No te contengas

28.Los chicos mandan.

Una fuerte ráfaga de viento invadió la costa del lago. La frondosa vegetación comenzó a moverse con ferocidad mientras el rugido de helicópteros ganándose lugar en el cielo inundaban nuestra audición.

Los demás comenzaron a correr hacia el lago. Las grandes máquinas aterrizaron a unos pocos metros de distancia de nuestro campamento.

—Son ellos… —dijo Luca, volteando en dirección a Tatiana que cargaba a Julie en sus brazos.

—¿Podrías? —Me pasó a la niña—. Debo ir. —Tragó saliva y suspiró. Como quitándose algo de encima. Se acomodó su larga coleta negra y caminó hacia ellos.

—Será mejor que todos lo hagamos. Tú no hiciste esto sola. —María se le acercó.

Solo acaricié la cabeza de Julie mirando a mí alrededor confundida.

—Son del DoD. Debemos ir todos. Tranquila, no nos harán daño. Vamos… —Luca tomó mi espalda con dulzura y nos animó a caminar junto a él.

Seguimos por detrás a las muchachas. Unos hombres de traje negro custodiaban los helicópteros, de cuyas puertas bajaban otros más uniformados. Cuando vi a mi padre al lado del Sr. Hollman casi perdí la estabilidad.

—Papá, puedo explicar…—el Sr. Hollman detuvo a su hija alzando la mano. Papá me observó aun en la fila de uniformados, suplicándome con la mirada, pero volteé llorando. No quería verlo a los ojos.

¿Qué mierda tenía que ver en todo esto? ¿De esto hablaban con la abuela?

—Primer ministro de defensa Hollman para usted, Comminatio T032. —Colocó sus manos detrás de su espalda—. ¿Qué excusa piensa poner? Ha quebrantado el código 1, no acatar las órdenes de sus superiores.

Tatiana agachó la cabeza.

—¿Aun cuando estas impliquen un riesgo para la población? —Alex se colocó por delante de Tatiana enfrentando a su padre.

—Con usted ya habrá tiempo para hablar. Se supone que es la persona a cargo y vea en las condiciones que se encuentra. —Lo miró de arriba a abajo—. Me daría vergüenza.

—Y a mí me da vergüenza usted y sus patéticas formas para llevar adelante un cargo para el cuál claramente se encuentra incapacitado.

—Ouch, eso debió doler… —dijo Max, mientras agitó una de sus manos.

—Alex y sus agudas palabras… —Chris meneó la cabeza.

—Adoro su estilo. Ese viejo estirado se lo merecía… —exclamó Iris, apoyándose en el hombro de Meri que no dejaba de verlo.

—Cómo te atreves mocoso de por…—Alex colocó su dedo índice en la boca del Sr. Hollman. Este abrió los ojos de par en par.

—A unos cuántos kilómetros se encuentra la base de nada más y nada menos que los Lercanos. —El rubio cruzó sus manos por detrás de su cuerpo y comenzó a caminar, rodeándolo—, donde, por sí no fuera poco, ya tienen de rehenes a un total de 145 civiles. Personas que supuestamente la policía local… —Giró a mi padre—, se encarga de buscar. O al menos eso le dicen al pueblo. A ellos pueden engañarlos, pero nosotros sabemos que no están haciendo una mierda. Usted… —Se detuvo frente a el Sr. Hollman y aplastó su dedo índice en su pecho—, y nadie más que usted… —Siguió picándolo y comenzó a retroceder. El hombre había cambiado sus facciones, las de superioridad y vanidad ahora eran de miedo—, debería estar avergonzado. ¿Y viene a perder el tiempo regañando a la agente que con esmero y poniendo en riesgo su vida hizo el trabajo sucio que le tocaba? —Tatiana lo miró de reojo aún con su cabeza baja y le sonrió.

Los demás hombres de negro comenzaron a cuchichear entre sí.

—Ay, Alex. No por nada te ganaste el puesto que tienes en la agencia… —Erick Davis bajó del helicóptero aplaudiendo y sonriendo—. ¿Vieron esa labia? La heredó de mí… —bromeó a los demás—. Pero habría que preguntarse... ¿Vino aquí por eso, T032? —Su sonrisa se endureció—. O vino aquí por un par de mocosos buenos para nada, que, cegados por las hormonas femeninas de dos muchachitas, —Volteó a vernos a Meri y a mí—, cayeron como idiotas a manos de los Lercanos siendo ellos dos de los agentes más condecorados del programa.

Alex agachó su mirada apretando sus puños.

—Estúpido… —gruñó Luca, mordiéndose de rabia.

Los hombres de traje que parecían importantes dejaron de mirar a Alex de la misma forma. Erick lo estaba humillando. Lo hacía quedar como un niño.

—Hulk, ¿quiénes son esos viejos? —preguntó Meri siseando.

—Son los del Comité presidencial. Evidentemente saben que es una falta grave lo que hizo Tatiana y María. Vienen a poner orden, sí los Lercanos hubieran atacado, el DoD y el propio país habría quedado en ridículo.

—¿Y están por encima de tu padrastro, el Sr. Hollman y… mi padre? —consulté mientras mi mente ideaba un plan para apoyar a Alex.

—Por supuesto. Ellos deciden lo mejor. Al fin y al cabo, son los consejeros del presidente de los EEUU.

—¿Qué está pasando por esa cabecita? —Iris había logrado conocerme en poco tiempo.

—Bien. Tengo una idea, sostén a Julie.

—¡Ve a por todo, Liv! —gritó Julie en los brazos de Luca.

—¡Liv! ¡Ven acá! ¡Ey! —Luca chisteó, pero seguí adelante.

—Sí le da un ataque de pánico escénico, yo iré por ella… —escuché decir a Max.




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