—¿Annette?
Di un brinco asustado alejando mi mirada de aquellos árboles para observarlo recordando mi sueño que alguna vez fue realidad y una angustiante sensación se situó en mi cuando volví a mirar hacia los árboles y no encontrar aquellos ojos.
—¿Sucede algo? —preguntó.
—No, nada. Simplemente te buscaba, empezaba a oscurecer y me preocupé.
Sonrió—Fui a dar una vuelta, creo que hay un lago por aquí cerca si deseas podemos ir a este uno de estos días.
—Claro—respondí con una nula emoción evidente para él.
—¿Segura estás bien?
—Solo un poco cansada, volvamos al auto.
Ambos regresamos al auto en un profundo silencio en incómodo y angustiante.
Me iba a casar con Jedrek.
Quería sentirme bien, enamorada, pero era todo lo contrario. Tenemos una gran atracción, me gusta, pero no soy la misma. Mis sentimientos al igual que todo de mi ha cambiado y no sabía cómo actuar.
No sabía si él me seguía queriendo porque no soy la misma, nunca lo seré. Y odiaba con todas mis fuerzas no poder volver a ser yo.
—Descansa, yo me quedaré despierto.
—Podemos turnarnos, también mereces descansar.
Sonrió—Créeme que no lo necesito.
No dije nada y me acosté confiando que mis sueños me darían más respuestas.
De todas las miradas que se encontraban en mí una en particular me llamaba la atención.
Jedrek.
Desde que me trajeron hasta acá no me ha quitado la mirada de encima, no se si es preocupación o angustia de lo que me suceda, pero siempre se encontraba mirándome.
—Vamos a empezar.
Miré Zarek asintió dándole la aprobación para que el líquido transparente empezara a circular por mi cuerpo.
En silencio esperamos a que mi cuerpo no lo rechace por unos cinco minutos y cuando todo estuvo listo me conectaron diversos cables para los choques eléctricos.
—Están dementes—comentó Jedrek observando al hombre que mantenía su mirada encima de mí.
—Estamos, no lo olvides.
Los murmullos empezaron cuando elevaban el nivel de volteos que mi cuerpo resistía yo no sentía nada físico, pero mi mente empezó a recibir los efectos.
—Mi cabeza—murmuré.
—Detengan eso—se aproximó Jedrek buscando quitarme todo pero aquel hombre lo detuvo.
—Pongan el máximo, lo resistirá. Confío en lo que he creado.
Sentí como el mundo daba vueltas, no pude decir ni una palabra, pero oía los suplicios de él. La vista nublosa me impedía verlo, pero sabía que ahí estaba gritándole a todo aquel que se encontraba presente.
Era extraño, mi cuerpo no sentía nada, pero mi mente, mi cabeza lo sentía todo.
Cuando todo se detuvo sentí sus brazos rodearme y quitarme los cables.
—No dejaremos que esto vuelva a suceder, te lo prometo.
—Annette ¿Tu cuerpo sintió...
—¡LARGO DE ESTA HABITACIÓN O JURO QUE TE MATO SIN IMPORTARME NADA!
Su grito nos sorprendió a todos, el hombre le sonrió sabiendo que no podríamos nadar contracorriente y que después de todo él tenía el control.
Luego vinieron pruebas físicas, en ninguna mi cuerpo sintió el dolor, pero mi alma sentía la preocupación de su mirada en cada momento.
—El amanecer está precioso, vamos a dar una vuelta.
Me puse de pie mirando el sol salir, me había quedado dormida toda la noche y pareciera que mi cuerpo nunca habría descansado. Mire como el sol empezaba a salir y como Jedrek lo miraba entusiasmado.
¿Cuál es la verdad Jedrek?
Cuando el sol salió por completo me tomó de la mano y empezamos a andar hacia el bosque en silencio disfrutando de la naturaleza, pero sintiendo que aquellos ojos amarillos aparecerán en cualquier momento diciéndome que no fueron parte de mi imaginación.
El día se sentía extraño como aquel engañoso mar, que en la serenidad de las olas no sabía que la tormenta se aproximaba a lo lejos.
—¿Podrías contarme más? —pedí tratando de atar los hilos sueltos de mi mente.
—¿Sobre qué?
—No sé... ¿En qué trabajaba cuando fuimos algo?
—Eras Peluquera.
No pude evitar reírme ante aquello y el recuerdo de ese primer día donde ese don inexplicable de estilista salió a flote.
—No te creo, aunque me queda la duda del cómo aprendí a cortar cabello tan bien.
—Un día estabas aburrida y al verme como me pasaba la máquina por el cabello te ofreciste a ayudarme igual que aquel primer día, me hiciste la misma pregunta y yo como siempre te daba la misma respuesta. El primer corte fue horrible, no te quité la ilusión y desde entonces ibas mejorando aquel único corte que habías aprendido.
—Como el que te hice, por eso tu mirada era diferente al verme.
Me sonrió—Sigues fijándote en las miradas ¿No? Sabía que en el fondo aún existía aquella Annette del pasado.
Y escucharlo hablar de aquello y verlo ilusionado me terminó por derrumbar, no quería quitarle la ilusión, no después de todo lo que ha hecho por mí. Pero tampoco podía seguirme engañando.
¿Él o yo?
No pude evitar el nudo en la garganta e instantáneamente sentí sus brazos rodearme, liberé todo lo que sentía en mis lágrimas, en agua que fluye para seguir y tomar la decisión que ya sabía.
—Sé que es difícil afrontar todo esto Annette, pero vas a estar bien—me alentó
—Lo sé.
Él estaba por encima de mí en este momento y no podía dañarlo, simplemente se merecía todo lo bueno del mundo, aunque yo me perdiera en el proceso.
Me dio un beso en la frente y luego de un largo silencio retomamos el rumbo.
—Fuiste maestra de preescolar, siempre te gustaron los niños, eso hacías.
Mentía.
Sequé mis lágrimas incrédulas de lo que había dicho, estaba mintiendo. Quise creer que el "sueño" era eso, pero no, en el fondo estaba totalmente segura de que era real, yo viví eso.