Nova: Origen Supremo

01: SOMBRAS EN LA FERIA

La música, las luces y el aroma a algodón de azúcar llenaban el aire. La feria de la ciudad bullía de risas y alegría mientras Yelena Hardy caminaba entre los juegos mecánicos junto a sus inseparables amigas, Zara y Lucia. Las tres, por un momento, eran simplemente chicas disfrutando de la noche, sin amenazas, sin misiones. Solo ellas.

—¡Le diste al blanco de nuevo! —rió Zara mientras Yelena bajaba un enorme oso de peluche de un estante de premios.

—Parece que ser una Nova también sirve para los juegos de feria —respondió Yelena, sonriendo con una tranquilidad poco frecuente en su vida.

Lucia agarró un algodón de azúcar y lo alzó como si brindara con él. —Por las noches normales... lo más raro que debería pasarnos es comer demasiado y marearnos en una montaña rusa.

Yelena suspiró. Parte de ella deseaba que eso fuera cierto.

Pero no lo era.

Las luces parpadearon. Un estruendo ensordecedor rompió la tranquilidad. El cielo se volvió violeta. Yelena se volteó instintivamente… y lo vio.

Una figura alta, vestida con una capa de energía oscura ondulante, flotaba sobre el suelo. Su cuerpo parecía absorber la luz. Sus ojos eran dos esferas brillantes de espectro fluctuante: violeta, azul, rojo, verde. Su voz, cuando habló, fue como el eco de muchas voces mezcladas.

—Yelena Hardy… heredera de un linaje contaminado. He venido por ti.

—¿Quién eres? —preguntó ella, adoptando postura defensiva.

—Soy Spectrum, el equilibrio perdido. El caos encarnado. Tu existencia representa un error que debe ser corregido.

Sin esperar respuesta, Spectrum lanzó un rayo prismático que desintegró la entrada de la rueda de la fortuna. Yelena empujó a sus amigas fuera del camino y activó su traje. La “N” del pecho brilló mientras saltaba directo al combate.

Pero Yelena no estaba preparada.

Por cada golpe que intentaba dar, Spectrum respondía con una energía cambiante: intangible, física, incandescente. La feria ardía. Luces caían del cielo. Su fuerza parecía adaptarse a la de Yelena, neutralizándola en cada intento.

—No eres digna —susurró Spectrum, deteniéndola con un solo gesto—. Pero aún no es el momento.

Y con una explosión de partículas de luz, desapareció.

Yelena cayó de rodillas entre escombros humeantes, jadeando. Zara y Lucia corrieron a ayudarla, sus rostros pálidos por el susto.

—¿Qué fue eso? —preguntó Lucia, temblando.

Yelena miró el cielo violáceo que volvía lentamente a la normalidad. Sus ojos estaban fijos, fríos, determinados.

—Una advertencia.




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