Noches de silencio | Sh. S| Diabolik lovers

O5 | Castigador Rojo

Mi mirada estaba fija en un momento importante en el que mi presencia no debía intervenir. Mi corazón retumbaba tan fuerte como si quisiera salir de mi pecho, estaba contra la espada y la pared, encerrada en aquel armario en el que escuchaba todas y cada una de las palabras que la fémina le transmitía a aquel fedora.

 

—Oh~ bitch-chan al parecer se está divirtiendo mucho con su capricho, tal vez está tomándose mucha confianza.

 

Aquella de pelo negro sonrió ladina mientras cruzaba sus manos y dirigía esos orbes cristalinos al de esmeraldas incrustadas.

 

—Pero, tú no te ves tan satisfecha del todo; dime —se acercó más a ella estando tan sólo a pocos centímetros rodeándole —. ¿Cuándo vas a parar?

 

La sonrisa de Pandora fue borrada de su rostro y a su vez, Laito dejaba mostrar esa sonrisa juguetona que le satisfacía al ver el disgusto de esa mujer. Aquel hombre había sostenido los hombros de la muchacha acariciado su cabello, mientras la fémina poco contenta le respondió

 

—Tal vez el día en el que salga el sol rojo, como un amanecer carmesí.

 

Así, su danza vampírica se hizo, al dar vueltas elegantes con aquel hermoso vestido escarlata que llevaba puesto, se detuvo en un buen compás cuando el trillizo tomó su mano como si fuese un vals.

 

—Ya veo que el tiempo es poco, esa persona se ha vuelto muy exigente con su protegida —canturreo el de orbes esmeralda— ten cuidado. Cuando deseo llegue, destino será destruido y cuando eso pase…

 

—Entiendo. —interrumpió ella bajando la cabeza estando al borde de su paciencia por si seguía mirando a Laito con aquella sonrisa felina—. Pero, siento que hay algo importante que se oculta bajo el telón…

 

Me acerqué un poco más a la puerta del armario para escuchar curiosamente que insinuaban aquellos dos, pero al hacerlo, caí contra el suelo al ver que Pandora había dirigido su mirada hacia el lugar en el que me ocultaba intente alejarme.

 

“¡Tsk...!” gruñí al sentir molestia hacia mi torpeza.

 

—Laito —llamó.

 

Retrocedí un poco al ver que el castaño soltaba su mano para avanzar.

 

—Te lo ordeno. Deseo debe ser alejado de su espejo —hizo un ademán con su mano como si le estuviese ordenando—; y el espejo debe quebrarse —murmuro para sí misma.

 

El varón se detuvo y se arrodilló hacia ella inclinándose mostrándole respeto.

 

—Yes, my lady.

 

Y de un momento a otro desaparecieron sin dejar rastro. Suspiré aliviada por estar a solas por fin, llevé la mano a mi pecho sosteniendo la esfera que se me ataba al cuello, y pensé en que lío me había metido, pues, sólo había llegado a realizar mi trabajo como sirvienta, pero, aunque no lo quisiera, tarde o temprano habrá consecuencias por haber escuchado lo que sucedió.

 

Confiada suponiendo que no habría nadie, y salí corriendo como si de una pesadilla se tratase, sin importar qué, desee desaparecer de esta mansión de una vez, pero, eso era imposible de cumplir.

 

—¡Ita! —mordí mi labio fuerte al ver que se trataba de Reiji quién había sujetado el dobladillo de la manga del vestido para detenerme.

 

Aquel de orbes magenta se cruzó de brazos mientras me veía enfadado por la situación tan imprudente de mi parte.

 

—Que grosero es el que te des la libertad de hacer lo que quieras en esta mansión.

 

—Reiji-san y-yo… —estuve cabizbaja tratando de responder fácilmente a quién no necesitaba respuestas—. Lo-

 

—No quiero saber ninguna de tus mentirosas excusas —me interrumpió—. Ven conmigo.

 

Lo seguí hasta su laboratorio y entonces este me toma bruscamente y me lanza contra el suelo.




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