No Tenemos Final

6. Sinceridad y comienzo

Luego de la convulsión, la confusión y el cansancio, Jedrek me cargó hacia el auto donde dormí la mayor parte de tiempo. Lloraba, lloraba cuando despertaba y me volvía a dormir como si mi cabeza no me permitiera estar despierta más de cinco minutos.

Jedrek decidió por los dos que me llevaría a la casa “central” del país, donde hablaríamos a petición mía y luego volaremos hacia China. En el momento que comentó que había un helicóptero no me sorprendí, después de todo sus mentiras ya no me sorprendían tanto

Me sentía cansada, era como si ya no soportara nada más. Desde que abrí mis ojos en todo esto desconocido han sido emociones fuertes, muy fuertes y cada vez aumentan más. El cuerpo y la mente no puede con tanto, he incluso cuando es poco se necesita un reposo. En los días de viaje antes de llegar a la casa no comí ni un solo bocado, por más que Jedrek me insistiera lo terminaba vomitando, y sabía que estaba muriendo, pero él no tenía conocimiento de aquello, eso era lo único honesto de su parte.

Estaba muriendo en soledad.

Tuve poco tiempo para pensar cuando despertaba, pero era tiempo suficiente para aclarar mis ideas. Había decidido avanzar hasta donde mi cuerpo lo permitiera, tenía que conocer todo y luego destruir a cada ser que estuviera involucrado en esto y que afectara a quienes los rodeaban, así tenga que acabar con Jedrek e incluso conmigo misma.

Otra cosa que rondaba en mi mente era esta dimensión, me parecía inexplicable su creación y aunque me tomó muchas teorías llegué a la misma conclusión de la mujer. Esta dimensión fue creada para nosotros, era como los grandes campos de basura, donde habitaban cosas inservibles y nadie se acuerda que existen.

—Llegamos—fue lo único que comentó para luego adentrarnos a la casa.

Si me detenía a mirarla por fuera su fachada parecía común y corriente, pero por dentro era una belleza. En la parte de atrás árboles que creaban un camino hacia donde estaba el helicóptero, me quedé mirando como se vería con caballos, flores y un huerto, sin preocupación y felicidad.

—¿Te gusta? —me preguntó mientras mirábamos hacia afuera, nos habíamos detenido en media escalera ante la vista.

Asentí a su pregunta sin mirarlo y después de unos minutos anhelando otra realidad me llevó hasta el baño en la planta alta.

—Estaré afuera por si necesitas algo.

Me quité la ropa con dificultad y al sumergirme en la tina sentí como el cansancio me pasaba factura, ya no me valía por mí misma.

El agua poco a poco me relajó y me deje llevar en ella, le confié mi vida para que me hiciera fluir con ella, que me sane con su pureza y me lleve entre ríos para luego ser un mar inmenso. Sin preocupaciones y en un vaivén juguetón.

Un movimiento brusco me arrebató la tranquilidad, Jedrek me había sacado de mi sumergida y me miraba petrificado y pálido, como si el mundo se le hubiera venido encima.

—¡Maldita sea! Pensé, ... pensé que.

Había muerto.

Sonreí irónicamente—Haré de cuenta que te preocupas por mí.

Una sonrisa triste se plasmó en su rostro y sin decir nada más me ayudó a salir del agua y me envolvió en una toalla.

—Esperaré para cuando estés lista, tenemos todo el tiempo para aclarar las cosas.

Me vestí con dificultad y caminé con calma hasta el balcón de la habitación en donde se encontraba apoyado. La vista desde acá arriba era asombrosa, cerraba los ojos e imagina otra vida en este lugar.

—Esta casa sería para ti. Tu misma la diseñaste.

Me senté en el mueble que estaba frente a él confirmando lo que sentía sobre el lugar.

—Creo que ya lo suponía, tengo buen gusto.

Medio sonrió ante mi comentario y se puso de cuclillas tomando mis manos mientras me miraba con algo que no pude descifrar.

¿Miedo? No, era algo más grande.

—Con mucha información puedes colapsar y no volver a despertar. Lo sabes, ¿verdad?

—¿En verdad crees que mis problemas son solo por pérdida de memoria? ¿Nunca has pensado que hay algo más?

—Estoy seguro, no creo que sea otra cosa. No puede ser otra cosa.

Sorprendentemente sentí que no mentía y eso me desconcertó un poco.

No mentía y eso fue suficiente para olvidarme de todo y empezar a destruir las barreras que había construido en todo el camino.

Sentí como mis ojos se aguaron y esa sensación tan angustiante en mi pecho.

—Estoy muriendo.

Negó constantemente—¿Por qué dices eso? Vas a volver a ser tú, no voy a dejar que algo malo te pase.

—Creo que empezaré yo a decir las cosas—evité su mirada y me centré en la naturaleza—La mujer de anoche me contó datos que no sabía, ella nos conocía y supo de mis dolores de cabeza y desmayos. No le creí absolutamente nada, le decía que era por mi pérdida de memoria, pero me lo negó, habló sobre unos experimentos que fallaron.

Con los ojos vidriosos lo miré—Yo soy uno de ellos, mi cuerpo va a fallar como el de aquella mujer y me quedaré aquí en la soledad de otro mundo.

Me sequé las lágrimas esperando algún comentario de su parte que no llegó.

—Dime que no sabes nada, por favor—supliqué—dime que todo lo que sabes está mal que no querías que yo muera, dime que me quieres, aunque sea mentira, pero no me dejes morir sola y sintiendo que no tengo a nadie en el mundo que me tenga aprecio, por favor.

Me llevó hasta su cuerpo y me abrazó como nunca antes lo había hecho, me aferré a su cuerpo confiándole mi vida a él a pesar de todo, no podía simplemente ignorarlo.

—Se cosas, no todas las que has dicho pero las sé y no te lo he podido decir todo. No puedo, no aún o colapsarás—me dijo con la voz ronca—solo quiero que sepas que no dejaré que mueras, créemelo.

—Me has mentido.

Dolía, claro que dolían sus palabras.

—Por tu bien.

—Tenemos que salir de aquí.

—Lo haremos, viajaremos lo más rápido posible, saldremos de aquí.

Suspiré tomando mi cabeza y repitiendo constantemente en mi mente un “Esto n puede ser posible”




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