Noche en Madrid

Capitulo 2

–¡Emma! –escuché el grito de Jul pero no hice caso – ¡Emma!–volvió a gritar.

–¡Son las ocho de la mañana! –grité desde mi habitación– ¡Cállate y déjame dormir!

Mi respuesta provocó que viniera a mi habitación y tirara de mis cobijas.

–¡Déjame dormir! –me quejé.

–Ya estas despierta –se burló –Así que dime. ¿Fuiste de compras?.

Me resigne y me levante de la cama. 
Lo siento hermosa camita.

–¿Qué? –pregunté, confundida.

–¿fuiste de compras?

–Aun no, ¿Por qué?

–¿Entonces porque el refri está lleno?

Oh ya entendí porque los gritos. 
–Esas cosas son de los vecinos – dije.–No toques nada.

–¿De los guapos? –preguntó, curiosa.

–Si de esos –puse mis ojos en blanco.

–¿Y porque están aquí sus cosas?

–Deja que me despierte y luego te cuento.

–Bien –dijo, abandonando mi habitación

Me levante y cambie mi ropa. 
Como no teníamos nada para desayunar– Salvo la comida de los vecinos.–Decidimos ir a una cafetería. 
Por suerte a media cuadra del edificio había un Starbucks, así que fuimos allí.

–Cuéntame –dijo Jul antes de morder su dona.

–Oh –recordé –Según dijo el menor, su refrigerador está roto.

–Oh – me lanzó una mirada perversa. 
Y si, esa es una mirada que en el fondo dice – Voy por alguno de los dos.

Después de desayunar, decidimos ir a recorrer las calles alrededor de nuestro edificio. Tardamos varias horas, incluso encontramos un lugar para almorzar

Nos estamos gastando el dinero –pensé.

***** 
–¡Ya me voy! –le grité a Jul pero por el ruido de la ducha no me habrá escuchado.

Salgo del edificio y casualmente me encontré con el vecino –El menor– Iba saliendo con una bolsa de compras.

Casualmente yo también.

–¿De compras? –preguntó el.

–Algo así –dije, tímida – ¿Tú? 
–Yo si –sonrió– ¿Quieres venir?. Aquí a dos cuadras hay un mercado.

¿Debería ir?

Pues no creo que tengas otra opción ¿no?

Claro que no la tengo, no conozco nada por aquí, todavía.

–Si – al fín acepté.

Lleve una lista con las cosas que me hacían falta, y al llegar al mercado note que el vecino también.

Me miro y sonrió – ¿Tú también te olvidas de las cosas?

Su acento español es hermoso

–Si –solté una carcajada.

–Entonces... cuéntame de ti – me agarro desprevenida.–¿Porque han venido aquí?. Si es que se puede saber, claro.

–Pues desde pequeña quise venir –le conté, mientras caminábamos por el sector de lácteos –Entonces Jul y yo hicimos un trato de ahorrar dinero hasta que cumplamos dieciocho. Y aquí estamos.

–Entonces...Tienes dieciocho – bromeó.

–¿Cómo lo supiste?¿Eres adivino? –bromeé

–Soy divino, eso si –se rio– Y ¿Qué tienen pensado hacer aquí?

–Siendo sincera... aun no lo se.–confesé tomando un pote de queso para untar. –Debería conseguir empleo.

–Pues si te hace de ayuda. En el bar que esta a un lado del edificio, necesitan a alguien.

–Pues gracias –le sonreí– Ahora cuéntame de ti.

–Veamos...¿Qué puedo contarte?–dijo mientras entrabamos al sector de verduras –Pues como veras, vivo con mi hermano mayor y no he ingresado a la universidad.

–¿Por qué? –Pregunté, curiosa.

–No se que estudiar y además he estado ocupado con el trabajo.

–¿De que trabajas?

–¿El bar que te mencioné? Bueno, allí -se rio. – Trabajo en la barra.

–Oh–fue lo único que dije. –Pues luego de instalarnos mejor, talvez pueda ir a ver.

–Si vas, prometo servirte un trago gratis.

–Entonces iré –bromeé.

En la sección de verduras y frutas, llené el carrito de compras. 
Ander me miro extraño.

–¿Comen muchas verduras?

–Somos vegetarianas. –le dije

–Wow –se limitó a decir.

–Todos tienen la misma reacción –le dije y comencé a reírme.

El también rio –Lo siento, he conocido a pocas personas vegetarianas o veganas.

–No te preocupes. Estoy acostumbrada.

–Debes enseñarme a cocinar lo que comen –sonrió– Por cierto, ¿Qué comen?

–Lo mismo que tu pero sin carne.

–¿Hamburguesas?

–Si, pero sin carne.

–¿Cómo rayos haces una hamburguesa sin carne?

–Legumbres, verduras –le sonreí y me di la vuelta para seguir el camino.

Luego de que cada uno pagara sus cosas, salimos del mercado.

Tardamos una hora en hacer ambas compras.

–De verdad lo digo. Debes enseñarme a cocinar... lo que sea que tu comas.

–Has venido con la persona equivocada –me reí–Yo no se cocinar.

–¿Cómo que no? –preguntó, sorprendido.

–Jul es la que cocina. Yo solo se preparar tostadas.

–¡Genial! –sonrió –Yo ni siquiera se hacer eso.

No pude evitar reírme y el se rio conmigo.

–Por cierto, mañana llegará nuestro nuevo refri.

–No hay problema.

Miró mis bolsas de compras y sonrió – Tal vez no ahora.

–Yo me las arreglo –le aseguré.

–Bueno. Debo irme antes de que mi hermano ponga el grito en el cielo.

–Yo también –le sonreí– Adiós.

–Adiós.

Apenas entré al apartamento escuché un grito de Jul –¡¿En donde estabas?!

–De compras – respondí enseñandole las bolsas.

–Oh y ¿Qué trajiste?

–Todo para que tu cocines –le sonreí

–¿Por qué siempre yo? –se quejó– Debes aprender a cocinar algún día.

–Como dijiste. –afirmé –Algún día. Mientras tanto voy a tomar un baño.

–Yo que tu no iría

–¿Por qué?

–No hay agua caliente

–¿Cómo que no?

–Nop

Puse los ojos en blanco y al segundo se escucho que llamaron a la puerta.

–Vas tú –dijo Jul

–Yo voy.

–Hola de nuevo – era el vecino,traia solo una toalla de baño

–Hola de nuevo –le sonreí

–No quiero molestar,solo vine a preguntar ustedes tampoco tienen agua caliente.

–Nop, tampoco tenemos.

Al momento llego Alba.

–Lo siento mucho, hubo un problema con el agua pero dentro de una hora estará solucionado.




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