¡No te acerques a mi mami!
—Estoy cansado de que intentes llevártela, no lo permitiré…
—¿Llevarme a quién? —cuestionó el hombre aferrándose a los bordes del colchón.
—A mi mami… te la quieres llevar ¡Y a mí mandarme a un internado! —gritó molesto.
—¿Internado? —rio confundido—. ¿De dónde sacas esas ideas locas?
—Te escuché decirle a mi mamá. Esto no se quedará así, te dije que te marcharas y nos dejarás en paz… eres un mentiroso, ahora, debes sufrir las consecuencias.
—Nico, ¿podemos resolver esto como hombres? —gruñó André suavemente. En su voz había un tono de súplica, pues, lastimosamente, su destino estaba en las manos de ese travieso mocoso de seis años.
—Solo una persona me puede llamar Nico… —gruñó amenazante— y esa es ¡Mi mami! —Acto seguido terminó de empujar su colchón inflable al rio, con él encima.
—¡Nicolás Bardoux! ¡Me las pagarás, mocoso insolente! —amenazó mientras se alejaba rio abajo.
Al escuchar los gritos del hombre, Nico se lanzó al agua, comenzó a salpicar un poco y a gritar más fuerte que él, no iba a dejar que André se llevara su atención. Debía ser él el hombre de su vida, no un extraño loco que quiere mandarlo a un internado, lejos de mamá.