Noche De Condena

[2]

 

Ya había pasado una semana desde aquella desastrosa noche, bueno no fue desastrosa, pero si un poco vergonzosa, podía culpar al alcohol por mí comportamiento, pero al menos mi jefe no había dicho nada al respecto, ni siguiera mostró intención de sacar el tema a flote, puede y piense que yo no me acuerde de nada, aunque para mí era difícil tener que trabajar con el, me costaba demasiado mirarle a los ojos sin pensar en lo que pasó y eso no me agradaba para nada, sencillamente me avergonzaba un poco e intentaba encontrar la manera de salir de su oficina lo más rápido posible, aunque el plan nunca me salía como yo quería.

El teléfono empezó a sonar y yo conteste como acostumbraba hacerlo.

—Oficina del señor Seymour—Mencione apenas descolgué.

No sabía quién venía a molestar en estos momentos, pero debía ser muy educada, lo suficiente para no ser despedida por faltarle el respeto a las personas que llaman.

—Buenas tarde, señorita.

Ahogué un grito cuando escuché la voz de mi jefe del otro lado del teléfono, no sabía para que me llamaba, pero de seguro era para enviarme a buscar algún papel.

—Buenas tardes, señor—Mi tono de voz era un poco calmado, aunque sentía angustia extrema, esperaba que no me mandará a llamar, prefiera que me pidiera hacer un papel para otra persona o buscarlo, pero no entrar en su oficina.

—Señorita Hall, a mi oficina en este momento—Respondió.

Antes de que pudiera responder algo, el corto la llamada dejándome con la palabra en la boca, no sabía que quería, pero no me podía dar el lujo de hacerlo esperar, simplemente no quería buscar un trabajo nuevo, solo porque este hombre estaba algo molesto.

Me levanté con un poco de nervios, miré en dirección a Nicole y ella estaba sumida en sus papeles, siempre tan callada y trabajadora, por otro lado, Lesley estaba hablando por teléfono muy animadamente, como si ese fuera su trabajo, pero no tiene por qué preocuparse de nada, si la secretaria de presidencia soy yo, no ella.

Toque la puerta por respeto, no pensaba ser una maleducada en lo absoluto, me había criado con algunos valores y los pensaba relucir siempre—"Adelante"—Escuche del otro lado de la puerta, así que decidí entrar sin tener ningún miedo o eso quería aparentar yo, pero era casi imposible no aparentar lo cuándo se sentía en carne propia.

Abrí la puerta y mis ojos se posaron en la mirada sería de Simón Seymour, el joven y atractivo jefe, sin olvidar serio y un poco arrogante, pero lo trae por tamaños iguales, luego descubrir la mirada de su mejor amigo, últimamente estaba mucho tiempo juntos y eso a mí no me afectaba en lo absoluto, si eran hasta cuñados.

—Cierre la puerta y siéntese—Dijo serio.

Yo cerré la puerta y me adentre en la habitación, estaba un poco nerviosa, demasiado nerviosa para el gusto de cualquiera, pero intente parecer lo más tranquila y calmada posible sentándome con un poco de seguridad.

—Dígame, señor, ¿Que necesita? —Mencione.

Que no tenga nada que ver con la semana pasada, que no tenga nada que ver con la semana pasada, no sabría que responder si lo mencionaba, sería muy vergonzoso.

—Señorita Hall, usted cuando vino a solicitar trabajo pidió el de diseñadora, pero no lo obtuvo, pero sí consiguió el de secretaria, ¿Usted sabe por qué? —Menciono.

¿Que si sabía por qué?, Claro que sabía, fue por su culpa, porque tuvo el descaro de decirme que mis capacidades para diseñar eran nulas, que serviría mejor como una secretaria, que como diseñadora.

—Porque usted me negó el trabajo—Respondí en un susurro.

—Exacto, pero, ¿Sabe usted el motivo por el cual lo hice?

Porque estaba molesto o la señorita Rincón era su amante y le tenía prometido ese puesto, por eso no lo hizo, bueno no lo podía asegurar, el solo se portó algo grosero y nada más.

—No.

No tenía intensión de decirle que sospechaba que la señorita Rincón era su amante, no quería ni verle la cara de tipo mega malgeniado por algún tiempo.

—Todo este tiempo y todavía no lo sabe, déjeme decirle que usted tenía muchas más capacidades de secretaria, que como diseñadora

—¿Cómo sabe usted eso, ni siguiera me dio una oportunidad de ver lo que podía hacer? —Cuestione.

—¿Podía?, Señorita, si usted de verdad tuviera vocación para diseñadora, no usaría ese término—Contesto.

Puede que tenga un poco de razón, mis diseños nunca se compararon con los de ella, los míos eran más simples, pero luego de tanto me acostumbré a trabajar para él, a veces es un poco o divertido, pero otras no tanto.

—Bueno, tal vez tenga un poco de razón—Admití.

—Bueno, señorita, si no quiere que encuentre un motivo para despedirla pues deberá casarse conmigo.

En ese momento solté una pequeña carcajada al escuchar sus palabras, no me podía creer lo que estaba escuchando, parecía una broma de muy mal gusto, aunque yo era la única que me fue, porque mi jefe me quería matar con la mirada.

—¿Qué le parece gracioso? — Pregunto.




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