Novia desafortunada

Extra: Un destino que no es nuestro 5

El hombre de mayor edad corrió hacia el pasillo del hospital luego de enterarse de la noticia, su sobrino, Giorgio Santoro, había muerto. Y aunque su rostro luce preocupado la verdad es que por dentro debe controlar su emoción. Al fin ese mocoso infame ha muerto y eso significa que las empresas de su hermano serán suyas. No hay más herederos y sus dos hijos han muerto.

Quisiera regodearse al pensar en la herencia que va a recibir, pero debe mantener una actitud desesperada por los medios que rodean el hospital.

Quiere ver el cuerpo de su sobrino muerto. Pero lo que encontró en la sala en donde supuestamente estaba el cadáver de Giorgio hizo que su felicidad cayera al piso de golpe.

—Hola tío, te estábamos esperando —habló el supuesto muerto sentado en una silla de ruedas con una sonrisa irónica.

No hay más que un par de moretones en su rostro y un brazo fracturado. Sin entender lo que pasa el hombre solo atinó a retroceder, pero chocó con los guardaespaldas de su sobrino.

Giorgio

—¿O no te esperaba esta sorpresa? —le dije sin dejar de sonreír.

—¿Qué mierda está pasando aquí? ¡¿En todos los medios dijeron que estabas muerto?! —replicó apretando los dientes con rabia.

Me alcé de hombros sin dejar de sonreír satisfecho. Si no hubiera sido por la advertencia de mi hermana ni que ella me visitara en mi inconsciencia para hacerme reaccionar hubiera muerto como él lo quería. Pero abrí mis ojos antes de que el tipo que chocó nuestro vehículo en forma intencional sacara su arma y me disparara al darse cuenta de que no había terminado con el trabajo que iban a pagarle.

Una patada por debajo lo hizo caer y antes de levantarse le había quitado su arma apuntándole en la cabeza, se notaba su inexperiencia y por eso mismo bastó con amenazar su vida para que confesara quien estaba detrás del intento de provocarme una supuesta muerte accidental.

Luego de eso mis guardaespaldas y equipo de seguridad de mi empresa se encargaron del resto.

Juntando suficiente evidencia incluso a mi tío que llamó al hombre para felicitarlo luego de escuchar sobre mi muerte e indicarle el lugar en donde le hizo el pago por su trabajo.

—Pensaste que no me daría cuenta de tus intenciones, como ves no morí, el hombre al que le pagaste que chocará contra mi auto y me provocara la muerte no pudo hacer su trabajo. Solo me causó algunas lesiones —agregué contemplándolo con seriedad.

Sonrió nervioso.

—No sé de que hablas, pero me alegro de que las noticias sean falsas, somos familia, hay que celebrar que sigas vivo y…

Me puse a reír interrumpiendo sus palabrerías.

—En verdad me sorprendes, no puedo creer que aun sigas fingiendo que te preocupas por mi —señalé antes de levantarme de la silla de ruedas—, le pagaste a un hombre para que me matara y esa muerte pareciera ser parte de un accidente. Y no solo eso has estado presionando a mis empleados para tomar ganancias de mis empresas que no te corresponden. ¿Por qué yo debería darte pensión de algo que no te corresponde? Sé que mi padre era demasiado bueno y cometió el pecado de creer que su deber era mantenerte a ti y a los zánganos de tu familia, pero eso se acabó, de ahora en adelante volveré a Italia y tomaré el control total de todas las empresas para que ni tu ni los tuyos puedan tocar un solo peso más.

Vi como su falsa expresión amigable cambiaba por un rostro amargado y rencoroso.

—Y no solo eso, he entregado toda la evidencia de tu intento de asesinato a la policía y a mis abogados, no podrás abandonar este país por un buen tiempo —agregué sonriendo—, te vas a secar en la cárcel, tío, mis abogados no van a permitir que salgas libre de todo esto.

Apretó los dientes y empuñó sus manos, como si su desesperación ante los hechos no le permita pensar con claridad.

—¿De… de que evidencias hablas? ¿Yo no tuve nada que ver con ese accidente? —intentó defenderse en vano.

—Todo ya esta en manos de la policía —señalé ante su rostro estupefacto.

Me miró un momento como si quisiera decir algo, pero no se atrevió a hacerlo. Sé que debe maldecirme por no haber muerto por seguir poniéndome en su camino impidiéndole quedarse con lo que fue de mi padre.

Ahora entiendo las razones de mi abuelo de no haberle dejado nada de su herencia. Es evidente que solo es un sucio ambicioso criminal dispuesto a matar por dinero. No me sorprende, por algo siempre solo fuimos mi hermana y yo.

Huyó del hospital y dejé que se fuera cuando mis guardaespaldas quisieron seguirlo para retenerlo. Luego mi abogado me avisó que la policía lo detuvo en el aeropuerto.

Le pedí a mi secretario que preparara todo mi viaje de retorno a Italia, ya he estado demasiado tiempo en este país y es hora de volver a mi hogar.

—Gracias —le dije al hombre antes de extender mi mano hacia él.

Me contempló sorprendido.

—Extrañamente mejoré —le dije sonriendo—, ni el médico sabe las razones, pero mi psicólogo cree que el impacto del accidente produjo que mi problema de no poder tocar a otras personas desapareció.

Mi hombre de confianza sonrió con sinceridad tomando mi mano. Es la primera vez que puedo darle la mano sin tener que usar un guante de por medio.

—De hoy en adelante serás el gerente regional, dejaré la sucursal de la empresa en este país en tus manos, sé que harás un gran trabajo —le dije y me miró sin creerlo y es que en mi ausencia es él quien siempre se ha encargado de todo por lo que es la persona ideal para quedarse a cargo de la empresa.

—Señor Santoro, en verdad no sé que decirle, pero le prometo que haré lo mejor que pueda hacer para cumplir con su confianza —respondió con alegría.

—También necesito pedirte un favor —le dije y caminé hacia el closet de la habitación del hospital.

Saqué la flor de hielo que milagrosamente salió tan dañada luego del accidente y sonreí con tristeza. No quisiera irme sin decirle algo más a Sofia, pero ahora entiendo que ella no quiere verme.




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