Notas de un futbolista

Nota 43: Desarrollando el sentido de la urgencia

Pongo un plan en acción. Lo hago rápido, sin perder tiempo en dudar o en buscar la perfección absoluta, porque sé que el tiempo no espera a nadie. Desarrollar el sentido de la urgencia es clave, sobre todo en el fútbol, donde los segundos cuentan y las oportunidades se esfuman en un parpadeo. Como dijo el general George Patton, "Un buen plan ejecutado vigorosamente ahora es mejor que un plan perfecto para la semana que viene". Esa frase me retumba en la cabeza cada vez que me enfrento a una decisión, ya sea dentro o fuera de la cancha.

No puedo permitirme el lujo de esperar a que todo esté alineado perfectamente para actuar. En la cancha, no hay espacio para la indecisión. Si me quedo esperando el momento ideal, ese momento simplemente no llega, y las oportunidades pasan de largo. He aprendido que en el fútbol, como en la vida, lo importante es comenzar. Tomar la iniciativa, aunque el plan no sea perfecto, es lo que me permite avanzar, crecer, y sobre todo, aprender. Porque en este deporte, como en cualquier otra cosa que vale la pena, los errores son inevitables, pero también son una fuente invaluable de aprendizaje.

Lo fundamental es entender que no se trata de evitar los errores, sino de aprender de ellos. Si espero a tener un plan perfecto antes de actuar, corro el riesgo de quedarme estancado, de no avanzar por miedo a equivocarme. Y ese es el peor error que puedo cometer: no moverme, no actuar. La parálisis por análisis es un enemigo peligroso, que puede minar mi confianza y frenar mi progreso. En cambio, cuando tomo acción, cuando me lanzo a la cancha con determinación, puedo ajustar y mejorar sobre la marcha. Cada partido, cada entrenamiento, es una oportunidad para poner en práctica lo que aprendí, para afinar mis habilidades y para perfeccionar mi juego.

No tengo miedo de equivocarme, porque sé que los errores son parte del camino hacia el éxito. Es más, en muchos casos, los errores son los que me enseñan las lecciones más valiosas. Me muestran lo que no funciona, lo que necesito cambiar, y me obligan a pensar en nuevas soluciones, en nuevas estrategias. Así, cada vez que me enfrento a un obstáculo, no lo veo como un fracaso, sino como una oportunidad de crecimiento.

La acción constante y decidida es lo que realmente me acerca a mis objetivos. No hay nada peor que quedarse inmóvil, esperando que las cosas se solucionen solas o que el plan perfecto caiga del cielo. En el fútbol, y en la vida, el éxito no es cuestión de suerte, sino de esfuerzo, dedicación y, sobre todo, de acción. Cada paso que doy, por pequeño que sea, me acerca un poco más a mis sueños. Y aunque esos pasos no siempre sean perfectos, lo importante es que me mantienen en movimiento, que me permiten avanzar y no quedarme atrás.

Así que, en lugar de quedarme pensando en lo que podría salir mal, me pongo manos a la obra. Tomo la iniciativa, me muevo hacia mis metas con la convicción de que cada acción, por mínima que sea, cuenta. Porque al final del día, no se trata de tener un plan infalible, sino de tener la determinación de empezar y la flexibilidad para ajustar el rumbo según sea necesario. Y eso es lo que me permite crecer, mejorar y, eventualmente, alcanzar el éxito.

Moverme, actuar, aprender sobre la marcha; ese es mi enfoque. Porque sé que los sueños no se alcanzan desde la comodidad de la espera, sino desde la acción decidida y constante. Cada día, cada entrenamiento, es una nueva oportunidad para acercarme a lo que quiero ser, y no voy a dejar que la búsqueda de la perfección me detenga. Prefiero avanzar, corregir, aprender y seguir adelante, sabiendo que cada paso que doy me lleva más cerca de la meta. Así es como transformo mis sueños en realidad, y así es como sigo luchando por lo que realmente quiero.




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