Capítulo 13
«¿Por qué mienten?»
El aire se sentía pesado, cargado de preguntas sin respuesta. Marie, aún aturdida por la aparición de Eleonor, miró a su hijo con preocupación. Nico, por su parte, parecía más confundido que nunca. Sus pequeños ojos, siempre tan llenos de determinación, ahora reflejaban una mezcla de dolor y desilusión.
—Nico, cariño… —comenzó Marie, extendiendo su mano hacia él, pero el niño la detuvo con un gesto suave.
—Necesito un momento, mami —dijo Nico. Su voz seguía siendo dulce, pero mantenía una firmeza que Marie supo interpretar—. Voy a mi banca del pensamiento.
Su madre asintió, comprendiendo que su hijo necesitaba espacio para procesar lo que acababa de suceder. Sabía que la «banca del pensamiento» de Nico no era más que su viejo columpio en el jardín trasero, el lugar donde él iba cuando necesitaba ordenar sus ideas. Con un suspiro, Marie tomó a Eleonor del brazo y la guio hacia la casa, decidida a obtener respuestas.
Mientras tanto, Nico caminó lentamente hacia su columpio, arrastrando los pies por el camino de piedras. Se sentó, balanceándose suavemente, mientras miraba al cielo. Las nubes parecían moverse más rápido de lo normal, como si el mundo entero estuviera acelerado. Él, en cambio, se sentía atrapado en un remolino de emociones.
Unas que le costaban identificar, incluso luego de leer cientos de libros sobre las emociones humanas.
—¿Por qué papá me mintió? —murmuró para sí mismo, sus pequeñas manos apretaban las cadenas del columpio—. Él nunca mentía… ¿O sí?
En ese momento, André, que regresaba corriendo a su casa después de su extraño encuentro con Marie, notó a Nico sentado solo en el columpio. El niño parecía más serio de lo habitual, algo que no pasaba desapercibido para su vecino. Decidió acercarse, aunque con cautela.
—Hola, joven Nicolás —saludó André, intentando sonar amigable—. ¿Está todo bien? Parece… pensativo.
Nico lo miró de reojo, dudando si debía responder.
André no era su persona favorita en el mundo, pero en ese momento, necesitaba hablar con alguien que no fuera su madre. Alguien que no estuviera directamente involucrado en todo aquel lío.
—Mi tía Eleonor está en casa —dijo Nico luego de unos segundos largos, con un tono que mezclaba incredulidad y frustración—. Mi papá dijo que había muerto, pero está ahí, viva. ¿Por qué me mintió?
André se quedó en silencio por un momento, sorprendido por la revelación. No esperaba que un niño de seis años tuviera que lidiar con algo tan complicado. Se sentó en una banca cercana, manteniendo una distancia respetuosa.
—A veces, los adultos hacemos cosas que no tienen sentido —comenzó a decir, eligiendo sus palabras con cuidado—. Tal vez tu papá pensó que era la mejor manera de protegerte. No lo sé… pero estoy seguro de que no quería lastimarte.
Nico frunció el ceño, balanceándose un poco más fuerte. No estaba del todo convencido, pero las palabras de André le dieron algo en qué pensar.
—¿Y por qué ella desapareció? —preguntó Nico, mirando a su vecino con curiosidad—. Si no estaba muerta, ¿dónde estaba todo este tiempo?
André se encogió de hombros.
—Esa es una pregunta que solo ella puede responder —dijo—. Pero, Nico, una cosa es segura: tu papá te amaba. Y tu mamá también. No dejes que esto te haga dudar de eso. La mayoría de los problemas se resuelven hablando como hombres, y no corriendo de ellos. Aunque, es cierto que, en ocasiones, necesitamos poner nuestras ideas en orden al comienzo.
Nico asintió lentamente, aunque aún se sentía confundido. André se levantó, dándole un suave golpe en el hombro.
—Si necesitas hablar más, ya sabes dónde encontrarme —señaló en dirección a su casa, antes de alejarse, dejando a Nico solo con sus pensamientos.
Mientras tanto, dentro de la casa, Marie y Eleonor estaban sentadas en la sala. El silencio entre ellas era incómodo, pero Marie finalmente rompió el hielo.
—Eleonor, necesito que me expliques qué pasó —dijo Marie, mirándola directamente a los ojos—. Nick dijo que habías muerto en un accidente. ¿Por qué nos dejaste creer eso?
Eleonor bajó la mirada, jugando nerviosamente con las manos. Su mente estaba llena de dudas, de hecho, pasó mucho tiempo dudando de si lo mejor era regresar, o mantenerse en las sombras.
—No fue mi intención lastimarlos —respondió en un suspiro—. Pero en ese momento, no tuve otra opción. Lo hice para protegerlos… y para protegerme a mí misma.
Marie arqueó una ceja, confundida.
—¿Protegernos? ¿De qué?
Eleonor respiró hondo, preparándose para contar una historia que había guardado durante años. Fuera, en el jardín, Nico seguía balanceándose en su columpio, preguntándose si alguna vez entendería por qué los adultos hacían las cosas que hacían.
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hombre de negocios, pequeños genios traviesos, amar otra vez
Editado: 10.02.2025