Nosotros y las estrellas

4

Pesadez. Como si un autobús le hubiera pasado por encima, abrió los ojos, sabiendo que la bruma que los nublaba no desaparecería hasta que parpadeara varias veces, pero el solo hecho de pensar en hacerlo ya le parecía una tarea difícil de realizar.

Cuando por fin pudo acostumbrarse a la luz, miro hacía abajo, su cuerpo no daba respuesta, yacía sobre la cama de un hospital, conectado a un montón de cables y aparatos, los podía sentir sobre su piel.

Escuchaba los latidos de su corazón, gracias al monitor cardíaco a su lado, que le confirmaba que seguía con vida, pero nada más,  como si fuese la única alma descansando en ese frío lugar.

Luego de mil intentos por levantar uno de sus brazos o por lo menos mover uno de sus dedos, se rindió, sintió sus músculos relajarse así como su respiración. 

Pasados unos minutos, ve a través del cristal a alguien acercarse, sabe que es un médico, por la bata blanca que ondeaba sobre su cuerpo menudo y el uniforme azul que les caracterizaba.

Era bastante joven, tal vez apenas unos años mayor que él,  su cabello negro caía suave sobre su rostro pálido y debajo se encontraban unos hermosos ojos felinos, una mirada bastante intimidante para un beta, pues, en cuanto entró no pudo percibir ningún aroma, aunque, también podía atribuirlo a su dificultad para respirar o a la mascarilla que posaba sobre su nariz y boca.

—Soy el doctor Lee, voy a revisar sus signos vitales— dijo acercándose a un costado de la cama, y aunque Jaiden hizo el amago de asentir no pudo. 

Los dedos largos del doctor le ayudaron a incorporarse un poco mientras colocaba el estetoscopio por su espalda, no sabía porque, pero el tacto se sentían como llamas sobre su piel, y su lobo interior alzó las orejas curioso.

Mentiría si no dijera, que desde que cruzó miradas con él,  su lobo, y su parte humana no se volvieron curiosos respecto al mayor,  pues en definitiva era atractivo, y Jaiden estaba enfermo pero no ciego.

El médico se volvió a mirar los aparatos y la bolsa de suero, luego de anotar todo en lo que parecía ser su expendiente se giró a verle.

—Se encuentra estable— dijo mirando sus anotaciones— fue ingresado por el ataque respiratorio que tuvo en la sala de espera, más tarde vendrá la enfermera a administrar sus medicamentos, al menos por hoy permanecerá internado y se le realizarán algunos estudios— se quedó pensando por unos minutos y agregó — cualquier duda, puede llamar a la enfermera y ella se comunicará conmigo, descanse.

Y así como entró, salió,  sin darse cuenta que un omega revoltoso se encontraba dando vueltas por su atención,  para que se quedara un poco más,  para seguir sintiéndole cerca.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.