La semana siguiente al exitoso dúo en el bar, Sofía se sentía en la cima del mundo. La música la había unido a Daniel de una manera que nunca imaginó, y cada ensayo juntos fortalecía su conexión. Sin embargo, a medida que la emoción de su actuación se desvanecía, la realidad de sus vidas comenzaba a hacer mella en su felicidad. Daniel se había vuelto cada vez más distante. Las conversaciones que solían fluir con facilidad ahora estaban llenas de silencios incómodos. Sofía notó que su mente parecía estar en otro lugar, y la presión de la audición en Nueva York pesaba sobre él como una sombra. Una tarde, mientras ensayaban en el bar, Daniel se detuvo de repente, su expresión tensa.
-“Sofía, tengo que hablar contigo,” dijo, su voz grave. -“He estado pensando en la audición. Es una gran oportunidad para mí, pero… no sé si estoy listo para dejar todo atrás.”
Sofía sintió un nudo en el estómago.
- “¿Te refieres a dejar el bar? A nosotros?” preguntó, su voz temblando. -“No sé si puedo hacerlo. Este lugar, la música, tú… todo esto significa tanto para mí.” Daniel se pasó la mano por el cabello, frustrado.
-“Lo sé, pero tengo que seguir mis sueños. Mis padres esperan que lo haga. No quiero decepcionarlos.”
Las palabras de Daniel resonaron en la mente de Sofía. Ella también tenía sueños, pero había encontrado en la música una forma de sanar y crecer.
-“¿Y qué hay de tus propios sueños? ¿Qué quieres tú?” preguntó, sintiendo que la tensión entre ellos se intensificaba. -“No quiero que sientas que tienes que elegir entre mí y tu carrera,” agregó, su corazón latiendo con fuerza.
-“Es complicado,” respondió Daniel, su mirada perdida en el suelo. -“La música siempre ha sido mi vida, pero ahora siento que tengo que elegir entre lo que quiero y lo que otros esperan de mí.” Sofía sintió una punzada de tristeza. “No deberías tener que sacrificar tu felicidad por los demás. La música es algo que nos une, y no debería ser una carga.”
La conversación se tornó tensa, y Sofía se dio cuenta de que la presión de los sueños estaba comenzando a afectar su relación. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, sus pensamientos giraban en torno a la incertidumbre. ¿Podrían encontrar un camino que les permitiera seguir sus sueños juntos? ¿O sus aspiraciones los separarían? Al día siguiente, Sofía decidió asistir a una clase de canto en el bar, donde un conocido profesor de música estaba dando una lección sobre la interpretación emocional. Al llegar, se encontró con otros cantantes que compartían su amor por la música. Durante la clase, el profesor habló sobre la importancia de ser auténtico y fiel a uno mismo. “La música es un reflejo de quiénes somos.-
No dejes que las expectativas de otros te desvíen de tu camino,” dijo, y las palabras resonaron en Sofía.
Al salir de la clase, se sintió renovada y lista para enfrentar cualquier desafío. Decidió hablar con Daniel de nuevo, pero esta vez con un enfoque diferente. Quería que él supiera que su amor por la música y por él era lo más importante. Esa noche, se encontraron en el bar. La música llenaba el aire, y Sofía sintió que era el momento adecuado para abrir su corazón.
-“Daniel, quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte, sin importar lo que decidas,” dijo, mirándolo a los ojos. -“Tu felicidad y tus sueños son importantes para mí.”
Daniel la miró, sorprendido. -“¿De verdad lo sientes así?” preguntó, su expresión suavizándose.
-“Sí, porque también tengo mis propios sueños. Quiero cantar y compartir mi música, y quiero hacerlo contigo,” respondió Sofía. -“No quiero que sientas que tienes que elegir entre nosotros. La música puede ser nuestra conexión, no nuestra separación.”
Las palabras de Sofía parecieron romper la barrera que había crecido entre ellos. Daniel sonrió, y en ese instante, Sofía supo que habían dado un paso importante hacia adelante. La música, con su poder de unir y sanar, seguía siendo su refugio. Mientras el saxofón sonaba suavemente en el fondo, Sofía y Daniel se unieron en una nueva melodía, una que prometía ser su propia sinfonía de amor y sueños compartidos.