No te contengas

15.Ten cuidado al entrar al bosque.

—No puedo creer que haré esto. —Meri tomó la mano de Chris con fuerza. Hizo fondo blanco y dejó el vaso en la mesa.

—¿De verdad nos meteremos a la penumbra de la arboleda solo por dos coronas?

—Si. Por Hollman —dijo Meri, tomándome por los hombros—. Quitarle la corona será una dulce venganza.

Asentí.

—Por Hollman.

Comenzaron a repartir las linternas y los silbatos. Meri pasó de total seguridad a total desesperación.

—¡La linterna! ¡Dame la linterna! ¡Yo la llevo! —Se la arrebató de las manos a Chris.

—No me explico cómo ganarán si le temes a la oscuridad —bromeó Max, acercándose.

—¡Pues, es obvio! —dijo, agitándola en su mano—. Yo aportaré el 10% a la causa y Chris el 90%. Es lo justo ¿no creen? —Le dio unas palmaditas en su hombro.

—Claro, nena. Tú solo ilumíname... —respondió Chris, blanqueando sus ojos en dirección a Max y a mí.

Los encargados del juego ya estaban distribuidos por el bosque. Sí alguna persona se perdía o tenía un problema, solo debía hacer sonar el silbato y ellos estarían allí en cuestión de segundos.

Por el parlante, continuaron con las instrucciones. Nada de celulares, solo ir de a dos personas y la zona de la costa del lago estaba prohibida por precaución. Cuando nos dieran la señal, todo mundo debería volver a la pista Norte.

Bien. Entraríamos al bosque, buscaríamos un banderín rojo y donde estuviera ¡bingo! estarían las coronas.

Sonaba bastante sencillo, por el hecho de que, según yo, me sabía el lugar de memoria. Cada domingo de pequeña había explorado esos senderos con mi familia. Al fin algo de todo lo inútil que sabía me ayudaba para una causa... ¿importante?

Ok, no. Seguía siendo inútil.

El altavoz sonó y dejó escuchar la campana de largada. En ese mismo momento, todos nos dirigimos corriendo al bosque.

Había muchos senderos marcados por las huellas del tiempo. La vegetación tupida del lugar hacía dificultoso caminar por allí. Algunos rayos de luz nocturna lograban penetrar las copas de los árboles, pero no era suficiente. Los senderos estaban señalados con números y, entre tramo y tramo, había algunos carteles improvisados de papel con indicaciones hacia la salida.

Iba analizando la situación de Tatiana y Luca tan concentrada, que olvidé por completo la presencia de Max. Para cuando di la vuelta, no estaba. Como tampoco la luz de linterna que nos iluminaba.

—¿M-Max? —mi voz salió entrecortada—. Sé qué estás ahí, no seas idiota.

No hubo respuesta.

—¡Max! me voy a matar de un golpe... ¡Vuelve y alumbra! —continúe—. Se la dan de cómicos con Alex hoy, ¿no?

Sentí un crujido de hojas y ramas a mi derecha. Me paralicé por un momento y mi corazón se aceleró. Recobré la calma al escuchar unas risitas. Me asomé, solo eran unos chicos besándose como si no hubiera un mañana. Intenté no hacer ruido ni ser inoportuna, me volví marcha atrás vigilando que no notaran mi presencia. Salí del nuevo al sendero y solté el aire.

—¡Así que estas de mirona! —Max saltó detrás de un árbol. Rompí el silencio en un grito ahogado.

—¡Ah! ¡Hoy sí estás empeñado en darme un infarto! —Me llevé la mano al pecho.

Contuvo sus risas.

—Ya, lo siento...—Alzó los brazos en señal de paz—. Bien señorita, "yo sé todo sobre el bosque" ¿dónde crees que oculten las coronas?

—No lo sé... Tal vez deberíamos ir de la mitad en adelante y abarcar esas zonas.

—Ok, como diga Liv "la exploradora".

—Vamos, payaso.

Seguimos a un buen ritmo a pesar de llevar plataformas. Mis descoordinados pies se habían lucido hasta el momento. Max iba investigando cada pequeño lugar, piedra, tronco y arbusto que se cruzaba, pero no habíamos obtenido nada. La luz de la linterna comenzó a titilar.

—Siempre compran estas baratijas. —Se quejó, dándole unos golpecitos.

—Max, creo que debemos ir por... —Pero no pude continuar. Un chillido muy fuerte, proveniente de los megáfonos acababa con nuestros oídos. Era demasiado agudo y estridente, casi imposible de soportar.

En un fallido intento de resguardarnos, ambos nos pusimos las manos en las orejas y nos agazapamos.

—¡¿Qué mierda es eso?!—Apenas podía oírlo.

Solo moví la cabeza en un gesto de negación; el ruido me hacía estremecer como cuando en una prueba de bandas algo sale mal y ese chirrido desgarrador aparece. De un momento a otro se detuvo. Pero un apagón le siguió, dejando a oscuras todo el predio. Las luces que se veían a lo lejos del bosque habían desaparecido.

—Max, hay que volver... —Me puse de pie. Otra vez no estaba allí.

—¡Max, deja de jugar! —Solté molesta, y esta vez asustada.

No fue para menos. Los gritos comenzaron unos tras otros cortando con el silencio del bosque. Me quedé anclada al piso por unos segundos. Podía sentir mi sangre bombear por detrás de mis oídos. Respiré entrecortado, mi pecho subía y bajaba como loco.




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