Noah

Parte 1

NOAH P.O.V

Bienvenidos a Norge, un pequeño pueblo de clima fresco y de paisajes verdes ubicado en alguna parte del mundo. La mayoría de las personas aquí conocerá al menos tu rostro, ya sea por frecuentar los mismos sitios o haber escuchado de ti de la boca de otros. No es necesario el periódico, aquí son generosos con la información personal de los demás. Por supuesto, no todos aquí se llevan bien, debido en muchas ocasiones a su carácter tosco, natural en los habitantes, los chicos de mi edad no son la excepción, suelen ser peores e incluso, algo crueles. pero aun con todo lo ya dicho y con algo de esfuerzo, puedes pasar desapercibido.

Pongámoslo de la siguiente manera:

Imaginen este poblado como una jaula llena de leones enrabiados y que muerden si acaso descuidas la mano, sobre todo los "cachorros", que, son crías reclamando territorio y destrozando por instinto todo lo que les entre en el hocico.

— ¡Buenos días, Noah! — Gritó mi vecina al verme por su ventana, provocándome un sobresalto.

Una de las dos ventanas de mi habitación da a la de la casa contigua, mientras la otra tiene vista abierta a las montañas. Ambas ventanas separadas por un callejón, que aquí, son casi tan amplios como para poner otra casa justo en medio, por lo que me veo obligado a gritar también para responder.

— ¡Buenos días, señora Erika!, ¡Qué bien luce hoy! — Le dedique una sonrisa amable una vez me recupere del susto. Ella y su esposo son muy buenas personas, podría presumir tener una buena relación con ellos, pero está de más. Aparte, son padres de la chica que me gusta.

— ¡Hey, al fin despiertas!, Comenzaba a creer que te vería el próximo año — Nuestra conversación se vio interrumpida con el sonido de la puerta al cerrarse a las espaldas de la mujer, y la voz animada de su esposo al entrar a la habitación. Rodeo la cintura de ella con sus brazos, y esta le propino un codazo discreto por su comentario. Yo me limite a reír. — ¡Vamos mujer!, él sabe que estoy bromeando — Concluyo su defensa con un beso de paz en la frente de su esposa.

— ¿Un año? Eso es para principiantes, señor — guiñé un ojo en señal de complicidad y me reí al mismo tiempo que ellos.

— ¡Noah! ¡Se te hace tarde para ir a la escuela! — Oh, ahí está, la dulce voz de mi padre llamándome, y que se note el sarcasmo — ¡Noah! — Demandante, contundente y apremiante, tres simples palabras que resumirían el tono que empleo al dar ese grito.

— ¡Ya voy! — Me despedí de la pareja antes de ir hacia la puerta y escaleras abajo, llevando conmigo mi mochila y poniéndome en el camino los zapatos.

Mi padre es el orgulloso jefe de un apartamento de en la AECAR, Agencia Especializada en Criminales de Alto Riesgo. Respetado y admirado por todo el pueblo por su participación activa en más de doscientos arrestos criminales, grandes y pequeños.

 


Llegue a la cocina al cabo de un minuto, al verme llegar, tomo del mesón un plato con una pieza de pollo frito acompañado con arroz, antes de indicarme con la cabeza sentarme en una silla que arrastro el mismo para que la ocupara, lo cual me sorprendió, pero agradecí el gesto. No era nada nuevo que la mayoría del tiempo no soltara ni un segundo el teléfono, pues se tomaba muy enserio su trabajo de jefe.

— Ahí está tu desayuno. — Me indico, así que colgué la mochila en mi silla y me senté.

— Gracias, papá. —Conteste con ligereza para concentrarme después en comer.

— si, si, de nada — concluyo para después centrarse completamente en su llamada — ¿Qué tenemos?... ¿hay algún problema? — No vi su rostro, pero pude imaginarme perfectamente su ceño fruncido y su expresión severa, llena de una gran contemplación. — Bien, no se apresuren, lo hablaremos allá. — Colgó por fin el teléfono, y lo sentí pasar a mis espaldas cuando cruzo la cocina para buscar la chaqueta de su traje en el perchero y tomar sus cosas.

— ¿Todo bien? — Pregunte mientras volteaba a verlo.

— No, ya tengo que irme. No olvides tus llaves, hoy llegaré tarde. — No me volvió a mirar después de que entre a la cocina, tampoco lo hizo ahora, en cambio dijo eso mientras se alistaba. Salió en dirección a la sala y de allí a la puerta principal, cerrándola al salir.

— Sí, adiós... — Dije con un suspiro una vez estuve solo, llevándome un trozo de pollo a la boca.

Básicamente, ese es todo el contacto que tenemos, son contadas las veces que es diferente. Él tiene la errada creencia de que el ser serio, estricto y distante me dará protección contra sus enemigos y dureza como bono, pero puedo rebatir eso con quien sea que me pregunte mi opinión al respecto. ¿hace falta hacer más obvio se equivoca?, Yo necesito de mi padre ahora. En algún punto lejano en el tiempo las cosas entre nosotros cambiaron, nos distanciamos, es como si de pronto todos aquellos momentos de mi niñez en donde recuerdo su calidez en mi vida hubieran sido cubiertos por una densa neblina, en la que nos separamos en algún momento, y en la que yo lo sigo buscando sin resultados. Simplemente, ya no nos encontramos. Supongo que nos concentramos tanto en nuestros propios asuntos que no supimos cómo o cuando sucedió, pero al menos conservo el recuerdo de esos buenos tiempos cuando era pequeño, juntos.

En la soledad de la cocina volví a divagar en todo lo que involucraba nuestra relación. Tal vez lo hacía con el afán de encontrar una solución, pero parecían haber más obstáculos que salidas. Las cosas seguramente serían muy diferentes si estuviera mi madre. Bastante, a decir verdad.

No la conocí, desde que tengo uso de razón mi padre es todo lo que tengo, y a él se le complica ampliar para mí el panorama para que ella no me sea tan ajena. Le quema hablar de ella, en nuestras conversaciones, su disposición a hablar se ve fracturada una vez mis preguntas con relación a ella le llegan como un golpe. No las evade, por supuesto, siempre procura responder, pero siempre me veo en la obligación de cambiar el tema y desistir, pues lo prefiero antes de verlo así de mal al responderme. No es un tema que deje de dolerle, y no hay quien lo culpe.



#8159 en Joven Adulto

En el texto hay: drama, #tragedia

Editado: 10.05.2020

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