En sueño, siempre estoy atado a una silla, tengo un cigarrillo en la mano derecha que no puedo fumar, al frente, sobre una mesa de madera, hay una botella de whisky sin destapar, y al fondo de la habitación hay una ventana entreabierta que me deja ver la noche. No puedo moverme, las sogas aprietan mis manos y mis pies a la silla; aquella silla tiene sólo tres patas, pero no me caigo, ni siquiera se mueve de su lugar: está como flotando. De pronto llegan los gusanos, son blancos y grandes, ellos empiezan a subir por mis pies, otros salen de entre mis ropas y empiezan a morder mi piel, yo grito, pero nadie me escucha. Desesperado miro alguna salida, pero no hay puerta alguna, sólo está la ventana en la cual ahora hay un gran pájaro negro que me mira como esperando mi último suspiro para arrancar mi piel de mis huesos.
De pronto alguien abre una puerta que antes no existía, deja una botella de whisky sin abrir sobre la mesa, toma un cigarrillo, pero no lo enciende y se sienta sobre una de las sillas que está frente a una ventana desde donde se puede ver la oscuridad de la noche, se sienta, y entonces ve salir desde las sombras del fondo de la habitación a un ser horrendo que camina hacia él mientras sonríe de manera espantosa, todo apesta de pronto, es un olor nauseabundo que lo marea y lo deja casi inconciente mientras siente que aquel ser con rostro demoníaco lo ata a la silla.
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Editado: 17.07.2024