No Te Ilusiones [trilogía D' Angelo #3]

Capítulo 6

Rose

—Dave. —Mis manos me sudan. 

—Para seguir con mi desgracia tenías que aparecer tú. 

Su mirada de desprecio me hace sentir peor de lo que ya me siento al recordar que seré su esposa. 

No digo nada y solo giro sobre mis talones. Lo que menos quiero es un problema más. Sin embargo, me agarra del brazo con fuerza y me gira hacia él. 

—¿Cómo te atreves a ignorarme en un mal momento? —Su mirada echa chispa. 

—Yo… yo… Tengo que ir a… —Me lleva a rastra no sé dónde—. ¡Suéltame! —exclamo en súplica. 

Dave se detiene en una de las bodegas de limpieza. Abre la puerta, me empuja dentro y me encierra. 

—Me topaste de mal humor, tonta. Ahora te vas a quedar ahí. Veremos quién te saca. 

—¡Dave, ábreme! ¡Dave! —Golpeo la puerta con fuerza. 

—Espero que tus amigos te vengan a sacar. —Se ríe el muy maldito porque sabe a la perfección que no tengo amigos—. Nadie abrirá esa puerta —escucho que ordena. 

—¡Dave, por favor! —suplico. 

—Púdrete, nerd. —Oigo sus pasos desaparecer. 

Intento abrir la puerta de nuevo, pero es imposible. Necesito que alguien la abra desde afuera. Golpeo con brío, pero es en vano. 

Así me escuchen nadie vendrá a sacarse. Nadie es lo suficientemente valiente para desafiar a Dave.  

«Lo odio». 

Como última opción, saco mi celular, pero no tengo a nadie de la universidad agregado. Por último, ni en el grupo de estudiantes estoy, y todo se debe a Dave. 

¿Qué es lo peor de todas mis desgracias? Que Israel es el único que me puede salvar, pero no tengo su número. En definitiva, debí pedírselo. 

No puedo llamar a mi casa porque no quiero que se enteren de que me acosan. No tengo más opción que quedarme aquí hasta que venga el de limpieza y me pueda salvar de este encierro en contra de mi voluntad. 


Dave

—¿Qué pasa, amor?  

Hoy no estoy de humor para aguantarla. 

—Nada, y no preguntes más, por favor. Quiero concentrarme. 

Hace una mueca, pero me da igual. 

—Parece que Rose no vino. ¿Qué habrá pasado? —Miro a Ricardo de muy mala manera—. ¿Por qué me miras así? No lo hago por molestarte, solo me parece raro, ya que la nerd nunca falta, especialmente en los primeros días de clase. ¿Qué le ocurrió? 

—Ricardo, ¿a quién le importa lo que le ocurrió a esa inepta? —cuestiona Norma. 

—A los profesores por el hecho de que es la única que habla en clases —responde. 

—¡Tsk! Imbécil. —Norma entorna los ojos. 

Fijo mi mirada al frente. Filomeno me observa con rabia, pero se contiene. Sale del aula rápido, y estoy más que seguro a dónde se dirige. 

—Debí quitarle el celular. —Me pongo de pie. 

—Mi amor… 

—Quédate aquí. —Salgo rápido del aula. 

Detesto que no me obedezcan, a excepción de mi familia.  

Ese Filomeno le está buscando la quinta pata al gato. 

Lo sigo. El muy metido abre la puerta y libera a la nerd del encierro. Ella, entre lágrimas, lo abraza. 

—Pensé que no iba a salir muy fácil de ahí. ¿Cómo me encontraste? —le inquiere. 

Es la primera vez que la veo llorar.  

—Escuché a nuestros compañeros de clases hablando sobre la que Dave te hizo y no dudé en venir a verte. —Vuelven a abrazarse mientras le agradece varias veces.  

Miro la escena y siento asco. Necesito ir al baño. 

No estoy mentalmente bien, y la cercanía de Rose e Israel me pone mucho peor. 

—Creo que alguien está enamorando a la nerd —dice Ricardo con una sonrisa—, y eso te molesta —agrega. 

Mi sangre bulle. 

—¡Deja de decir estupideces! —vocifero. 

—Yo solo opinaba —contesta divertido. 

—Nadie pidió tu opinión —digo a la defensiva, y él me da una mirada de interrogación. 

—¿Pasó algo que no sé?  

Aprieto mis puños con fuerza. 

Ricardo sabe casi todo sobre mí. Nos conocemos desde niños. Siempre le cuento mis cosas, así como él a mí. Además, en este momento necesito desahogarme con alguien. 

—Me voy a casar. ¿Feliz? —Me mira confundido—. La tradición —le recuerdo. 

—¡Qué pendejada! Pensé… 

—Es por un año, y no me preguntes sobre mi dichosa esposa, porque no lo sé. Guarda silencio. Quiero estar tranquilo en mis cuatro últimos días de soltería. 

Furioso, regreso al aula y me siento. Tengo que hacer algo para deshacerme del nieto de la directora para que así no se meta en mis planes. No quiero que nadie sea amigo de Rose, absolutamente nadie. 


Rose
 

Cuatro días después 




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