No vayas a casa

Capítulo 31: Sé que me escuchas

 

Los peritos tuvieron que llevarse el cuerpo de Vicente para realizar una serie de análisis, pero por suerte no fue necesario hacer lo mismo en el caso del pequeño: el doctor que llegó al lugar de los hechos confirmó que la muerte se había debido a un ataque al corazón y no a agentes externos, por lo que permitieron que se quedara junto con Iris; ella estaba muy callada, y se limitó a trasladarlo del baño al cuarto de invitados, y a afirmar que no iba a estar en su cuarto ni en el matrimonial. Juan Miguel se encargó de llamar a los padres de Vicente y la madre de Iris, y de dar la mala noticia antes que se enteraran por las noticias de aquella situación tan dramática. Antes de mediodía, sin embargo, mientras la casa aún estaba acordonada y sólo había llegado la madre de Iris, recibieron una noticia que cambió todo el panorama: la policía recibió la información de un crimen ocurrido fuera de la ciudad, en un sanatorio para enfermos incapaces de valerse por sí mismos; lo que relacionaba a este crimen con ellos es que la descripción del intruso que cometió el acto coincidía con la de Vicente durante la jornada anterior, y además de eso, su automóvil había sido visto en las cercanías. Juan Miguel optó por impedir que esta información llegara a Iris, lo cual no fue tan complejo considerando que ella estaba recluida en el cuarto de invitados, pero no podía hacer nada respecto a su madre.

Gloria parecía mucho mayor de lo que era, y definitivamente muchísimo más alejada de la imagen que él tenía de ella del pasado; cierto era que la había visto cinco años atrás o así, pero en realidad el cambio en su persona era profundo: llevaba el cabello corto, encanecido hasta un tono gris casi por completo, que se veía deslucido y sin brillo; de constitución antes recia, ahora parecía demasiado delgada, un poco encorvada y sin fuerzas, aunque de todo, la expresión de sus ojos era lo que reflejaba con más claridad el estado en el que se encontraba. Recibió la noticia por teléfono con una extraña tranquilidad, que quizás tuvo su explicación en las palabras que dijo antes de despedirse de la comunicación a distancia “aún puedo sentir tristeza, pero ya no es lo mismo”

—¿Están seguros de que él fue el responsable?

La pregunta era retórica, pero dicha con más entereza moral que la que demostraba su aspecto; la policía confirmó el hecho.

—Lo lamento mucho. Lo cierto es que él, en efecto, ha sido reconocido por las fotografías, y tenemos la confirmación del automóvil en el lugar de los hechos.

—Gracias.

Sucedió un largo silencio, en el que ella, sentada en el sofá y él, a un lado sin acercarse, no dijeron nada. El tiempo parecía detenerse por momentos mientras no entraba ningún oficial en la casa.

—Era tan pequeño —dijo de pronto—, estaba tan lleno de vida, pero al parecer no pudo soportar lo que vivió.

No estaba haciendo una pregunta, y de hecho, a él le pareció que ni siquiera estaba hablando enteramente de su nieto; de cualquier forma, su esposo había muerto en trágicas circunstancias también.

—¿No deberíamos acompañar a Iris de alguna manera?

—No hay nada que podamos hacer por ella —replicó la mujer, quien al decirlo pareció más anciana y cansada—. Iris quiere estar sola, y yo lo respeto: el dolor que está sintiendo es algo que no conozco, yo perdí un esposo, pero jamás un hijo.

—Pero ella va a necesitar ayuda y compañía.

—Y la tendrá, de las personas que la queremos, pero no ahora. Ésta a solas con el cuerpo… —hizo una pausa, atenazada por la tristeza, pero logró controlarse—, de su hijo, es natural que quiera estar sola; los hijos son un tipo de amor distinto a cualquier otro en el mundo, porque hay algo animal en esa conexión. Por eso es que las madres, y algunos padres también, podemos saber cosas de nuestros hijos que no tienen explicación.

—No puedes mentirme, soy tu madre.

Lo dijo casi sin pensar, pero era el recuerdo de una de las frases favoritas de su madre. Y estaba esa mirada, esa inexplicable expresión que le decía “Sé que está pasando algo. Puedes negarlo, pero yo sé que es así”

— Sí, eso mismo. Iris siempre ha sido una mujer muy fuerte e independiente, lo fue desde niña; ella sabe lo que quiere, y lucha de forma honesta por hacer las cosas siguiendo su corazón. Es una persona compasiva, que puede ponerse es el lugar del otro, y entender mucho más allá de lo que parece; pero esa fortaleza también puede ser considerada una debilidad, porque se involucra con todo. Le importa. Y ahora que ha pasado esto, no sé realmente qué pueda pasar en el futuro.

Juan Miguel había estado retrasando la pregunta, pero no tenía más opción que hacerla; estaba tan involucrado ahora que tenía que enfrentar la situación de cara, no de costado.

—¿Va a decirle lo que pasó en ese sanatorio?

—No tiene sentido no hacerlo, lo sabrá de todos modos —reflexionó la mujer en voz baja, en un tono casi inaudible—. Pero no necesita saberlo ahora. Su esposo, el padre de su hijo, el hombre al que amó con tanta fuerza está en los archivos de la policía, o como se llamen, y han descubierto que cometió un asesinato contra una persona indefensa; eso es algo terrible, pero Vicente intentó matarla a ella y a Benjamín, y en cierta forma lo logró con él ¿Qué importancia tiene en comparación con eso lo que haya podido hacerle a un desconocido? Ahora mismo, la haría sentirse peor y no quiero que pase por eso. Además, Iris necesita aprovechar el poco tiempo del que dispone.



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En el texto hay: misterio, paranormal, terror

Editado: 03.11.2020

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