados hablando con la jefa de enfermeras.

- Darice, te buscan estos caballeros ‒asiento tras acercarme a ellos.

- Buenos días señorita Amery, soy James Wilkes y mi compañero Antony Hamilton, venimos del Instituto de Educación y como comisionados de su antiguo instituto, el Colegio Armstrong ‒siento un escalofrío recorrer mi espalda.

- En vista de todo lo que pasó, y viendo sus excelentes calificaciones, se ha expedido su certificado que corrobora que ha concluido sus estudios ‒me entrega un folder y al abrirlo veo mi boleta de calificaciones así como el certificado, era extraño.

- Además de eso, el Colegio Armstrong ha decidido otorgarle una beca permanente en la carrera universitaria que decida escoger ‒dice el otro hombre.

- ¿Cómo compensación por hacerse los ciegos? ‒los miro alzando un poco mi barbilla, como solía mirar a Bénézet siendo una noble.

- Es su contribución por su situación ‒dice nervioso, sonrío con superioridad, esta era su manera de lavarse las culpas, pero sería tonto desaprovechar esta oportunidad, medicina era algo cara aún con una beca.

- Esta bien, les haré saber los detalles de mi carrera cuando me decida ‒digo de tal forma que dejo este tema zanjado, asienten antes de irse, habían dejado su tarjeta en el folder.

- Menudos idiotas ‒susurra Teo a mi lado, río bajito por su actitud.

- Sería tonto desaprovechar esta oportunidad, ¿no crees? ‒asiente de acuerdo.

- Vamos, hay que ir a urgencias ‒me muestra su localizador, asiento mientras comenzamos a correr.

Nada más llegar oímos que hubo un accidente donde hubo varios heridos, un choque múltiple.

- Por aquí ‒guio a una mujer hasta una camilla para limpiar y suturar sus heridas, había más personas iguales, así que me apresuraría para atender las que pudiera. Al girar veo que todo es un caos, doctores yendo y viniendo junto a las enfermeras, me centro en limpiar y suturar.

- Traigan el equipo ­‒escucho gritar a un doctor, de reojo veo el movimiento del carro rojo, eso quería decir que alguien había caído en paro.

- No puede respirar, doctora Fernsby ‒escucho a otra enfermera hablar, entonces veo a una chica correr. La veo comenzar a tomar materiales para una intubación endotraqueal, la veo batallar un poco al realizar la técnica.

- No sé porque ‒la escucho decir nerviosa mientras maniobra, muerdo mi labio, el doctor Frank me dijo que no podía hacer cosas como esa a pesar de saber hacerla, era buena para aprender las cosas con rapidez. Dejo las cosas en la bandeja antes de ponerme de pie y caminar hacia ella.

- Permíteme ‒le hago señas para que se mueva, ella hace como pido y tomo su lugar, comienzo a realizar el procedimiento con cuidado, tras unos cuantos segundos consigo despejar las vías‒. No le digas al doctor Francis, por favor ‒ella asiente siguiendo con el paciente, vuelvo con lo mío, se había sentido bien, en definitiva, esta sería mi carrera, en algunos años estaría haciendo lo que los otros internos.

 

Teobald:

- Supe que hiciste una intubación endotraqueal y que fue excelente ‒digo cuando la veo sentarse a mi lado.

- Que te puedo decir, tengo un talento natural ‒se encoge de hombros sonriendo con suficiencia, comienzo a reír.

- La modestia aparte ‒ella ríe antes de darle un mordisco a su sándwich.

- Hola, Darice, ¿verdad? ‒me giro al escuchar la voz de alguien, Dar hace lo mismo.

- Sí, eres la doctora de hace rato, ¿estoy en lo correcto? ‒la miramos atentos, llevaba una bandeja‒. Toma asiento por favor ‒ella asiente y hace como pide.

- Sí, soy Rosemund Fernsby, residente de primer año, pueden llamarme Rosie o Rose, o como gusten ‒se sonroja mientras habla, había visto a Darice dar un salto.

- Bueno, soy Darice Amery y él es Teobald Carter, un gusto Rosie ‒la veo de reojo, el nombre había salido con tanto cariño que me había sorprendido, aunque bueno, el mío solía decirlo de la misma forma, suponía que le recordábamos a esa familia que perdió, era comprensible.

Rosie era muy amable y solía ponerse nerviosa en momentos críticos, por eso no había dejado de agradecerle a Dar su ayuda, ella le había restado importancia y dicho que no era nada, que con gusto le ayudaría siempre que el doctor Frank no se enterase, me agradaba que el círculo de Darice se hiciera más grande, ahora no sólo éramos Bas y yo, y no porque me molestara estar con ella ni mucho menos, le había tomado mucho cariño; pero a veces temía que ella intentara buscarlos cometiendo suicidio, así que la llegada de Rosie era más que bienvenida.




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