No te metas con Zoé

Cap. 4 - "Atrapada"

Luego de un baño de dos horas y media, tres botes de champú y uno de acondicionador, logré quitarme el rastro de pintura azul. Fue una suerte que mis padres no estuvieran en casa, ya que me hubieran interrogado, y no quiero darles explicaciones.

La blusa que estaba usando la doy por perdida, será imposible quitarle las manchas de pintura, así que la meto un una bolsa y la tiro a la basura. Solo espero que mamá no se percate de eso.

Una vez aseada, busco un conjunto que combine con la ocasión.

—¿Por qué estas vestida así? —cuestiona Bianca examinado mi vestimenta negra.

—Tengo que camuflarme para pasar desapercibida —le digo atandome el cabello en una coleta alta.

—Pero así llamarás la atención —niega con la cabeza —. Creo que tienes que pensar mejor las cosas, Zoé.

Analizo un segundo sus palabras, pero luego recuerdo el incidente de la pintura azul y la suerte que tengo porqué mi cabello no se arruinó.

—No tengo nada que pensar —sentencio —, ¿lo llamaste?

—Sí. Estarán en su casa jugando videojuegos.

—Perfecto.

Alisto las últimas cosas en mi pequeña maleta rosada. Fue el único accesorio que no tengo en color negro, ya que no soy muy fan de ese triste color.

......

La brisa helada cala por cada parte de mi cuerpo, y esa sensación hace que tiemble del frío. Aunque no me detiene, cada paso que doy es minucioso, tanto que logra colmar la paciencia de Bianca.

—Zoé, camina más rápido —susurra.

—Negativo. Alguien nos puede ver —murmuro en respuesta.

—Son las once de la noche, la mayoría de las personas normales están descansando, somos las únicas locas que están en la calle —asegura.

—Tú sabes que no soy normal.

Bianca refunfuña y se dirije a la puerta, decidí esconderme detrás de los arbustos que rodean la casa, y en uno de los huecos puedo observarla tocar el timbre repentinas veces, está inquieta.

Thomas es quién le abre la puerta, y al verla su rostro se ilumina. Dialogan un par de segundos para luego permitirle el paso a la residencia. Y en cuanto vi la puerta cerrarce me encamino a la parte trasera de la casa.

Para mi mala suerte, la obscuridad reina en el patio traseo y dudo por instante si encender la linterna del celular. Por un lado me ayudaría vislumbrar mi camino sin tropezar con nada, pero al hacerlo corro el riesgo de llamar la atención. Y eso no me conviene.

Opto por la decisión más coherente, no enciendo la linterna y vuelvo a mi caminar lento. A tientas llego a la puerta y como esperaba esta abierta, entró a la cocina, que está en penumbra, a excepción de lo que es la sala, ya que esta iluminada únicamente por el televisor.

Me recuesto en una pared y con cautela asomo mi cabeza. Bianca está sentada al lado de Thomas. Derek está a un costado de ellos, con la vista fija en su celular.

Bianca me observa de reojo y asiente con la cabeza con disimulo, respiro profundo y gateo hacia las escaleras, una vez allí me enderezo y subo despacio, tratando la manera de guardar silencio.

Al subir por el último escalón logró ver un pasillo largo, por suerte esta área tiene luz.

Examino el pasillo dudando cuál de las cinco puertas es la habitación de Derek. Elijo una al azar, y es una habitación donde hay equipo completo para hacer ejercicio, solo de verlo me da escalofríos, cierro la puerta despacio.

Continúo buscando la habitación de Derek y se encuentra en la antepenúltima puerta. Al ingresar lo primero que reconozco es su aroma. Tal vez el acercarme a él por unos momentos hizo que su aroma se impregnará no solo en mi ropa, sino que también en mi memoria.

¿Qué pendejadas estoy pensando?

Sacudo mi cabeza tratando la manera de sacar esas ideas, no tengo que pensar en su aroma, por más embriagador que sea.

Enciendo la luz de la habitación, y sin ningún titubeo camino al baño, tomo las botellas de champú y el jabón líquido, y vierto en ellas el polvo especial que traje conmigo.

Con rapidez coloco las botellas en la misma posición.

—Creo que esta vez, te agarré con las manos en la masa.

La repentina voz de Derek me hizo dar un pequeño grito. Volteo a verlo, y com descaro examino su vestimenta, tiene unos pantalones deportivos color gris y una camiseta blanca que deja resaltar la musculatura de sus brazos cruzados. Su cabello rojo combina a la perfección con sus facciones. Nunca pensé que ese color le luciera tan bien.

—¿Qué harás? —cuestionó desafiante.

Sonríe inspeccionando mi cabeza —Lograste quitarte el azul de tu cabello, es una lástima, me gustaba como te quedaba.

—No fue nada fácil —afirmo —. Fue una ventaja que fuera pintura en vez de tinte.

—Lástima que aún no he podido quitarme este color —señala su cabello —, aunque a decir verdad, sabes combinar muy bien los colores con el tono de piel.

Da un paso y yo retrocedo hasta que mi espalda encuentra la pared. Se acerca y se inclina para fijar sus ojos en los míos. Odio está situación, me recuerda a la cercanía que tuvimos en la piscina.

—Sabes, debería llamar a la policía, ya que una loca se metió a mi baño con la intención de hacer otra de sus bromas. Me pregunto, ¿acaso no tienes más ideas? —sonríe triunfante.

Muerdo mi lengua tratando de retener mis groserías.

—Solo quería hablar contigo.

—¿En mi baño? —frunce el ceño divertido —. Si querías que estuviéramos a solas, solo lo hubieras dicho.

Ruedo los ojos cansada. Lo esquivo para salir del baño, pero él se mueve al mismo tiempo que yo, obstruyendo la salida. Me enfurece su actitud inmadura.

—Quiero irme —asevero.

—La puerta está abierta — dice con una gran sonrisa.

—Estás obstruyendo la salida.

Su sonrisa se borra y em observa con una intensidad que logra erizarme la piel.

—Quiero salir contigo —demanda.

Su propuesta me toma por sorpresa, tanto que comienzo a reírme sin control, en cambio él sigue allí sin cambiar su expresión seria, como si sus palabras no fueran una broma.




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