No Trates De Amarme

°☆° CAPITULO V °♡° ¿ESTE ES EL MOMENTO?°☆°

ARTEMISIA:
 

-Hola- dije algo aterrada, me desperté en un bosque, no sabía en donde estaba ni ¿por qué me encontraba? 

Lo único que se escuchaba era el eco de mi voz, que sonaba cada vez más sombría, pareciera que no fuera quien yo dijera esas palabras. Tuve la idea de regresar a mi casa por la teletransportación, pero no funcionaba, era como si estuviera dentro de algún lugar, donde no se admitiera utilizar mis poderes, ¡ninguno funcionaba!, presentía que algo andaba mal. 

-Hola- repetí de nuevo, se escuchó más sombría el eco de mi voz. 

Me encontraba en el medio de un bosque, un bosque muy extraño, sentía que antes había estado acá, pero hasta ahora me encuentro aquí, no sabía a donde ir, porque a donde miraba todo se parecía, pero por arte de magia apareció unas flechas y un sendero en medio del bosque. 

¿cómo me anda pasando esto? Acaso no basta con lo que he vivido para que me pase esto, estoy cansada necesito salir de aquí, así que seguí las flechas y me fui por el sendero, el sendero termino y allí andaba un lago, nada más ni nada menos que un lago. 

-Hola ¿hay alguien aquí?, necesito saber porque estoy aquí- hablé, esta vez el eco se había calmado, pero empecé a ver una sombra asomándose cada vez más hacia mí. 

-Hola cariño, ¿cómo haz estado? - habló aquella sombra, pero no me habla a mi- ¿qué andas haciendo?, deja eso en donde esta- gritó aquella sombra que se fue aclarando. 

¡era mi padre!, ¿por qué apareció él? Y porque esto se siente tan real, además que yo los veo, pero ellos no me ven ni me sienten, era como si había regresado al pasado. 

-Cariño mira, ¿cómo voy a dejar a esta bebé tirada?, no crees que es muy linda, deberíamos cuidarla- habló la mujer. 

¿qué significa esto? ¿cómo que no nací? Entonces me habían mentido todo ese tiempo que viví con ellos, pero si no estuve en el vientre de mi madre, entonces ¿quién es mi madre? 

-Cariño, mira ahí una carta cerca de la bebé- habló aquella mujer que consideraba mi madre. 

- ¿qué dice? - cuestionó papá. 

Mi madre, empezó a leerla. 

- “Querida pareja humana, es un gran orgullo que te hayas encontrado a esta hermosa bebé, esta bebé que alguno de ustedes dos tiene en sus brazos, es más que una humana, es la salvación de este mundo, es una de las diosas que las ayudará a seguir adelante en su camino. 
Les deseó con todo el corazón que cuiden de ella, porque ella debe encontrarse con su complemento con el que tiene que estar a su lado y aunque mueran antes de ella, ella los amará con todo el corazón, su nombre es Artemisia, les deseó buena suerte y como encontraron a la bebé ya no habrá vuelta atrás, ya no pueden dejarla aquí o si no su familia caerá en una maldición. 
Atentamente: Sus dioses del olimpo.” 
—leyó —¿Amor y ahora que haremos con esta bebé? — confesó preocupada mi madre 

-Cariño debemos hacer lo que piden los dioses, cuidar de ella- dijo con su rostro neutro. 

-Pero, si no tenemos ni para alimentarnos, ¿qué futuro tendrá esta bebé? - confesó observando a aquella bebé con gran amor. 

-Los dioses nos tendrán que ayudar- Respondió mi padre con tranquilidad. 

¡¿Cómo que diosa?! Que significa esto, como que no estuve nueve meses en el vientre de una persona, si no que me dejaron oculta en el medio del bosque cerca de la casa de mis padres hasta que alguien me encontrará. 

Termino aquella conversación y vi como desaparecían mis padres. 

- ¿qué está pasando aquí? - cuestioné. 

-Yo puedo contestarte tu bella respuesta- habló una sombra acercándose hacia mí. 

Cuando estaba tan cerca de mí, me di cuenta de que era un chico, un chico muy guapo, con ojos de color azul, cabello oscuro como la noche, era ¿como si lo hubiera visto alguna vez? 

- ¿por qué estas tan sorprendida? - dijo aquel hombre alzando mi rostro, sosteniendo su mano en mi mandíbula. 

- ¿quién eres? - cuestioné quitando su mano de mi mandíbula, el solo me miro sonriendo, en sus ojos note una mirada perversa como si quisiera algo de mí, pero no nada bueno. 

-Tú sabes ¿quién soy?, querida- confesó aquel hombre, en ese momento me miró de pies a cabezas y al volverme a mirar note que esbozó una sonrisa de medio lado, ¡parecía un psicópata! 

-Si lo supiera, no te estuviera preguntando- dije cruzando mis brazos, mirándolo enojada -deberías hablar con seriedad, no quiero perder el tiempo contigo- 

-Mi amor, tú nunca perderás el tiempo conmigo, porque yo soy al que estas buscando, soy tu solución, soy lo único que necesitas, no necesitas a alguien más- confesó con seguridad mirando mis labios. 

-Pues te equivocas, porque ahora estoy perdiendo el tiempo contigo, además tú no eres mi complemento- confesé enojada, no me gustaba que me tomaran en broma. 

-Pero ¿qué dices? Si soy yo tu solución o acaso ya no me recuerdas, mi querida Artemisia- dijo acercando su rostro hacia el mío. 

-Y ¿cómo te voy a olvidar? si ni te conozco- hablé con seriedad. 

-ja, que ironía, antes me decías porque me iba y ahora ni me conoces, acuérdate de aquel ser que te hablo sobre tu deber, el de matar aquellos demonios- confesó ansioso. 

-Tu eres aquel ser, ese tal llamado Damián- hablé mirando hacia otro lado, no quería mirar hacia donde él se encontraba, porque estaba su rostro tan cerca del mío, que me sentía extraña mirando su rostro. 

-Pero, el punto es que esto como es un sueño, no me podrás recordar ya que tengo el control en tus recuerdos incluso en lo que sueñas, así que cariño no te preocupes, solo recordaras todo menos mi rostro- habló  

-Ja como si pudieras hacer eso -contesté de una manera grosera, resoplando. 

-Muy pronto lo veremos, no crees que es hora de que despiertes, ya me canso esta conversación ahora deseo verte en persona- confesó. 

-Pero que estás haciendo- dije mientras me llevaba alzada hacia el lago. 

-Ya te dije, es hora de que te levantes- fue lo último que dijo. 

En ese momento me lanzó a aquel lago. 

Me desperté asustada, pero ¡no podía recordar su rostro! Acaso esa cucaracha era lo que me había dicho la parca. Escuché el timbre de la puerta, me asomé por la ventana de mi cuarto, me di de cuenta que era Apolo con Hipólita y Hera. 

Me aliste para ir al trabajo y luego baje para irme, pero antes de eso esperar para que me querían ellos. 

-Hola, buenos días, Apolo, Hipólita y Hera-hablé sonriendo de manera cálida. 

-Hola Artemisia, queríamos darte estos dulces como disculpas por lo que paso- habló Hipólita. 

Recibí el regalo, eran unos dulces de chocolate- muchas gracias, no era la necesidad, me los comeré en el trabajo se ven deliciosos- realmente se veían apetitosos, además estos dulces eran de mis favoritos. 

-Es mejor que vayas al trabajo antes de que se te haga tarde y que disfrute los dulces en tu trabajo- habló Apolo. 

—Bueno tienes razón, tengo que irme porque si no llegaré tarde al trabajo, otra vez les agradezco por este detalle—dije sonriendo y me fui en ese momento. 

Llegué al trabajo y como hoy no llegaron turistas en la parte que me toca como guía, entonces empecé a comer aquellos dulces que me habían dado como regalo, realmente estaban muy deliciosos, me faltaban solo dos dulces para terminar la caja que me habían dado, cuando alguien me quita uno de los dulces. 

-Ey, ¿por qué me quitas mis dulces sin mi permiso? - dije enojada. 

-Lamento que te enojes, solo vi el dulce y lo agarré porque quería probarlo- contestó sin darle importancia. 

-Claro no me digas que le gustas agarrarles las cosas a las demás personas solo porque te gustan y ya, ¿a ti te gustaría que te hicieran lo mismo? - hablé enojada. 

-No te puedo contestar, porque nunca lo he vivido- habló cuando se andaba comiendo el dulce -además porque haces tanto escandalo porque te quite un simple dulce- dijo divertido. 

- ¿qué gracioso? - dije suspirando –claro, como a ti no te quitaron tu comida de manera abusiva y se los comen sin el permiso del dueño, pues que puedes decir, mejor me voy antes de que formé un escándalo- dije parándome, pero aquel idiota me detuvo. 

-Pero, si tu provocaste el escándalo, eres demasiado escandalosa por un dulce, hacer un escándalo, pero si fuera algo importante- dijo sonriendo y a la vez cruzando los brazos. 

No le contesté nada, me fui del lugar a otra parte del museo, como no llegaron hoy visitantes, me fui de visitante por otras partes del museo, solamente conocía una pequeña parte del museo a lo que realmente era. 

Dentro del museo había una heladería así que me compré un helado de chispas de chocolate, eran mis favoritos, me sentí en una mesa de la heladería y empecé a mirar detenidamente cada persona que pasaba. 

Mientras comía el helado traté de recordar el rostro de la persona que salía en mi sueño, pero eso no era lo único que me daba curiosidad, sino también la parte que vi de mis padres, ¿esa bebé que recogieron en el bosque era yo?, pero si fue así porque nunca me lo contaron, algo se me hacía extraño de aquel sueño, se veía tan real. 

Trate de recordar aquel hombre que me había robado mi dulce, porque sentía que lo había visto antes, porque ahora recuerdo esto, ahora empiezo a recordar cada cosa, ¿qué está pasando? Quiero hablar con la parca, quiero contarle lo que me está pasando a ver si ella sabe de algo. 

-No puedo hablar con ella acá- susurré para mí misma. 

-Señorita ya te comiste el helado, es que están llegando más clientes y necesitamos que quienes ya disfrutaron de su helado y han pasado mucho tiempo se retiren, ya que están ocupando un puesto que nuevos clientes necesitan- dijo sonriendo, no le vi nada de malo, ya que estaba en toda la razón, había muchas personas entrando a comprar helado y a disfrutar de este en las mesas de la heladería. 

Solo le sonreí, pagué el helado y me fui. 
Empecé a dar vueltas de nuevo por todo el museo, había pasado el tiempo y llegué a una conclusión, este es el trabajo que necesitaba desde hace tiempo. 

Terminó mi tiempo en el trabajo, así que decidí irme a pie hasta mi casa. 

Nunca había disfrutado tanto de la vista, pero no todo se puede disfrutar, de nuevo me encontré con aquel hombre, lo miré de reojo y seguí caminando. 

-Oye, ¿por qué me ignoras? - habló. 

- ¿quién te está ignorando? - cuestioné sin interés. 

-Me estas tomando el pelo- expresó, vi el brillo de sus ojos que reflejaban algo tan extraño que sentía como si ya lo había experimentado. 

-No veo que te esté sujetando tu apreciado cabello- hablé con ironía. 

-Ya deja de bromear, quiero invitarte a cenar para disculparme por lo que paso esta tarde en el museo- confesó arrepentido, pero ni tan arrepentido solo tomaba esto como una excusa para algo. 

-No lo veo necesario- hablé con voz neutra, no quería ir. 

-Pero, solo quiero disculparme contigo- respondió. 

-No, no lo veo necesario, ya con eso que dijiste me basta y me sobra, no quiero hablar más contigo, tengo que regresar a mi casa así que adiós- hablé. 

Empecé a caminar, pero este no me dejo. 

-Por lo menos me puedes dar tu número- dijo riendo, sujetando mi brazo. 

-sabes que eres una persona fastidiosa, si quieres mi número tendrás que ir una semana al museo como visitante y pagar más 100 euros en recuerdos que ofrece el museo, pero por cada día debes de pagar los cien euros, además tienes que pedirme perdón todos esos días dejándome una caja de dulce de la que me quitaste y luego de todo esto aceptó la cena y te doy mi número- hablé con ganas de reírme, pensaba que iba a rechazar el trato. 

- ¿solo eso? - habló. 

Como que ¿solo eso?, acaso tiene muchas ganas de aceptar lo que dije. 

-Entonces 700 euros debo gastar en 7 días, darte una caja todos los días de esos dulces que te quite y los cien euros por día, es muy poco dinero, mejor gastaré mil euros por día, así te ayudaré- habló seguro. 

¡Cómo conseguirá todo este dinero! Acaso esta demente, así de urgente necesita una cena y mi número. 

- ¿qué pasa?, no te parece bien, entonces te daré los siete mil euros ahora y seguiré con los mil euros cada día por una semana- confesó, abrió su cartera y sacó los siete mil euros- los necesitas ahora, ¿por qué estas tan callada? - 

- ¿acaso te robaste algún banco? Como tienes tanto dinero- hablé confundida. 

—solo quiero que me perdones, me siento mal que empecemos mal, eres una persona linda así que quiero empezar de nuevo por eso estoy aceptando tu trato y lo del dinero... no importa, tengo todo el dinero necesario para gastar inclusive más de esa cantidad que te digo en un día—expresó coqueto. 

-Entonces dame los siete mil euros- dije sin más rodeos, el solo los entregó y se acercó más hacia mí. 

-Te estaré esperando a la entrada del museo, estos siete días seguido- habló por última vez guiñando el ojo. 

¡carajo! Ahora como hago para apartarlo de mi vida. 

Me fui con los siete mil euros a mi casa, llegué cansada de la caminata que tuve, quedaba un poco lejos, me senté por un momento en la banca que estaba cerca de la puerta. 

Me quede mirando por un momento el lugar en donde había visto aquel hombre ayer, no entendía porque se me había quedado viendo y porque traía un collar en sus manos, aquel collar que alumbraba aquel lugar tan oscuro. Aún seguía pensando que era una alucinación, pero porque lo sentí tan real, porque ahora todo lo que me pasa se siente tan real. 

Recosté mi cabeza hacia la pared, quede mirando hacia el cielo, hoy andaba muy hermoso, nubes de color azul mezclada de colores rosas, rojos, era el mejor atardecer que había visto en todo este tiempo que he estado en Inglaterra. 

No podía dejar de mirar el cielo, era como si me hubiera flechado tanta belleza, era algo tan asombroso, que no podía, era como si me trasladara hacia otro lado. 

-Hola- Escuche la voz de alguien, deje de mirar al cielo y le di una sonrisa a la persona que me saludó. 

-Hola, no esperaba que me saludaran cuando llegará a casa de mi trabajo- dije riendo, ¿por qué el hacia cambiar mis estados de ánimo? 

-Solo quería verte, ¿cómo estuviste en el trabajo? - habló sentándose al lado mío. 

-Me fue muy bien, como no tuve visitas pude terminar de explorar el Museo, no conocía todo el lugar - hablé alegre. 

-Me alegra escuchar eso, vas por buen camino, ya pudiste descubrir nuevos espacios, y ¿cómo te sentiste al explorar todo el museo? - expresó dándome una sonrisa cálida, era muy amable y eso me gustaba de él, que fuera amable porque no todas las personas tenían esto, aunque decían que lo tenían, sus acciones hacían ver todo lo contrario. 
—Pero que preguntas, me fue super bien, eso debes saber, además te debía un paseo, ahora si tengo ánimos de darte un tour por el lugar—hablé divertida. 

—Bueno, eso era lo que esperaba, por eso te andaba esperando— confesó desvergonzado. 

- ¡ey! Y yo pensando que eras alguien amable, de verdad no tienes vergüenza, siempre dices las cosas despreocupado- manifesté, mirando sus ojos. 

Primera vez que veo el color de sus ojos, eran verdes, pero un verde que primera vez en mi vida veo, era ese color tan bello, que le daba un toque tierno y agradable. 

-Mejor dame el tour, que he esperado con tanta ansias- dijo ansioso Apolo. 

-Bueno, pero deja que me cambie el vestuario- hablé. 

-Está bien, entonces ve y yo te esperare aquí- contestó sin nada más. 

Entre a la casa, deje mis cosas en el sofá, fui a la cocina por un poco de agua, luego fui al cuarto, busque mi vestimenta, era una camisa que me quedaba en forma de vestido, pero era esta camisa era para ocasiones informales, un pantalón holgado y tenis, la camisa era de color azul, el pantalón de color negro al igual que los tenis, me hice una coleta, cepille mis dientes y después salí. 

Aún estaba ahí, en la banca en donde dijo que esperaría, pero ¿por qué estaba mirando al lugar en donde vi aquel hombre ayer por la noche? bueno, aunque el mire hacia ese lugar no quiere decir que el haya visto lo mismo que yo, además que se fue a su casa más temprano. 

-Ya estas lista- habló girando hacia donde me encontraba- es imposible que a una persona le quede tan bien, sin importar el estilo de ropa que lleve puesta-  

—No empieces con halagos, vamos, necesito salir del Tour—hablé, estaba nerviosa, era la primera vez que daría un Tour a algún hombre, aunque daba muchos en el museo, era diferente, ya que son solo dos personas. 

-Espero, que ese Tour no sea porque lo dijes solo por decirlo- habló. 

—Mejor comencemos—hablé, empecé a darme cuenta de que hay personas buenas analizando a los demás. 

Empecé mostrándole aquel parque estaba cerca de donde vivíamos, era un parque muy hermoso, lleno de árboles con hermosas flores, ya que había empezado la primavera, tenía una fuente en el medio de esta, bancas al lado de esta, nunca me había fijado de lo hermoso que era esto. 

Luego fuimos a un supermercado, a todos los lugares que fuimos eran muy hermosas, a excepción de un lugar, que me traía malos recuerdos, no sabía qué hacer cuando llegamos a este lugar. 

- ¿qué pasa? - habló Apolo curioso - ¿por qué estas así? - 

- ¿así cómo? - hablé, sin dejar de ver aquel lugar. 

- ¿qué es eso? - preguntó -no le encuentro forma a este lugar, de que trata este lugar- habló mirando aquel lugar, no entendí como no habían quitado este lugar, aún seguía ahí, estaba completamente segura de que ya lo habían quitado. 

-Es una cabaña- hablé. 

- ¿cabaña? ¿una cabaña en medio de la ciudad? - habló muy confundido. 

-Eso mismo me he preguntado tantos años, no sé cómo puede seguir existiendo ese horroroso lugar, en donde le hacían daño a la gente- hablé tensa, no sé porque nos habíamos quedados parados en este lugar. 

- ¿cómo que daño a las personas? - habló más confundido de lo que estaba – acaso sabes algo de eso- 

-Mucho daño- corregí - ese lugar lo utilizaban para torturar a las personas, era un lugar de diversión para un grupo de cinco chicos, eran unos malditos psicópatas y a las mujeres que les parecían muy lindas, las secuestraban y las traían a este lugar- hablé horrorizada a lo que le había dicho. 

- ¿tú entraste a ese lugar? - habló mirándome – veo que este lugar te trae malos recuerdos- 

-Entre a la fuerza- confesé - esos malditos eran una basura- 

-Pero ¿cómo ocurrió esto? - dijo enojado – porque se meterían con alguien que ni ellos conocían- 

-Yo no los conocía, pero ellos a mí sí, siempre aparecían en el museo- hablé recordando aquel trauma – Antes de los hechos, llegue al punto de nunca haberle prestado atención a ese lugar siempre lo miraba como un lugar normal, pero cuando entre a este lugar quede petrificada de lo que hacían a dentro- hablé nerviosa, mirando hacia mis manos. 

-Lo entiendo, si no quieres contarlo, está bien, deberíamos ir nos de aquí antes de que pase algo más- habló preocupado. 

-Lo siento- hablé triste, no podía mirarlo. 

-No lo sientas no tienes la culpa de nada- habló. 

Llegamos a mi casa, él se despidió y yo entre a la casa, al ver ese lugar me trajeron recuerdos que desearía borrar, que no quería recordar al igual que la muerte de mi familia. 

Hace 6 años había aparecido la noticia de la desaparición de varias mujeres, no solo de este sector, sino de muchos, nadie presentaba sospechas sobre aquel lugar ya que esa cabaña había sido abandonada hace muchísimos años, una vez llegué a ver a una mujer que se la llevaban dos chicos con vestimentas muy extrañas, pero no les preste atención. 

A los tres días encontraron aquel cuerpo de la mujer dentro de una bolsa negra en un contenedor de basura, en estos lugares no era normal ver estos casos, pero las personas no le prestaron atención al igual que yo, bueno ese día no vi nada sospechoso como para dudar que iban a matar a aquella mujer. 

Después de una semana de la noticia de la muerte de esta mujer, aparecieron dos chicos, se parecían muchos a los que aquel día se habían llevado a la chica, solo venían como “visitantes, solo querían descubrir la historia, descubrir objetos sorprendentes”, en fin, eran excusas para su verdadero objetivo. 

¿Quién pensaría que estos dos chicos eran los responsables de la desaparición de las mujeres desaparecidas toda esa semana?, parecían dos chicos normales, pero no era así, un día por la noche me topé con los chicos, no les presté atención y seguí adelante. 

No pensaba que estos dos me tenían como su próximo objetivo, pero no podía morir así ellos lo deseaban, ya que las heridas que me causaban las personas no me hacían daño, ya que se curaban minutos después o segundos de causarlos. 

A vece la belleza podía convertirte en tu mayor enemigo, por la culpa de algunos hombres, pero eso no me importaba en nada, no sabían que yo era más fuerte, no se esperaban que las heridas que me harían en mi cuerpo no me harían ningún daño. 

Faltaba solo una cuadra para llegar a mi casa, cuando siento que alguien me sujeta desde atrás, ¡eran ellos! No hice nada ya que como gran aventurera quería meterme a la boca del lobo, lo último que recordé fue la manera en cómo se miraban ambos, porque en el pañuelo que me habían puesto en frente de mi nariz había un olor que me hizo dormir. 

Cuando me levante estaba amarrada sobre una silla, tenía la boca tapada, no podía decir nada ya que esta no me dejaba hablar. 

-Ya se levantó la chica- habló uno de ellos. 

-Vaya belleza, ya era de que te levantaras- habló el otro chico sonriente, tenía una asquerosa sonrisa de pervertido. 

Los miro enojada, ambos me miraban sonriendo, no paso poco tiempo cuando entraron otros tres chicos junto a una mujer inconsciente, esta estaba llena de moretones por todo el cuerpo, en uno de sus brazos tenía cortadas, muchos hematomas, podía sentir el dolor de la chica, no le faltaba mucho para morir. 

Los tres chicos llevaron a la mujer a la habitación que se encontraba al lado de donde me encontraba, no podía imaginar lo que le iban a hacer a aquella chica, solo sus miradas lo decían todo, malditos asquerosos. 

Lo único que pensaba era en hacerlos sufrir a la misma manera en cómo hicieron sufrir a muchas mujeres, aunque la desaparición de mujeres había incrementado en esta última semana, esto había empezado desde hace unos meses.  

-Lo sentimos, no nos habíamos dado cuenta de que tenías la boca tapada- habló uno de los dos imbéciles que se encontraban en la habitación conmigo. 

El otro chico se acercó y me quito aquel trapo que tapaba mi boca. Di un suspiró y me quedé callada mirando enojada a ambos chicos, no sabían la sorpresa que se esperarían. 

- ¿por qué no dices nada, pequeña? - dijo acercándose y tomándome por la mandíbula – era la chica más bella que he visto en toda mi vida-  

-Y la última que veras- completé sonriendo de medio lado - así que recuerda muy bien mi rostro maldito asqueroso – dije estas últimas palabras cuando aquel hombre me golpe en mi rostro. 

-Maldita zorra, ¿qué mierda acabas de decir?, te crees mucho por ser linda, tu morirás de primero antes de nosotros- habló enojado volviéndome a golpear. 

—Déjala, faltan varios días para hacerla sufrir, mejor que sufra bastante antes de morir—habló el otro chico que se encontraba justo a mi lado. 

El que me había propinado varios golpes en el rostro se había ido, mientras yo quede con el otro chico. 

-Psicópata ¿cómo te llamas? - hablé sin importarme si este me golpeará o no. 

-qué carajo te importa mi nombre- alegó- puede que sea un psicópata, pero tú eres la responsable de esto- habló mientras limpiaba un cuchillo.  

-Solo quiero saber tu nombre, es simple curiosidad, solamente eso- hablé riendo. 

- ¿De qué te ríes? - dijo curioso – acaso no vez lo que tengo en la mano- 

-Acaso no me puedo reír, y por lo que tienes en la mano, pues no me da miedo- hablé mirando su rostro con mi rostro neutro. 

-Acaso te crees muy valiente, si quieres empiezo con tu sufrimiento- habló riendo, él lo que quería era jugar con mi cuerpo, producirme cortadas a través de aquel cuchillo que tenía, que seguramente lo estuvo pasando por las otras chicas que han pasado por aquí, que salieron muertas de este lugar. 

- ¿por qué no empiezas de una maldita vez? - cuestioné riéndome – acaso crees que soy fácil de matar, eres un estúpido, pero es mejor que lo compruebes, te daré una maldita semana, si se acaba la semana y no me has matado, tú serás el que saldrá de este lugar muerto junto a los cuatro malditos psicópatas que tienes compañero- 

-Mira maldita mocosa, aquí el queda las amenazas soy yo, no eres tú que te quede bien claro- habló acercándose a donde me encontraba, cortando la tela del pantalón que traía puesto. 

-Solo puedes hacer eso, que cobarde eres, no puede ser que alguien que haya matado a tantas mujeres no sea capaz de propinarle una cortada a otra mujer en su pierna- hablé con un tono burlesco. 

-Maldita, si supieras que no soy capaz de hacerte daño y no entiendo porque mierda puedo hacerte daño, será por tu absurda belleza que me ha hechizado- habló confuso. 

-Ja, que gracioso, ahora no puedes, deberías irte a hacer otra cosa, porque no empiezas con lo que tanto deseabas, ¡acaso tengo que esperar tanta mierda! - hablé enojada, me daba igual lo que me harían, solo quería desquitarme con ellos, poder cobrar venganza por aquellas vidas inocentes que apagaron su luz en este repugnante lugar. 

La irá de recordar aquellas noticias, recordar por lo que he pasado por toda mi vida no era comparado a lo que me estaba pasando ahora, era algo minúscula, pero a diferencia de mi para aquellas mujeres que pueden morir fue su peor momento. Si no fuera inmortal estuviera suplicándoles de rodillas que no me mataran, pero como este no es el caso, entonces solo quería verlos sufrir en esta semana al saber que no me pueden matar. 

- ¡Carajo! - gritó clavando el cuchillo a la pared - dime una cosa ¿a ti te gusta sufrir? No entiendo ¿por qué estas tan feliz? Acaso deseas morir- 

-Ese no es tu problema- contesté indiferente. 

-Mírame bien- dijo sujetándome fuerte de mi mandíbula- puede que yo no te pueda hacer nada, pero mis otros cuatros amiguitos se divertirán verte sufrir, ver cuando empieces a suplicar por tu vida, porque eso es lo que nos encanta ver de todo esto, esto para nosotros es un método para divertirnos- 

-Es enserio- hablé irónica – yo seré más feliz cuando los vea suplicar por sus vidas, ya te dije, no sabes nada de mi- el chico solo me miraba furioso, notaba que quería clavarme aquel cuchillo en alguna parte de mi cuerpo, pero a la vez no podía hacerlo. 

- ¿qué irónico? - hablé mostrándome asustada – que deseas apuñalarme, pero que no seas capaz-   

-Mejor me voy y te dejo con mi otro amigo- habló burlándose. 

En la habitación que se encontraba a mi lado, en donde habían entrado aquellos hombres con la mujer se escuchaban gritos, la chica solo pedía que la dejaran en paz que no le hicieran más daño, pero estos desgraciados se burlaban de su sufrimiento, se reían en forma de gritos, odiaba esto. 

-Hola cariño, me dijeron que te estabas burlando de mi amigo- habló aquel idiota que me había golpeado hace poco. 

-Cariño, no me digas así que tu mereces esa palabra no le mereces de que te la digas a alguien o que te la digan a ti- hablé mirándolo enojada, quería viajar hacia mi casa a través de mi poder, pero no podía hacerlo mientras estos imbéciles se encontraran en el lugar. 

-Mejor empecemos con la diversión, ¿qué te parece?- dijo rozando aquel cuchillo por mis piernas- tienes un cuerpo muy lindo, un rostro muy hermoso, pareces tan irreal que desearía despedazarte de una vez, pero me gusta ver a las mujeres sufrir, así sean las más bellas, me gusta ver como esa belleza se les va dañando con el paso del tiempo- habló con una voz muy extraña, pareciera que estuviera poseído por un demonio, esas voces las conocía sabía que no eran de solos personas normales, pero lo sabré cuando los mate. 

-Carajo, por fin alguien que no le da miedo mi belleza, porque no empiezas con tu diversión, te lo advierto de una vez si de aquí a una semana yo no he muerto, todos tus amiguitos y tú morirán gracias a mi- hablé del mismo tono en como ellos me decían y a la vez tratando de soltar el marré que tenía en mis manos que no me dejaba mover. 

-Acaso te crees mucha cosa, solo por ser bella- habló rasguñando mis piernas, empezaba a ver como la cuchilla entraba por la piel de una de mis piernas – no te parece esto divertido, dime ¿qué tal se siente? - habló de nuevo esta vez hundiendo el cuchillo, sentía como este entraba por mi piel, pero no sentía tal dolor, pero no me imaginó lo que las otras tuvieron que sufrir. 

No volvió a decir nada y empezó a apuñalar mis piernas con aquel cuchillo, mis piernas no sangraban tanto, era muy poco la sangre que salía de las cortas, cada cortada destrozaba la belleza de mis piernas, así será de psicópata que me hizo un corazón en mi pierna con su asqueroso cuchillo realizó aquella figura y dentro del boceto que hizo en mi piel, fue quitándomela poco a poco hasta el punto de ver lo que se encontraba debajo de mi piel. 

-que lindo tatuaje- habló riéndose mientras terminaba de quitarme el ultimo trozo de piel que estaba dentro de aquella figura- no me digas que no me puedes decir nada, por el dolor que sientes- 

Este desgraciado quería que sacará mi arma de doble filo. 

-Es enserio, ¿es lo único que tienes?, no me duele en lo absoluto- hablé con burla, me gustaba verle el rostro de formado por las palabras que le dije. 

-No te duele, entonces que me dices de esto- dejo de cortarme en mis piernas y pasó hacia mi abdomen, me corto aquella camisa que traía puesta, era mi camisa favorita, destrozo toda mi camisa dejando ver mi sujetador, era de color negro, luego de esto se quedó un tiempo observando mi cuerpo –con que eso ocultabas de bajo de este traje- habló mostrando una sonrisa perversa. 

Después de observar mi cuerpo por un buen tiempo, sujeto el cuchillo de nuevo y este lo empezó a pasar por todo mi abdomen, pero sin aun haberme propinado cortadas con esta. 

-Mira ahora lo que te haré- solo lo miraba sonriente, el muy idiota no se había dado de cuenta que ya no tenía las cortadas en las piernas. Empezó a hundir el cuchillo desde mi ombligo, cada vez que movía el cuchillo lo hundía más, ¿no sé cómo estas cortadas no me destruyeron mis órganos internos?, al pasar el cuchillo por mi estomago ya se encontraba muy profundo, sentí como destruyo la barrera de esta, pero al poco tiempo de pasar el cuchillo estas se curaban más rápido que las heridas externas. 

Al terminar esto, se marchó, dejándome sola. Empecé a mover mis manos para tratar de soltar mis manos de aquellas ataduras, me tomo mucho tiempo hacer esto, debido a lo bien que amarraron la cuerda a mis manos. 

Me asomé por unas de las ventanas, era de noche, era como medianoche, solo podía ver muy pocas estrellas y la luna, estaba en la fase de luna nueva. Empecé a explorar el lugar, encontré la puerta de la salida de este lugar, pero estaba con candado, estos idiotas nos habían dejado encerrada. Mis manos tenían hematomas, pero habían empezado a curarse, ¡enserio ese idiota no se había fijado en mis piernas. 

Me encontraba en ropa interior, mi camisa, mi pantalón y mis zapatos estaban destruidos. Todo eso se encontraba cerca de la silla a la que me habían amarrado. Me dirigí a la cocina, abrí el refrigerador para encontrar algo de comida, pero en vez de eso me encontré cosas peores. 

- ¿cómo carajo, pueden disfrutar esto? - dije con voz baja, en la nevera solo se encontraban los restos de una mujer, no se podía reconocer por todo lo que le habían hecho. 

Salí de ese lugar, recordé en el momento en que me levanté, vi una mujer entrar al cuarto de a lado, entré al cuarto, encontré a la chica tirada en la cama, llena de moretones, hematomas y cortadas por todos lados, no podía creer la cortada que tenía en una de sus mejillas. No me había dado dé cuenta de que tenía una venda en los ojos, ¿estos desgraciados que le hicieron a esta mujer?, me cuestioné sabiendo la respuesta, su cuerpo lo decía todo, a parte de aquellas cortadas, moretones y hematomas tenía marcas por todos lados, ¡andaba desnuda! ¡¿Qué más podían hacer con ella!? 

—Por favor, no quiero más— habló la chica asustada, pensaba que era uno de esos hombres. 

-Tranquila, he venido a ayudarte- hablé acercándome a donde se encontraba, le quité la venda, ella solo me miraba asustada - ¿quieres salir de este lugar? - 

- ¿quién eres? - habló confundida y estando al tanto de que no vinieran. 

-Eso es lo de menos, ven levántate, necesito que te vallas de acá, no te preocupes por mí, yo me haré cargo de esos psicópatas- hablé dándole confianza a la chica. 


Ella solo se levantó, la lleve a una de las ventanas que se encontraban en este lugar, no le importaba a ella escapar desnuda, porque lo que quería era salir de este infierno, infierno que llego a tener por esos imbéciles, solo con el pretexto de ¡su belleza! 

-Ven te ayudo, sé que estas muy adolorida por todo lo que te han hecho esos monstruos, te voy a decir algo, cuando salgas de aquí solo pide ayuda, no digas en donde estabas, yo me haré cargo de toda esta mierda- hablé, ella solo asintió, andaba muy asustada, termino de salir a la calle a través de la ventana – corre y no mires hacia atrás- fue las últimas palabras que le dije, salió corriendo del lugar sin mirar atrás como le había dicho. 

Entré de nuevo al lugar, tenía mis ojos cristalizados, no podía soportar tantas cosas que me habían pasado en mi vida y ahora se suma esto, ¿por qué tengo una vida llena de sufrimiento? Se que para encontrar la felicidad hay que sufrir, pero esto que me pasa hace que mi sufrimiento crezca cada vez más, entonces ¿cuándo encontraré la felicidad?, sabía que mi trabajo me hacía feliz, pero ese no era el tipo de felicidad al que me refería. 

Era a una felicidad grande, en donde esta me permitiera sonreírles a mis desgracias, en donde tenga más momentos agradables, en vez de momentos de sufrimiento. 

Primero ver como maté a mi familia por esos demonios, luego vivir una guerra donde sobreviví por mi eternidad, luego otra guerra más, sobrevivir a un atentado que le hicieron a donde trabaja antiguamente, que una persona a la que confiaba me lanzara por un abismo y muchas cosas más, pero ahora entraba a esta carpeta que mi celebro no podía borrar por más que deseaba. 

Escuché unos ruidos, eran ellos, corrí y me acomodé a donde ellos me habían dejado, actué como si estuviera dormida.  

-Mírala toda dormida- habló uno de estos idiotas. 

-No les preste atención, mejor divirtámonos con la otra mocosa- habló otro. 

Se fueron de aquí, pasaron al otro cuarto, pero no se alteraron, entonces ¿qué empezaron hacer? Para que no se hayan dado dé cuenta de que la chica ya no estaba. Bueno estos dos resultaron con sorpresas. 

Paso una semana completa, aunque ellos me maltrataban de la manera más horrorosa, no me pudieron matar. Cada día, cada noche de esta semana que paso era la más horrorosa que había experimentados. 

Desde cortadas, golpes, abusos, acoso, pero en este caso estos abusos no llegaron a quitar mi hermosa virginidad. Mi cuerpo en cada momento se sanaba, desde hematomas, huesos rotos, rasguños, chupetones, cortadas, cada cosa que le hacían a mi cuerpo esta misma se curaba. 

- ¿Cómo carajo sigues viva? ¿cómo carajo no tienes ninguna herida? Contéstame maldita- habló furioso, solo los miraba riendo a los cincos. Malditos que disfrutaron de todo lo que hicieron con mi cuerpo, pero ahora llego mi turno. 

-Mejor vamos a buscar algo para comer, mientras tanto dejémosle una hermosa cortada en medio de su abdomen- habló otro imbécil, este me proporciono aquella cortada, pero en este caso fue la más dolorosa, así fue de fuerte aquella cortada que pude sentir dolor. 

-Mierda- hablé, ya se habían ido, solté de nuevo mis manos, fui a la cocina a buscar aquel cuchillo con él que me habían apuñalado más de una vez –Me encantará verlos sufrir-  

Me escondí dentro del jardín que tenía la cabaña, esta tenía grandes muros que no dejaban salir a las personas, era como una prisión. Escuché cuando empezaron a gritar, escuché cuando uno de ellos dijo que no me encontraba que ¿cómo escapo? Vi salir a uno de ellos al jardín, me fui caminando hacia donde estaba, cuando estaba detrás de él lo sujeté por el cuello, rodeándolo con el cuchillo en este, le propiné una cortada en la vena que resaltaba en su cuello, más otras en los hombros, corte su camisa y con esta misma lo amarré, le tape la boca como habían hecho con todas esas mujeres que utilizaron. 

-Bingo, uno de cinco- susurré. 

Esperé por un momento, mientras veía como este se revolcaba del dolor en el suelo, le había dado una cortada letal, pero para que este muriera necesitaría unas horas de mucho sufrimiento. 

Me escondí dentro de uno de los baños, esperé un buen tiempo, mientras me encontraba dentro escuché que uno de ellos iba ir al baño, entró justo al baño en donde me encontraba. Cerré la puerta con candado, agarré una camisa llena de sangre que estaba dentro de este baño, tapándole la boca hasta que dejara de respirar. Me tomo unos cinco minutos mientras este pataleaba, cuando ya no respiraba lo amarre como había hecho con su otro amigo. 

Esta vez le corté las muñecas, bueno una de sus muñecas, veía como la sangre caía, me sentía satisfecha de tomar venganza por lo que me habían hecho esta semana que paso y por las chicas que murieron por culpa de ellos. Después de unos minutos vi que este se levantó asustado, no podía moverse, porque andaba amarrado por todo su cuerpo. 

- ¿qué te parece esto? No te excita esta mierda, dije golpeándolo en su parte intima, podía escuchar su gemido de dolor, aunque el trapo que tenía amarrado en la boca no dejaba escuchar muy fuerte el sonido – ahora te haré una hermosa marca en tu asqueroso y repugnante rostro- Dije estas palabras cortando una de sus mejillas, este solo se revolcaba del dolor al saber que no podía hacer nada. 

-Bingo, dos de cinco- susurré, mientras pisaba su abdomen, sacándole mayor parte del aire. 

Salí y dejé la puerta con candado, escaneé con cuidado el resto del lugar, me di cuenta de que había una piscina vacía, pero había una manguera, hermosa idea que se me ocurrió para matar a algunos de los tres que faltaban. Escondí el cuchillo cerca de la piscina, entre a la casa cuidadosamente, vi como dos de ellos iban por unas cervezas así que aproveché que uno de ellos se quedó solo. 

Me daba risa la actitud de ellos, al no cuestionarse sobre sus otros amigos, de porque tardaban tanto. Esperé a que este se dirigiera al cuarto en donde me encontraba. Agarré un florero de porcelana que se encontraba lleno de polvo, fui caminando cuidadosamente hasta estar detrás de este, lo golpeé fuerte con el florero en todo el cráneo, viendo como del golpe salió sangre, este calló desmayado al suelo. 

Lo amarré con unas cadenas que había en uno de los cuartos, le amarré la boca con los restos de mi camisa. Lo arrastré por toda la casa hasta llegar a la piscina, lo lancé sin importarme si se había rompido los huesos, lancé las cadenas y esperé sentada a que este se levantará. 

-Hola puto enfermo- hablé cuando este abrió los ojos con gran firmeza, me quedo mirando y luego miro a su alrededor asustado- sorpresa, mira en donde estas por todos los delitos que has cometido- dije juguetona, me dirigí hacia donde se encontraba la manguera, abrí la llave y acomodé la manguera dentro de la piscina, este al ver la acción empezó a revolcarse al saber que no saldrá vivo, puede que la cadena lo deje nadar un poco, pero la piscina es de 2 metros no podrá salvarse cuando se termine de llenar esta por completo. 

-Qué divertido es ver esta escena- dije estas palabras con una sonrisa de oreja a oreja, por fin pude tomar lo que deseaba desde hace una semana – pero los dos desgraciados que me hicieron daño, aun no los he podido atrapar- le dije dando un gesto de aburrimiento. 

Me detuve un rato viendo cómo se iba llenando la piscina de agua, podía sentir lo que en este momento tuvo aquella chica que salvé dentro de él, eran las mismas emociones. Me aburrí cuando iba el agua llenando la piscina por la mitad, me fui y me senté en un sofá que estaba dentro de la casa. Cuando llegaron los otros dos esperé a que uno se fuera a dormir, estos dos, acaso piensan que el chico que salió al jardín me tenía atrapada. 

Solo había quedado despierto el que me había maltrato todos estos días, al que deseaba sufrir más. Se puso a ver la televisión y el hablando para el mismo dijo –supongo que ya la atraparon, por algo hay tanto silencio- 

Fui a la cocina a buscar una mechera, abrí el refrigerador y saque una de las prendas que se encontraban congeladas, la deje un rato remojar en agua, mientras me dirigí a jardín, busque un lugar en donde no había tanto pasto, agarré una pala y abrí un hueco, coloque una silla de acero dentro de esta, aquel hombre que había dejado tirado en este jardín me observaba con gran temor, se podía notar desde su mirada. 

Busqué por todos lados a ver si encontraba gasolina y bingo, al lado de aquel idiota se encontraba una, me regresé a donde se encontraba y agarré la pimpina de gasolina, colocándola al lado de donde estaba la silla dentro del hueco, luego busqué unas cuantas cadenas que había en el mismo lugar en donde había encontrado las otras y las coloqué junto a la pimpina de gasolina. Me fui de nuevo a la casa y me acerqué cuidadosamente a donde se encontraba él, estaba tan concentrado en la televisión que no se dio cuenta de mi presencia. En mis manos tenía una roca que había conseguido en el jardín, era muy grande. Apliqué la misma manera como con lo que le hice al chico de la piscina. 

Lo amarré con las cadenas en la silla, agarré la camisa remojada en agua, colocándola en el piso, corté parte de la camisa que él traía, esperé a que despertará del golpe, mientras me senté encima de la pimpina de gasolina, el pedazo de camisa que había cortado la volví a romper en dos partes. 

- ¿qué hago aquí? - habló aquel imbécil mirándome, sentía temor al encontrarse de esa manera. 

-Pues que te puedo decir- hablé encogiendo los hombros, levantándome y sujetándolo con el pedazo de camisa que le había quitado –Hoy morirás de una manera que nunca se te habrá pasado por la mente- de inmediato sujeté su boca con el pedazo de camisa amarrándolo de tal manera que no pudiera hablar. 

-Mira lo que tengo, es una hermosa pimpina de gasolina que caerá sobre tu cuerpo y por aquel hueco en donde estas metido con esa hermosa silla de acero- hablé mirándolo, dándole un gesto de burla –te lo advertí, hace una semana, si no muero dentro de esta semana, ustedes morirán y mira aquí estoy cumpliendo mi palabra- 

Abre la pimpina de gasolina, la alcé y la empecé a rosear por todo el cuerpo de aquel hombre y parte del suelo que estaba cerca de él, él solo miraba con enojo al saber que morirá en manos de una mujer, agarré el otro pedazo de tela y remoje una parte de esta con gasolina, lo encendí con la mechera – Qué disfrute tu bello asesinato- dije lanzándole la camisa a donde se encontraba, se encendió cada espacio que andaba remojado por gasolina. 

En mi caso solo miraba el bello espectáculo desde lejos, mientras este se revolcaba por el dolor de las quemaduras y al no poder hacer nada. 

-Bingo, cuatro de cinco- volví a decir. 

Fui al cuarto en donde el otro hombre se encontraba durmiendo, analicé la parte del segundo piso de la cabaña, se me ocurrió dejarlo de cabeza colgando desde el segundo piso. Busque otra cadena, me asomé a la cama en donde estaba durmiendo, agarré una almohada que se encontraba al lado de él, coloque la almohada encima del rostro de él dándole bastante presión, mientras el pataleaba por buscar respiración, se quedó completamente dormido como unos dos minutos después. 

Lo arrastré hasta el balcón del segundo piso, lo amarré de los pies de la cadena y con un lazo amarré sus brazos, lo acomodé quedando de la manera en cómo dormían los murciélagos, esperé a que se levantará. Después de unos quince minutos se despertó, pero aún se notaba inconsciente, cuando se dio de cuenta que estaba boca abajo colgado desde el pasillo del segundo piso, empezó a hacer todo lo posible para bajarse de esta, pero nada le sirvió. 

- ¡qué lindo gusanita- hablé asustándolo. 

- ¡Bájame de aquí! O quieres que llame a los demás- habló temeroso. 

-Me da igual si los llamas o no, al fin y al cabo, están en su lecho de muerte- dije mirando el cuchillo que tenía en mis manos -será divertido que tu seas el último de los cinco- 

- ¿qué carajos hiciste? - habló enojado. 

-Solo hice mi trabajo, vengarme de lo que me hicieron ustedes durante esta semana y por todo lo que les hicieron a todas esas mujeres- hablé mirándolo enojada. 

Se quedó callado, así que empecé con mi parte, como la cadena era larga lo pude acomodar a mi altura para poder divertirme. 

-Te voy a cortar tu abdomen- hablé, el me miro atónito, como si él nunca lo hubiera hecho, sujeté la cuchilla dándole una cortada que lo hizo gemir dolor, solo lo miraba mientras la sangre bajaba por su rostro –que divertido es esto- 

-Eres una maldita psicópata- habló con dolor. 
-Corrijo, los psicópatas son ustedes, yo solo estoy tomando venganza- hablé, le di otra cortada, pero esta vez en una de sus mejillas, de nuevo escuché un gemido del dolor, maldito miedoso, débil e imbécil. 

- ¿Puedes parar? -  

-Si cuando te proporcioné dos cortadas más- hablé, lo giré dejando a mi vista su espalda, en este lugar le iba a dar su siguiente cortada, agarré la cuchilla con fuerza y la pase en todo el centro de la espalda, dejando una gran cortada, después le di otra corta, pero esta vez en la parte de atrás de la rodilla, escuchaba puros gemidos de dolor, lo que me causaba risa. 

-Ahora si te dejo en paz, me quedaré por cinco minutos más viendo cómo te retuerces del dolor y luego me iré de este asqueroso lugar- hablé cruzando los brazos, no dijo una palabra porque sabía claramente que entre más habla más dolor sentía. 

No sabía cómo pude hacer todo esto estando solo en ropa interior, que gracioso, pero todo esto fue por justicia, por la muerte de aquellas mujeres. 

Maldito lugar, menos mal que eso paso hace años atrás, pero aún me había dejado una huella significativa dentro de mí, aunque no tenía heridas en mi cuerpo por el hecho de que se curaban y no que daban ni si cicatrices, pero no las tenía físicamente si no emocionalmente, debido a todo lo que he vivido. 

-Ahora ¿qué hago con el chico del museo? - hablé recordando a aquel chico que me pidió disculpa y que me dio dinero, maldito millonario. 

-Mejor llamaré a mi hermosa parca para distraerme, “ven a mi parca de la muerte”- hablé. 

Al instante en que pronuncie esas palabras apareció. 

—Hola mi querida cazadora, por fin que te acuerdas de mí, ya pensaba que te habías olvidado de mi—dijo riendo. 

-Como si pudiera hacerlo, mira quiero distraerme un rato contigo- hablé dando expresiones que dieron mucha pena. 

-Pareces una niña pequeña- habló con una expresión de rechazo a mis gestos. 

-Bueno, ¡ya! Hagamos algo, que me cuenta de tu trabajo, me puedes hablar sobre tu trabajo- hablé cruzando las piernas colocando mis manos sobré estas – ven siéntate a mi lado- dije corriéndome para darle espacio en el sofá. 

-Empezamos de nuevo- dijo la parca, esta se sentó a mi lado. 

-Te puedo contar sobre una anécdota que me ocurrió hoy- hablé recostando mi cabeza en su hombro. 

-Si que me tienes confianza- habló mirando mi rostro – bueno, cuenta de una vez- hablo sin dejar de mirar mi rostro. 

Le conté sobre lo que me había pasado, el solo analizaba mis expresiones y en la manera en cómo las decías. 

-Ya terminaste- habló. 

-Si- dije riendo, por fin alguien al que le puedo contar mis cosas. 

-Bueno, que extraño, una pregunta ¿cuál es tu nombre? - dijo de repente tocando su mandíbula dando a entender que tenía curiosidad por esto. 

- ¿De repente me preguntas sobre mi nombre? - cuestioné alzando mi cabeza de los hombros de él. 

-Si, tengo curiosidad- habló firme mirando de nuevo mi rostro, el analizaba cada faceta de esta. 
 



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Editado: 30.06.2024

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