No Tenemos Final

9. El comienzo de todo II

Jedrek

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—Annette no está en su celda—Todos miramos a Jan al oír sus palabras.

No podía suceder esto, no podía perderla. No otra vez.

Sentí como la sangre abandonaba mi cuerpo, y este empezó a correr entre los pasillos de la prisión buscándola por inercia. El llamado de los prisioneros por el relajo que habíamos armado era ensordecedor.

No podía estar lejos, ella no podía irse así por así. Había lago y alguien detrás de esto y todas mis ideas por más que no quisiera aceptarlas me llevaban a un solo nombre.

Oía como me llamaban por el intercomunicador, pero todo me importaba una mierda. Que tumben y maten a todos los que se encuentren en este lugar, pero no me iba hasta encontrarla.

—La encontramos.

Mi cuerpo se paralizó al oír aquello y fue cuestión de segundos para llegar hacía ella y verla tirada en el piso, sucia, pálida. Como cualquier cosa tirada a la calle, ella no se merecía eso.

Tenerla tan cerca después de meses, muchos meses era tan irreal. Peor aún verla en ese estado. Simplemente mi cabeza no funciona, no sabía si llorar o mandar todo a la mierda y destruir todo esto yo solito.

Me dejé llevar más por la ira mirando a Zarek queriendo mataron sin importarme nada.

—¿Quién le hizo esto?—le pregunté.

—No lo sabemos.

Su respuesta me hizo cerrar los ojos, de seguro quería carcajearse de esto. De seguro lo disfrutaba.

Me levanté acercándome siendo detenido por Jan.

—No hagas nada estúpido, por Annette—susurró a mi oído.

Él la amaba de la misma manera en que yo lo hacía, su lazo era inquebrantable era de sangre, sangre que ella no sabía que compartía con él.

—¿Y qué esperan para empezar a investigar? Te importamos una mierda, solo te importa esta maldita organización. Eres un hijo de....

Su puñetazo no me dejó continuar, que se joda mi supuesto padre en esta y en todas las vidas que tenga. .

Me callé mis palabras evitando más problemas, tomé el cuerpo de Annette y partimos al centro.

Su cabello había crecido, sus lunares seguían ahí. Su piel continuaba siendo tan suave como la recordaba. Mis nudillos no se cansaban de acariciarla, mis ojos no se apartaban de ella.

No pueden separar a quienes están destinados a pertenecerse, en ninguna vida es posible.

—Jedrek, necesito examinarla.

Miré a Darianna quien se encontrada con la puerta del auto ya abierta, se la tendí sabiendo que ella nunca le haría daño.

Quienes la amábamos nunca le haríamos daño.

2 meses después.

No podía ser esa la última solución. Mandarla a otra dimensión sola y ver si se muere ahogada en sus recuerdos.

Eso era de loco, y ese loco tenía nombre y apellido.

—No irá—dije casi que escupiéndole.

—Te guste o no, es necesario.

Mire a Zarek sonriéndole—Yo iré con ella, entonces.

No creo que sea tan hijo de puta como para matar a su único hijo, además a un le sirvo.

—Si te recuerda puede empeorar, no quiero que te lleves el peso de haberla matado.

—Sabremos sobrellevarlo, siempre podemos los dos.

Sonrió—Son unos tortolitos, te veo esta tarde para darte todas las indicaciones.

Caminé hasta la sala donde seguía dormida. No he podido descansar como debo desde que está ahí, al igual que Jan quien no soporta verla en esa cama.

—Van a estar bien.

Miré a Darianna quien también la observaba a través del cristal.

—Hay muchas cosas que descubrir, tenemos que acabar con esto—murmuré.

—Jedrek, yo se mucho. Pero necesito que los tres estén bien para empezar con esta rebelión. Prométeme que se van a cuidar, no van a estar totalmente solos allá.

La mire extrañado—¿Como sabes esto?

—Hay que hacer ciertos sacrificios. Solo cuídense que yo los esperaré.

Le sonreí—Te amamos, no lo olvides.

—Y yo a ustedes, son mis pequeños en cuerpo de adultos.

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Cuando todo se detuvo supe que había llegado a este infierno lleno de idiotas.

Me levanté y sequé las lágrimas que habían rodado por mis mejillas. Todo se sentía tan pesado en este lugar.

Científicos que ya me conocía me miraron sorprendidos de mi presencia, tal vez esperaban que nunca volviera.

—Hijo.

Su voz generó un escalofrío en mi cuerpo que lo ignoré, tenía que fingir que no lo odiaba tanto, ignorar todas sus mentiras y hacerle creer que no me quiere muerto y me ama.

Quise reír, él no sabe amar a nadie.

Observé hacia la máquina rogando por dentro de que llegue rápido, no podría esperar tanto tiempo. Annette es capaz de quedarse allá con sus ideas que no podía controlar y ya no podría regresar por algunos días si algo sucediera.

—Zarek—respondí cortante en forma de saludo, que sepa que no importa.

Nunca pude llamarlo padre ese título le quedaba grande, no tendría por qué hacerlo ahora.
Me sonreía con los ojos llorosos haciéndome creer que me extraña, pero estoy seguro de que por dentro la alegría era absoluta por sus planes.

Planes que no le salieron.

Me detuve a observar a los presentes, tres científicos, dos guardias y Darianna, esta última lloraba en silencio desde la esquina al creer que ella ha muerto, pero no sabe que mi chica es más fuerte de lo que parece con todo y debilidades.

Nuestras miradas conectaron y me sonrió acercándose para envolverme en un abrazo cálido, un abrazo de hogar, un abrazo de madre.

—Mi niño, pensé que no ibas a regresar. Te he extrañado tanto, a los dos—al decir lo último se le quebró la voz.




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