Normal vida

Capítulo VII: Mi casa real

Sonreí y simulé entrar a la casa. Esperé en la entradita de mi supuesta casa mirando como Dante se alejaba; cuando ya se hubo alejado lo suficiente seguí camino a casa. A mi casa real.

-Pero que guapo el tipo con el que andabas

-Cállate, Mario

- ¡Oye, oye detente ahí! Te recomiendo que no entres todavía. Tu papá acaba de llegar y de muy buenas no anda. Mejor espera que se duerma. -me dice en tono de consejo el querido primo.

- Y tú. ¿desde cuándo tan preocupado por tu prima? -respondo sarcásticamente

-Siempre me preocupo por ti primita -me dice burlón

- ¡Ah! si claro

- ¿Oye tienes para un cigarrito?

- Ves siempre lo mismo -le extiendo un billete- debieras salir ya de ese vicio- le dije mientras entraba al sitio donde estaba mi casa.

Al entrar a mi casa, estaba mi mamá (la nona) en la cocina, y mi papá se había quedado dormido.

-Mamá ¿cómo estás?

- ¿Por qué llegas tan tarde? ¡Niñita por Dios! Sabes cómo se pone tu papá. Tráeme la bolsa que dejé en la mesa mejor y ayúdame a terminar la comida.

Hice como mi mamá me decía porque sabía que tenía razón. Mi papá era un hombre de temer con unos tragos demás. Teníamos que manejarnos con el mayor silencio posible porque temíamos que se levantara y siguiera haciendo escándalos. Así que recuerdo que fui a la mesa, y en eso que estaba llegando a la cocina, se me calló una verdura, no recuerdo cual, quizás una cebolla grande no sé pero sí sé que sonó el piso de madera que teníamos.

- ¡No tonta! -me dijo mamá en voz baja, haciendo referencia a que teníamos que hacer las cosas en silencio.

- ¿Llegó la cabra, Rosa? -gritó mi papá desde la pieza donde estaba tendido.

- ¡Duérmete mejor hombre! -le respondió mi mamá.

Ella se dirigió al cuarto a calmar su pésimo a su marido para que no se diera cuenta que yo la estaba ayudando en la cocina. Cuando vuelve me dice:

-Lávate las manos mejor y anda acostarte, no me estas ayudando -me lo dijo en tono molesto

-Pero mamá…

- Nada que “pero”. Anda acostarte o acaso quieres despertar a tu papá, apúrate que no te quiero ver aquí.

___

Cuando mi mamá me cuenta esas cosas, al principio no le creía mucho porque no me podía imaginar a mi queridísima abuela siendo una mujer tan fría. Pero ha pasado el tiempo y uno lo que no entiende cuando es pequeño, lo entiendes cuando vas creciendo y cuando te van pasando las cosas como “el amor”.

Como mencioné antes mi abuela, la nona, es una mujer que la marcó mucho el vivir con mi abuelo, pero para mí eso no es justificación de ser una madre poco afectiva y cariñosa con su propia hija, que además es la única. En fin, al escuchar a mi mamá contarme como la trataban, sin amor, sin preocupación ni cariño, puedo entender muchas de sus decisiones de ahora.

-Ale, yo me iba a mi pieza y lloraba. Porque tenía ganas de contarle a mi mamá lo que me había pasado. No tenía amigas, mis compañeras del trabajo eran envidiosas y siempre hacían cosas para que me retaran. Cuando conocí a Dante, a la primera que le quise contar fue a mi mamá, pero me callé.

- ¿Entonces por qué la nona sabe de Dante?

-Porque si lo conoció, pero al tiempo después. Cuando yo estaba decidida a irme con él.

 




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