No te detengas

01. Nuevo mundo

Olivia.

"Concéntrate. No te atrevas ni por un segundo a permitirte creer que no puedes contra algo. En el momento en que tu mente lo haya pensado, habrás fracasado. Recuerda: No importa cuál sea la circunstancia, no te detengas ".

—De pie, ahora —Apenas oía. Tenía un pitido sordo martirizándome la cabeza.

Tomé aire y logré enderezarme. Había estado por casi cuarenta minutos intentando cruzar a la siguiente fase y no podía lograrlo. Sin pensarlo, me abalancé sobre mi contrincante y cuando creí que mi golpe lograría llegar a su mentón, lo esquivó e impactó mi costado derecho dejándome sin aliento.

Agazapada por el dolor, retrocedí un par de pasos perdiendo la estabilidad, tiempo suficiente para que volviera a arremeter dándome una patada a la altura de mi sien.

El mundo parecía dar vueltas y las montañas que veía a lo lejos pronto se triplicaron en mi panorama. El recuerdo de su rostro pasó de manera fugaz por mi mente.

Luca…cuanto te extraño.

—Tráiganla.

Volví a caer sobre la tierra húmeda. Mi mejilla ardió en contacto con el suelo y mi vista se cegó por los rayos del sol que abandonaban el horizonte en su puesta. La noche comenzaba a sugerir que el infierno comenzaba.

Otro día más que pasa y tú sin hacer nada.

El suelo vibró. Alguien aparecía por mi costado, dos encapuchados arrastraban a alguien. El sujeto de la izquierda sacó un arma y apuntó a su dirección. Al distinguir mechones dorados y ondulados cayendo de los costados del trapo que ocultaba su rostro lo entendí.

¡Que hijos de puta!

—Tienes dos minutos.

—¿Qué? ¡No! —Volví a enderezarme como pude.

Mi rostro ardía y sentía un líquido caliente bajando por mi frente. Me llevé la mano y comprobé que sangre brotaba de mi cabeza. Empuñé mis dedos invadida por la ira, y me acerqué con la guardia en alto.

Mi rival adoptó una posición de defensa también, con la diferencia de que su aspecto impecable contrastaba con el mío sucio y agotado. No había logrado efectuarle ni un pequeño raspón hasta el momento.

"Debes encontrar su punto débil".

—Un minuto, Olivia.

"La perfección, lo secuenciado. Destruye los patrones".

Me adelanté y arremetí con golpes directo a su rostro con el mismo ritmo: dos con la izquierda, uno con la derecha. Así, repetidas veces, pero todos los esquivó.

Cuando estaba por dar el último, amagué a efectuar el mismo recorrido, y clavé una patada en su muslo. Cayó de rodillas. Corrí hacia mi mejor amiga en su rescate.

Al fin seré libre.

Pero justo antes de llegar a mi objetivo, un cuerpo pesado me tacleó desde el lateral haciéndonos rodar por el terreno, alejándome de Meri y todo lo que por un segundo creí haber logrado.

—Tiempo cumplido, despídete. —El hombre de la máscara aferró la pistola a su palma y jaló del gatillo con firmeza.

—¡No!

La bala salió disparada.

Mi tiempo había finalizado. Y eso significaba una sola cosa: No había superado mi prueba final para obtener el título oficial de cadete del D.O.D.

Mierda.

—¡Vamos! ¡Ya me han asesinado como cinco veces en lo que va del último trimestre! —Se quejó Meri mientras quitaba la tela que cubría su cabeza. El proyectil había sido disparado al cielo.

Mi rival se levantó del suelo y quitándose la máscara me extendió la mano.

—Está vez casi lo logras, Brown. —Su sonrisa a boca cerrada era genuina.

Simpatizaba conmigo porque ella sabía lo que significaba esa derrota. Me sostuve de su mano y erguí mi cuerpo junto al suyo devolviéndole la sonrisa, aunque no tuviese motivos para hacerlo. Debía esperar un mes para el siguiente nombramiento.

El sujeto que disparó el arma se quitó la capucha.

—¿Tú? —Consultó la rubia con incredulidad— ¡¿Cómo es qué te atreves a apuntarme a la cara, bobo?! —Mérida se puso de pie encarando a Chris quien, por quinta vez, acababa con su vida.

Christian fue el primero en convertirse en Agente Nivel Reducers 1 del grupo. Ahora estaba a cargo de nuestra área de novatos. Pero por encima de él, estaba Tat, claro. La comandante en jefe de nuestro grupo, el escuadrón E-93.

—Más cuidado en cómo se dirige hacia mí. Estamos en una práctica oficial, cadete. —Le respondió serio.

El rostro de Meri se volvió una bola roja de rabia, pero se limitó a obedecer.

—Sí, agente. Lo lamento.

Había pasado bastante tiempo, y al parecer Chris no podía asimilar el hecho de que Meri no le hacía caso. La rubia también ayudaba a la causa, siempre encontraba el momento para ser inoportuna, pero nada que unos cuantos castigos no habían corregido. Seguramente, en nuestro dormitorio me tocaría escuchar el desahogo.

—Yo creo que casi lo tienes, Liv. En la próxima lo lograrás, estoy seguro. —Max reveló su rostro, acercándose a darme unas palmaditas sobre mi espalda.




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