"El amor y la amistad son las llaves de todas las puertas que el miedo te cerró…valóralos"
No hay un solo día que no despierte sin pensar en mamá y la abuela. No hay un solo amanecer en el que me permita concebir una idea diferente cruzándome por la cabeza. Solo espero que sea donde sea que se encuentren, descansen en paz.
Respiro profundo y trató de quitarme las esposas, pero es inútil. Devuelvo la cabeza a la almohada y trago con un sabor amargo bajando por la garganta.
Han pasado tres meses desde la invasión.
Aquel día donde Lily se proclamó como líder del planeta tierra junto con los suyos: Los Lercanos. Se me eriza la piel al recordar el momento en que la vi frente a nosotros.
Imponente, dueña del mundo y… vacía. Sí. Eso contemplé en sus ojos: vacío. No era mi hermana, era su cuerpo, pero no su esencia. ¿Qué le habrían hecho? ¿Cómo había llegado a obtener esa posición? Aunque era una locura, esa era la realidad.
El suero caía a cuentagotas y viajaba por la vía de mi brazo derecho. En mi muñeca aún tenía atado aun su pañuelo. El mismo que me había dado al volvernos ver. Mis comisuras temblaron.
Luca. No. No. No.
El frío invadió mi sistema y los espamos comenzaron. Mi vista se volvió borrosa, pero distinguí dos figuras entrando a la habitación.
—¡Liv! ¡Liv!
Las voces eran un eco grave mientras perdía la consciencia. Una figura inyectó algo en la vía y cerré los ojos. La tranquilidad volvía a inundarme, dejándome sin sentir nada.
—¿Liv? ¿Estás mejor?
Abrí los ojos, mis párpados pesaban y la luz de los tubos fluorescentes me encandilaron.
—Liv, ¿me escuchas?
Asentí débil.
—Bien —dijo mi padre, quitándome las esposas. Se acercó luego con una bandeja—. Debes comer algo. No vas a creerlo, conseguí…
—¿Alguna novedad? —Interrumpí. No me importaba la maldita comida. No la necesitaba porque había algo mucho más importante que eso. Luca…
Papá arrugó el ceño y jugueteó con la cuchara. Mierda. Mierda. Mírame, dime que, si sabes algo, por favor. Froté mis muñecas, ardían con fiereza.
Negó. Mi corazón se partía de nuevo y todos los cristales rotos se incrustaban en mis pulmones dejándome sin aire.
—Alex y Tatiana están buscando, pero…
Quebré en llanto.
—¡Papá! —Me erguí de la cama y lo tomé por el cuello. La sopa caliente cayó sobre mi torso, pero poco me importó—. ¡Por favor! ¡Encuéntralo! —grité.
Papá observó hacia el ventanal del vidrio polarizado de la habitación y ellos entraron.
—¡Liv! ¡Liv! —Max y Meri lograron separarme. Caí al suelo de rodillas, no respiraba. Mi pecho dolía demasiado para poder hacerlo.
Max me devolvió a la cama. Mientras volvían a apresarme mi padre sollozaba, tensó la mandíbula y sorbiendo su nariz salió de la habitación.
—Yo… no puedo verla así.
—Déjanos solas. —Pidió Meri a Max. Él asintió y cerró la puerta antes de dedicarme una mirada lastimosa.
Meri acercó una silla y tomó asiento a mi lado.
—Dime que saben algo… —Supliqué. Las lagrimas brotaron de sus ojos.
—Nada todavía. Pero lo encontrarán, te lo aseguro. —Sostuvo mi mano con fuerza.
—Fue mi culpa…—sollocé.
—No, Liv. No lo fue.
—Ese día, todo mi mundo se cayó a pedazos. Nunca debí haber corrido hacia ella. Nunca debí querer enfrentarla. Si tan solo…
—Liv, no te tortures. Hiciste lo que cualquiera hubiera hecho en tu lugar. Querías saber de tu hermana. Basta.
—Los puse en peligro por alguien que ni siquiera sabe quién soy… —Recordé sus ojos frívolos, observándome como una escoria. Y luego me tiró a sus guardias…—. Y Luca… —Mi cuerpo volvió a temblar. Meri se puso de pie y revisó mis signos vitales por la pantalla.
—Liv, demonios. Cálmate.
—Fue mi culpa.
—¡Él quiso protegerte! —gritó, corriendo a la mesada con los medicamentos. Preparó la jeringa—, y tú debes ser fuerte para hacer lo mismo por él. Vamos a liberarlo, ya verás.
Yo debo ser fuerte. Él lo hubiera querido así.
Debo seguir por él. Por mi madre, por mi abue…
Mérida dejó la inyección al ver de nuevo el computador. Mi frecuencia respiratoria volvió a la normalidad. Volvió a tomarme la mano.
—Eso es. Lo controlaste, Liv. Bien hecho.
Mi corazón se quebró frente a sus ojos y las palabras salieron como un leve suspiro.
—Tienes razón, no puedo rendirme. —Asintió y acarició mi cabello.
—Voy a quitarte las esposas y saldremos por aire fresco si me prometes estar bien.
—De acuerdo.
El mundo cambió desde ese día.
No hay electricidad.
No hay más centros urbanos.
No hay comida, ni agua sin límites.
No hay libertad.
Ruinas y miseria. La vegetación es casi nula, la tierra ha sido explotada y todos los recursos naturales que había en ella fueron vendidos a otras razas. Los Lercanos nos engañaron a todos. No vinieron a impartir el orden y la justicia, vinieron a doblegar y esclavizar a la humanidad.
Un feudo rodeado de imponentes paredones y cientos de guardias es la zona prohibida, donde la base Lercana se estableció en el mundo. Es imposible de cruzar, salvo que seas un rebelde y te atrapen. Entonces pagas tu traición sirviéndoles. Luca está ahí dentro.
Aún me cuesta procesar el no haber podido encontrar el cuerpo de mi madre y mi abuela. Papá casi no come ni habla, pero se mantiene en pie por mí. Meri hasta la fecha no tiene novedades de Esme, pero al menos tiene a Paul.
Ese mismo amanecer, agentes del Pentágono vinieron por nosotros. Mi padre, junto con Erick y el Sr. Hollman, nos ofrecieron protección a todos debido nuestras circunstancias. Ahora vivimos en Nevada. Más precisamente en el área 51.
—¡Liv!¡Muy bien! —María me saluda con un apretado abrazo que de algún modo logra reconfortarme. Junto con Iris, me acompañan a mi casillero. Las pocas cosas que me quedaron están ahí.
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vecinos que se odian, amigos y amor de adolecentes, extraños habitantes
Editado: 31.01.2025