No vayas a casa

Capítulo 06: Observa, calla, y hazlo

Que ganaran dos a uno fue por una ingeniosa artimaña de Iris; la película que estaban viendo era de aventuras espaciales, pero desde luego, estaba protagonizada por una chica, bastante común, junto a un apuesto galán moreno y lleno de músculos que ella siempre veía en todas las películas en las que saliera. Era probablemente el único hombre al que ella deseaba más que a su propio esposo, con la diferencia de que a ese jamás lo conocería. Vicente recordaba que cuando recién se conocieron, y el mentado actor era un jovencito del mundo cinematográfico, ella aceptó su invitación al cine con la condición de ver una película sonsa de amor donde él sufría por una chica que se iba de viaje o algo así; ni siquiera lo recordaba, excepto que estuvieron de la mano toda la cinta y que no sucedió nada más. Tantos años después, con el sujeto convertido en una versión adulta y fuerte de sí mismo, las cosas seguían igual, aunque por suerte en esa cinta, al ser de corte fantástico familiar, se aseguraba no tener que verlo desnudo.

—Oh cielos...

Murmuró por lo bajo mientras el argumento de persecuciones obligaba a que el sujeto quedara herido en una costilla, por lo que, en medio del escape, se detenían en un sitio y ella curaba su herida, para lo que desde luego tenía que sacarse la camiseta y quedar en ángulo perfecto para que la luz iluminara sus pectorales. En una ocasión, discutiendo, aunque desde luego en tono de broma, Vicente le dijo a su esposa que no era ninguna gracia que ese tipo tuviera tan buen físico, si se trataba de su trabajo y era parte de las exigencias del mundo del cine. Él no tenía que estar ocho horas ante un escritorio todos los días; pero Iris le contestó, con esa clásica falta de vergüenza que se apodera de las mujeres cuando se trata de los príncipes encantados, que no se trataba de la cantidad de músculos, sino de su encanto y carisma, y de sus ojos y esos labios como para besar. En la noche le diría que estaba lesionado en un costado, a ver si se tomaba la molestia de acercarse al menos. Ahora venía el momento en que, superada la herida, quedaban mirándose fijo, con las miradas vibrantes brillando entre ellos.

—¡Por Dios, va a llegar el ejército de Faraón y los va a matar!

Benjamín hizo esa exclamación con la más natural exasperación, y que era la misma que se apoderaba de Vicente en esas forzadas escenas; ambos estallaron en risas, y hasta Iris se sonrió. Por suerte, un ruido hizo que los personajes volvieran a la acción y continuara la cinta; Vicente extendió la palma, y la chocó con la de su hijo, mientras ambos tomaban papas snack del cuenco que reposaba en el sofá de la sala.

—Ese es mi hijo, así me gusta.

—Lo sé, lo sé.

La mañana había pasado en calma; ese día se habían dedicado casi de forma exclusiva a comer, de modo que al mediodía estaban haciéndolo más por costumbre de acompañar una película con algo.

¿A quién elegiría Sergio?

Si estaba a punto de poner en marcha una empresa de ese tamaño, resultaba evidente que iba a necesitar a alguien experto en despacho, que fuera capaz de gestionar el paso de los productos, conocer a fondo el funcionamiento y los requerimientos de cada cliente.

Joaquín.

No. ¿O sí? Joaquín estaba en informática y era el experto en eso, pero desde luego que conocía el funcionamiento de la empresa; es más, era él quien lo reemplazaba durante las vacaciones. Joaquín era un hombre inteligente, tal vez no el más apropiado en situaciones de estrés, pero era aplicado y carismático. Sería una buena opción, una que él escogería si estuviera en un caso similar; pero Joaquín se lo diría, hablaría al respecto con él. Eran amigos hace tiempo, y de hecho él era prácticamente su mejor amigo, no tenían secretos ni nada que ocultarse; no, la idea era absurda, si en determinado caso Sergio, o quien fuese, le ofreciera a uno de los dos una jugosa oferta, el primero en saberlo sería el otro, sería tema de conversación en el próximo momento que tuvieran disponible, o se escaparían al café para hablarlo de forma urgente si fuera necesario.

¿Se lo diría él si la situación en la que estuviera pensando fuera otra?

Poco antes se planteaba la posibilidad de ser tentado por una atractiva oferta; Sergio, a todas luces, estaba tramando algo sin hacerlo de la manera más pública, lo que significaba que de seguro intentaría mantener el asunto bajo secreto para evitarse malos ratos ¿Y si le pidiera silencio? ¿Qué pasaría si, llegado el momento, hablara con él y le pidiera máxima discreción, para evitar los típicos roces y malos entendidos, acaso él mismo no lo consideraría oportuno y comprensible? Guardar ese secreto ante su mejor amigo era algo improbable, pero por otra parte, si el buen trato era para uno y no para los dos, ¿Afectaría eso la confianza?

Tal vez debería decírselo antes en vez de dejarlo en secreto, o al menos él lo veía así; pero eso no significaba que su amigo pensara lo mismo, sobre todo siendo un hombre que no estaba acostumbrado a pasar por situaciones de tensión. Sin ir más lejos, ante el suceso de Abel en la oficina, se mostró bastante alterado, cuando en realidad no se trataba de algo que pudiera afectarlo de forma directa; o eso era lo que Vicente pensaba en esos momentos ¿Qué pasaría si un evento como ese, llevado a mayores sobre los que especulaban antes, causara algún contratiempo en su contratación? Eso explicaría el silencio pero, sea como fuere, no se trataba de algo que fuera a dejar pasar. Tenía que saber, tenía que investigar. Aprovechó que detuvieron la película mientras Benjamín iba al baño para tomar el móvil del bolsillo y escribirle un mensaje en el chat directo a su amigo.



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En el texto hay: misterio, paranormal, terror

Editado: 03.11.2020

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