No te contengas

10.Un infortunio.

Al volver, llevé a Luca a su casa. Estaba estacionando cuando dio media vuelta y me observó con una ceja arqueada.

—¿Eso es todo? —Sonrió de lado. Apagué el motor.

—¿A qué te refieres?

—Esperaba una comida, una cerveza, un helado de agradecimiento o algo... —Formé una O con mis labios—, pero bueno, entiendo que estés cansada. —Abrió la puerta, volteó y dejo un suave beso en mi mejilla antes de bajar.

Mordí mis labios, ocultando una sonrisa. ¿Qué bicho le ha picado a Luca?

—Luca... —dije sin pensar. Él se inclinó, posándose en la ventanilla.

—¿Sí? —susurró ronco, llevando una de sus manos al bolsillo. Sus ojos brillaron de picardía y luego puso esa sonrisa.

Dios, esa maldita sonrisa igual a la que ponía cuando era niño. Su comisura izquierda se elevaba y entonces su hoyuelo aparecía. Nunca pude olvidarlo... Removí mi cabeza.

—Tenía pensado ir por algo de beber... si quieres... —Me acomodé en el asiento y formé una línea con mis labios mirando al frente.

Vi de reojo sus dientes aparecer tras la enorme sonrisa.

—Acepto tu invitación.

Aparqué frente a Ground Control. Meri me había llevado antes a esa cafetería-bar y me pareció una buena elección ya que era 24hs. Ambos bajamos en silencio y entramos. El lugar lucía bastante retro. Con sus paredes en tonos pasteles y sus mesas de madera labrada posicionadas junto al largo ventanal.

Luca escogió la mesa y me senté en el sillón frente a él. La camarera llegó enseguida.

—¡Buenas noches! ¿Qué les gustaría ordenar?

—Dos batidos está bien...

—¿Qué tragos fuertes tienes? —Luca me observó con los ojos abiertos—. Yo...—Tragué saliva al tiempo que encogí los hombros—, necesito desestresarme un poco de esta noche...

Luca sonrió.

—Trae una botella de lo más fuerte que tengas, por favor.

—Enseguida. —La chica se alejó rumbo a la cocina.

—Un vaso estaba bien.

—Es una noche especial, ¿no crees? Lo amerita después de toda esa locura.

Asentí.

—Y... ¿qué tal ido tu vida durante estos años?

Observé a Luca en silencio durante unos segundos. La camarera trajo una botella de un líquido transparente, y dejó los pequeños vasos a cada lado.

—Luca Brunelli, el señor "dejemos todo en el pasado", ¿me pregunta por mi pasado? —Ironicé.

Luca soltó una risa ronca.

—Si... así parece... —Meneó su cabeza al tiempo que servía las medidas. Sonreí y agaché la vista.

¿Qué podría contarte, Luca? ¿Qué de toda esa pesadilla merecía la pena recordar?

Suspiré.

—Un año después de que te fuiste, mi familia se mudó a Argentina. He vivido allí desde entonces, hasta hace un mes, claro. El cambio fue bastante duro, pero pude hacer amigos y tener una vida tranquila... —Mentirosa—. Pero con el estado de mi abuela, no hubo dudas... había que volver. —Luca asintió—. ¿La tuya como ha ido? —Me llevé el vaso y tomé todo de un solo sorbo. Las manos me habían comenzando a picar, y casi escupo todo al terminar—. ¡Mierda! ¡Si que esta cosa es lo más fuerte! —Sentí un calor ardiente subiendo desde el pecho hasta mi rostro.

Luca jugueteó con los hielos antes de hacer lo mismo. El movimiento de su nuez de adán me hipnotizó por unos segundos.

—¡Uf! No está mal... —Se limpió con el puño, sonriente y respiró profundo—. Al principio, Arlington fue un buen lugar... la perdida de papá fue dura. —Agachó la vista. No recordaba con exactitud ese día, pero si la necesidad que tuve de abrazarlo, de acariciarlo y estar con él en ese momento. Recordé su carita destrozada, con sus ojos rojos y la piel enrojecida de tanto llanto—. Luego vino Erik, y todo mejoró durante un tiempo para nosotros... —Una media sonrisa melancólica afloró de su rostro. Removió su cabeza y volvió a llenar los vasos—. Hablemos de cosas divertidas...

—¿Cómo qué? No hemos tenidos tiempos de diversión últimamente... —Bromeé.

—Cómo tu cara cuando me viste por primera vez de nuevo... —Sonrió tras el vaso, e inclinó su cabeza para beberlo de un tirón.

Mordí mis labios.

—No te reconocí hasta que dijiste tu nombre, así que no te emociones. Mi primera impresión fue: ¡Es un completo idiota!... —Echamos a reír. Imité su accionar y bebí de un tirón.

Debí inclinar mi cabeza hacia atrás y cerré mis ojos con fuerza para pasarlo todo.

—En cambio yo, te reconocí ni bien bajaste de la camioneta... —Soltó volviendo a servir la que parecía ser la tercera ronda asesina de toda mi vida. Me quedé perpleja ante su confesión.

—No, no te creo.

Luca sonrió apoyando sus codos sobre la mesa y reduciendo el espacio entre nosotros. Relamió sus labios y acercó la bebida a sus labios antes de hablar. Pasé saliva.

—Como sea... no fue un accidente después de todo —dijo y bebió.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.