No te aferres

Capítulo 1

Repitiendo Ciclos

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Todos los pasillos del lugar estaban desolados, los árboles alrededor de aquella construcción poco alegre daban una sombra asombrosa que solo pocas personas disfrutaban, el sol estaba a todo su esplendor y se lograba meter a las aulas por medio de las ventanas, todas las almas vivas y con cuerpos se ubicaban en los cuartos de aquel lugar dónde todo el mundo sufría o disfrutaba por tiempos, algunos actualizados a la época moderna estaban en computadoras, muchos otros seguían utilizando libretas y  plumas, y los pocos restantes simplemente no utilizaban ninguna de las dos con la excusa que recordaban todo, aunque claramente era solo una simple mentira para pasar el tiempo haciendo cualquier otra cosa.

A lo lejos, se escuchaban pasos rápidos y el eco de los zapatos estampar contra el suelo solo hacía recalcar la presencia de alguien llegando tarde al salón de clases, ¿y cómo no notarlo? Todos se encontraban en clases y el edificio era un desierto poco cálido para la época, casi se terminaba el tercer semestre de preparatoria y los exámenes estaban a la vuelta de la esquina, la biblioteca estaba atascada (cosa que solo ocurre en épocas dónde tu calificación en el exámen vale más que tu vida) y dentro de los salones estaban todos los alumnos repasando una y mil veces los temas que seguramente olvidarán al entrar a vacaciones o al terminar los exámenes...bueno, todos a excepción de alguien muy reconocida en la escuela y no de la mejor manera.

Dentro de un salón algo escondido del cuarto piso, el sonido de la puerta rechinar hizo que todos los alumnos, incluyendo al profesor, girarán la cabeza al causante de esta dando así a la chica de pelo desordenado gracias al viento que hacía afuera y a la pequeña competencia con el tiempo que tuvo que hacer para llegar (supuestamente a tiempo) a clase, chica de nombre Alia y con cierta fama de llegar tarde a clase cuando menos debía de hacerlo.

Alia Keller, era la pequeña estrella y alegría para algunos de los alumnos de la preparatoria Wister, para los profesores de dicha institución, no lo era tanto. Era identificada gracias a sus calificaciones (y su gran torpeza), su pelo largo y rubio natural (aquello hacía resaltar sus ojos color miel) sin contar que sus labios carnosos llenos de gloss le hacían lucir atractiva. Su forma de vestir no es como muchos se la imaginaban al ser descrita como una chica rubia. Esta siempre andaba con unos Converse negros y sucios, su pantalón siempre estaba rasgado y desgastado combinado con una blusa de tirantes y un sueter viejo y grande que seguramente le había robado a su padre, ¿quién lo diría? Las sudaderas de los hombres tienen más espacio en los bolsillos y eran más cómodas que las de las mujeres y eso nadie se lo podía negar.

ーDe nuevo tarde, señorita Keller.ー La voz monótoma del profesor se hizo escuchar en cuanto la rubia entró al salón aun con la respiración agitada por haber logrado su tiempo récord de su vida en las escaleras en las cuales casi siempre terminaba tropezando. ー Ahora, ¿con qué excusa me vendrá el día de hoy?

ー Si, lo sé, lo lamento, profesor, prometo que será la última vez. ー La dulce voz de la chica se hizo notar junto con la mirada desaprobatoria del adulto a cargo de los 20 alumnos dentro del salón. ー Le juro por mi perro que mi alarma nunca sonó.

Era claro que el profesor no le creyera, pues no era la primera ni sería la última vez en que alguno de sus alumnos dijera aquello, sin comentar de que Alia siempre fue alguien que comúnmente llega tarde, aunque sea por unos minutos, todo el mundo se preguntaba “¿Cómo es posible que viviendo a la vuelta de la preparatoria llegara siempre tarde?”, no había explicación que lo dijese con claridad puesto a que ni ella misma sabría explicarlo con facilidad.

ーEso lleva diciendo desde hace 10 veces que llegó tarde y es la misma excusa de siempre, señorita Keller. ー El contrario sabía que la chica era un caso perdido y que esta seguirá llegando tarde diciendo la misma excusa de la alarma o de su perro y aún más siendo fin de semestre.ー Solo hoy haré una excepción con usted, ya que es buena alumna, pero entrará con falta y la actividad de hoy no se le contará para su calificación, ¿comprende?

Dentro de la institución, las reglas y horarios eran estrictos (al menos si no le agradabas a los profesores) , con un segundo que llegaras tarde, no podías entrar y con dos semanas de inasistencias a clase que acumularass durante el transcurso del semestre te reprobaban automáticamente, para algunos era un infierno. Para suerte de la rubia, aquel profesor ya le daba igual todo, inclusive la vida y trabajo que tenía, por eso dejaba a sus alumnos llegar tarde algunos minutos, tal como aquel momento y todos los anteriores.

Si bien, para Alia era común ser extremadamente puntual, gracias a las normas de su padre, había muchas veces donde la puntualidad no era su fuerte como tal y aquello relataba la mayoría de las veces donde se requería la puntualidad escolar, las cuales sucedían casi siempre.

ーMuchas gracias, profesor ー Una pequeña sonrisa de victoria se hizo notar en sus labios mientras entraba al salón y los demás dejaban de prestarle atención a la chica.

Su mirada se dirigió a la esquina oscura donde siempre se sentaba junto a su pequeño grupo de amigos, al lograr divisarlos, se acercó sin pensar ni un segundo, por el camino arrastró una silla con rueditas y se sentó en esta mientras se acomodaba a lado de Chen, su mejor amigo y de ascendencia china gracias a sus padres, nadie entendía la razón por la cual se mudaron si aquellos mayores solo se quejaban del país del que estaban residiendo actualmente..

El pelo del chico tenía forma de hongo doblado (gracias a un mal corte en la peluquería) y llegaba al ras sus lentes, su sonrisa era cuadrada, y si bien no era atractiva para Alia, muchas chicas adoraban y elogiaban a Chen, gracias a su supuesto atractivo y a que solo se sentaba con su reducido grupos de amigos, varias chicas lanzaban malos comentarios al aire en forma de indirecta o se mostraban celosas por ello, aunque a decir verdad Chen no era tan atractivo como pensaban las demás a tal punto que a veces bromeaban con aquello.




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