Hoy, Ágata y yo paseamos por la ciudad y casi nos atropella un coche. Por suerte, en su momento jugué seriamente al tenis de mesa y tengo una excelente reacción. Luego nos reímos nerviosamente durante un buen rato y nos secamos las manos sudorosas. Bromeaba diciendo que si Ágata hubiera muerto, habría tenido que pedirle al conductor que me pasara por encima a mí también. Ya por dinero.
Después fuimos a pasear al parque. Nos pareció más seguro allí.
Cualquier materia puede tener cuatro estados: líquido, sólido, gaseoso y plasma. Pero pocos conocen el quinto estado de la materia: el condensado de Bose-Einstein. La posibilidad de su existencia fue planteada por los físicos Bose y Einstein en 1924, pero no se logró experimentalmente hasta 1995. Por este descubrimiento, los científicos recibieron el Premio Nobel.
¿Qué tiene de especial este estado? Lo interesante es que, a temperaturas extremadamente bajas, cercanas al cero absoluto (aproximadamente -272 grados Celsius), la materia alcanza un estado en el que todos los átomos en ella se convierten en... una onda. Y una onda es solo la POSIBILIDAD de existencia de una partícula, la posibilidad de existencia de la materia.
Quizá, exteriormente, se parezca a una especie de humo. Fue extremadamente difícil para los científicos alcanzar este estado, utilizaron enfriamiento láser y trabajaron con cantidades diminutas de materia. Y así, en el condensado de Bose-Einstein, la materia entra en un estado de onda unificada, en un estado de pura POSIBILIDAD.
¿Por qué menciono esto aquí? Porque comprenderlo cambia a una persona para siempre. Porque cualquier materia es solo la posibilidad de existencia de la materia. Porque ahora mismo, Ágata y yo somos un condensado de Bose-Einstein. Una única onda con la potencialidad de estar en cualquier lugar, de ser cualquier cosa.
¡Te amo, Ágata!
Escrito con la mano izquierda en el diario. Mark, agosto de 2006.