Nolan®

Prólogo

Lluvia, solo una estúpida lluvia está intentando calmar mi agonía.

El torrencial de agua choca bruscamente con mi piel y se mezcla con la sangre persistente en mi rostro. No me importaba aquello, el dolor me ayudaba a no enfocarme en lo que había hecho; además, este era el costo de borrar mi miserable vida.

Aunque, intentaba distraer mi mente en otra cosa, lo que pasó hace pocos minutos se repetía en mi mente una y otra vez —como un disco, en donde la canción jamás tenía fin—, recordándome aquel vacío en el pecho.

Mierda, cuanto me odio en este momento.

Mis manos estaban manchadas de algo que arrebaté sin pudor; joder, quemaban en cada paso que daba para escapar, sin embargo, mi tortura se volvía más inevitable.

El sonido de mis paso a través de la lluvia, hacía que el eco se escuchara por todo el sombrío callejón. No estaba en mi consciencia parar, sentía ese extraño escalofrío impregnado en mi espalda que me advertía lo cerca que se encontraba mi condena; la estúpida cobardía me controlaba porque, joder, soy un cobarde, un miserable cobarde que lo único que piensa es en huir de su propio desastre en vez de afrontarlo.

¿Cómo puedo terminar con conflicto?

Es la pregunta que ha estado persistente en mi mente, tratando de idear alguna escapatoria, sin embargo, era una causa perdida. Como la absurda realidad, o lo que quedaba de la mía.

Llegar a un fin sin descubrir alguna salida no fue mi primera opción, aunque si fue mi último error.

La lluvia me bañaba por completo y mi corte en la cabeza sangraba con lentitud pero, el liquido con sabor metálico se colaba en mi boca haciendo que ardiera, era un dolor en segundo plano que mi aliento intentaba tranquilizar; todo lo que deseaba era pedir ayuda a gritos, tal vez así se compadecieran de un psicópata.

Tomé aliento y di vuelta; por un momento, quedé cegado ante las luces rojas y azules provenientes de los autos, formando un barrera para no tener piedad por si tenía ideado pasarme de listo. Con todo mi temor, logré llevar mis manos hacia los costados de mi cabeza  mostrando una clara señal de rendición.

—Nolan...—Entre el agua pude distinguir a la única persona que entendía todo el porqué de mis decisiones.

—Ya los viste, no pude detenerme —expresé con un mal sabor de boca.

Las imágenes se reproducían una y otra vez en mi mente. No quería recordarlo más, pero eso paso apenas hace diez minutos, esto era simplemente el principio de lo que se avecinaba.

—No fue tu culpa.

Reí amargamente ante su comentario.

—Mírame —Alcé mis manos mostrando la sangre impregnada en ellas—. Soy un homicida.

—No lo eres. —Capté otra intención en sus palabras, y odiaba mi mal presentimiento.

—Parker, ¿Qué exactamente quieres de mí? —murmuré con voz ronca.

—Quiero sacarte de esta vida, Nolan —dijo despacio—. Ya han pasado cuatro años, tienes que superarlo.

Sonreí ante aquel comentario como el propio psicópata que ya me consideraba. Solo pensaba algo claro y preciso, no tengo un porqué del cual seguir.

—Me conoces —dije sin gracia—. Dispárame y tendremos una linda charla en el hospital.

Hice un intento de sonrisa que, tranquilamente, Parker tomó como algo positivo. Así fue como mi final casualmente fue mi comienzo.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.