¡ No te acerques a mi mami !

Capítulo 17 «Podrías no irte»

Capítulo 17
«Podrías no irte»

Las semanas pasaron y el momento había llegado. Eleonor se encontraba de pie en la entrada, con una maleta a su lado y una expresión serena, aunque sus ojos delataban un poco de nostalgia. Marie estaba junto a Nico, una de sus manos descansaba con suavidad en su pequeño hombro en un intento de darle algo de consuelo.

El niño no decía nada, pero era evidente que no estaba del todo contento con la situación. Sus pequeños dedos jugaban con el borde de su camisa, un gesto sutil que solo Marie reconocía como una señal de que estaba tratando de procesar sus emociones.

—Bueno —dijo Eleonor con una sonrisa que intentaba ser animada—. Supongo que este es el momento en el que digo algo inteligente y memorable antes de irme, ¿verdad?

Nico la miró con el ceño fruncido, sin responder de inmediato. —Podrías simplemente no irte —murmuró por fin, sin molestarse en ocultar su descontento.

Su tía suspiró con ternura y se agachó frente a él, tomando sus pequeñas manos entre las suyas.

—Sé que no quieres que me vaya, cariño, y créeme, yo tampoco quiero alejarme de ustedes ahora que finalmente nos reencontramos. Pero hay cosas que necesito hacer, cosas que tengo que entender antes de poder quedarme de verdad.

—Todavía no entiendo por qué no puedes hacer eso aquí. —El pequeño bajó la mirada hacia sus manos unidas.

—Porque a veces, para encontrar respuestas, tenemos que alejarnos un poco y ver las cosas desde otra perspectiva. —sonrió con suavidad, acariciando la piel de sus nudillos con el pulgar.

El chiquillo no respondió de inmediato. Su mente trabajaba con rapidez, analizando esas palabras, buscando la lógica detrás de ellas, intentando encontrar una forma de hacer que la situación tuviera más sentido para él.

—¿Y si no encuentras lo que estás buscando? —preguntó en voz baja, levantando la vista para mirarla a los ojos.

—Entonces, sabré que el lugar donde debo estar es aquí. —Sostuvo su mirada con una ternura infinita. Eso era lo que Nico despertaba en ella y en cualquiera.

Hubo un largo silencio entre ambos, hasta que finalmente Nico asintió con lentitud, como si, aunque no estuviera completamente satisfecho con la respuesta, hubiera decidido aceptarla de todos modos.

Eleonor le dio un último apretón de manos antes de levantarse y mirar a su cuñada.

—Por favor, cuídense mucho. Y tú también, Marie, cuídate a ti misma.

—Lo haremos. Y tú también. —Sonrió con cariño y asintió.

Eleonor tomó aire, mirando una vez más a su sobrino antes de girarse para subir al auto que la llevaría lejos.

Nico no se movió ni dijo nada mientras el vehículo arrancaba y comenzaba a alejarse por el camino. Sus ojos seguían fijos en la parte trasera del auto hasta que desapareció de su vista.

—Volverá antes de lo que piensas, amor. —le frotó el hombro con suavidad.

—Lo sé —dijo Nico, aunque su voz no sonaba completamente convencida.

—¿Quieres hacer algo para distraerte? —susurró Marie soltando un pequeño suspiro. Estaba pensativa, sabía que a su hijo le vendría bien un pequeño cambio de ambiente.

El niño se quedó en silencio un momento antes de alzar la vista con una expresión pensativa.

—Sí… quiero darle otra clase de cocina al señor André.

—¿En serio? —Marie parpadeó, incrédula.

—Sí. No quiero que se olvide de lo que aprendió la otra vez. Sería un desperdicio de esfuerzo si vuelve a quemar una sartén por descuido.

Marie no pudo evitar reírse.

—Está bien, entonces vamos a asegurarnos de que no lo haga.

Cuando se dirigían a la casa de André, este pareció un poco sorprendido de verlos

—¿Ustedes otra vez? —preguntó, apoyándose en el marco de la puerta con una expresión de incredulidad fingida—. ¿Acaso no pueden pasar ni un día sin mi encantadora compañía?

—No sea dramático, señor André —dijo Nico con total seriedad—. Vine a asegurarme de que no hayas olvidado lo que te enseñé sobre cocina básica. —André parpadeó claramente ofendido.

—¿Cocina básica? —intentó encontrar la manera de zafarse de esa pequeña lección de cocina obligatoria.

—Sí. Recuerda que prometiste intentarlo otra vez.

—Oh, sí… eso… —André carraspeó y miró de reojo a Marie, como si esperara que ella interviniera y lo salvara, pero ella solo se cruzó de brazos con una media sonrisa—. Bueno, supongo que no puedo retractarme ahora, ¿verdad?

—No —confirmó Nico con firmeza.

André suspiró dramáticamente y abrió la puerta de par en par. —Está bien, pasen antes de que me arrepienta. —Intentó sonar lo más decente posible, como si la idea de estar demasiado cerca de Marie no lo afectara en nada, lo cual, sabemos que es una terrible mentira.

Cuando entraron a la cocina, Marie se sorprendió al notar que, aunque seguía habiendo cierto desorden, parecía que André había intentado, al menos un poco, seguir con los principios básicos que Nico le había enseñado la última vez.




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