No soy la villana

Cuento de hadas

Cuento de hadas

Hubo una vez una chica que creció sin amor, siendo lastimada una y otra vez.

Hubo otra chica que creyó ser amada, pero al final fuer traicionada.

Ambas murieron solas, llenas de dolor y con ganas de haber cambiado sus destinos, así, Dios o alguna fuerza les dio el poder de hacer las cosas diferente, y una de ellas luchó por ambas, y aunque al final el resultado fue la muerte, encontró la paz y la felicidad.

Leo la descripción del libro, Bas había decidido ser escritor y se le había ocurrido escribir lo que le relaté, a decir verdad, jamás se me pasó por la mente hacerlo, la verdad es que había tenido bastante éxito, sobre todo porque le había agregado magia y no sé que otros elementos, el título me daba mucha risa: Reencarne como la villana, me parecía un buen título.

Por mi parte, me había graduado de medicina hacia un año, ahora hacia la residencia bajo la tutela de Rosie, quién era titular.

Bas estaba escribiendo su cuarto libro, era un escritor que comenzaba a hacerse reconocido, había conocido a una de sus fans y ahora esperaban su primer bebé.

Teo seguía trabajando como enfermero en ambos hospitales, había conocido a un chico maravilloso con el que se había casado y habían adoptado un bebé, una niña hermosa que había pasado por una dura desintoxicación, la madre había consumido drogas durante el embarazo, así que la bebé sufría por eso.

Rosie además de ser titular, llevaba un tiempo saliendo con Bazyli, nos había sorprendido mucho aquello debido a que él solía ser bastante nefasto la mayor parte del tiempo, pero una vez Rosie le respondió y fue como si quedará flechado, al parecer entre más mal lo trataran, más le gustaba la persona. Y pensar que Rosie había estado de mal humor esa mañana, quién lo diría.

Ekene se había graduado como programador web y tenía un master en sistemas computacionales, lo que le permitía trabajar en una gran compañía de tecnología.

- Te preparé la cena ‒sonrío al escuchar la voz de Ekene nada más entrar, me acercó a él y lo beso con amor‒. Ellas esperan a que les des las buenas noches y les leas el cuento de su tío Ba ‒asiento mientras camino al cuarto de las gemelas, había quedado embarazada en mi tercer año de la universidad, había sido duro sí, pero con la ayuda de todos pude terminar, no me arrepentía de nada.

- Mami, mami ‒escucho que me llaman, mis pequeñas tenían dos años y medio, eran tan inquietas y curiosas, y permitía que lo fueran con juegos y múltiples herramientas.

- Mis niñas ‒las alzo y lleno de besos, ellas ríen‒, mi pequeña Roselyn, Elysse, ¿se han portado bien con la abuela? ‒ellas asienten, vuelvo a acostarlas, me siento en la mecedora y tomo el cuento infantil que Bas les hizo: Las pequeñas duquesitas, se había basado en lo que hubieran sido de haber nacido en otra época.

Las veo bostezar antes de quedarse dormidas, las abrigo, beso su cabeza antes de salir, camino a la sala, cuando tenía turnos largos cenábamos ahí, me dejo caer mientras deja el plato de lasaña en mis piernas.

- ¿Día pesado? ‒besa mis labios tras echar mi cabeza hacia atrás, suspiro feliz.

- Un poco, una paciente me vomito encima, muy lindo de ver ‒hace una mueca antes de comenzar a reír, toma su plato y comemos en silencio mientras nos veíamos, no necesitábamos palabras para decirnos nada, aunque bueno, si que tenía algo que agregar.

- Creo que pronto saldrá darán luz verde al programa que hice, estamos en etapas finales, es uno de mis logros más notables ‒sonríe con orgullo, estaba segura de eso.

- Cariño, hay algo importante que debo decirte, pero esperaré a que tragues lo que tienes en la boca o te ahogaras ‒rio bajito ante su cara, cambio a modo serio.

- ¿Pasa algo malo? ‒lo veo tensarse, me pongo de pie y tomo mi mochila, saco una pequeña caja de regalo, tenía una tarjeta con un mensaje.

- Nada de eso, aquí tienes ‒le extiendo la caja y la toma con desconcierto.

- ¿Olvide algún aniversario? ‒su cara de horror era muy graciosa, niego intentando tranquilizarlo.

- Ábrelo y descubre que es ‒me siento a su lado, con cuidado quita el moño y el papel de regalo, cuando lo destapa se queda mudo, se gira a verme sorprendido.

- ¿Es lo que creo que es? ‒asiento antes de que me abrace y bese‒. ¿Hace cuánto lo sabes?, ¿estás bien? ‒sujeta suave mi rostro, asiento.

- Me enteré hoy, justo después de que la mujer me vomitara encima, por lo regular no me da asco, pero me puse a vomitar antes de bañarme, me pareció raro además de que llevó sintiéndome rara desde hace unas semanas, así que me hice un ultrasonido, y ahí tienes, un nuevo bebé ‒sonrío con amor, vuelve a besarme y me dejo envolver por este precioso momento cargado de felicidad.

 

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Gracias por leer hasta el final, y colorin colorado, este cuento se ha terminado.




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