Capítulo 1
—¡Chris, llegarás tarde otra vez!… —refunfuñó Angela desde la puerta, yo me envolví más en las sábanas y solté un quejido.
—Por favor An, solo 5 minutos más, ayer fue un día horrible —supliqué. Sentí sus pasos avanzar y luego un halón fuerte a mi cobija de abejas favorita.
—¡¿Se te ha olvidado quién es tu jefe?! Si llegas tarde otra vez, estoy segura de que no le importará echarte como perro a la calle —recordó y gemí al pensar en eso, me levanté de mala gana soltando un gran bostezo mientras arrugaba la cara.
—Te odio —eché en cara y ella me guiñó un ojo.
—Eso me tiene sin cuidado, además siempre me terminas agradeciendo estar aquí para levantarte, aunque ahora me detestas, más tarde me besarás los pies —alardeo, la muy condenada. Aunque ella tenía razón, de no ser por mi compañera de piso, quién sabe lo que sería de mí, ya que desde que inicié a trabajar en “Blake’s Cosmetics” mi vida cambió drásticamente, no podía engañarme, la verdad el sueldo era bastante bueno y por eso pude alquilar un mejor departamento, comprar un auto nuevo y otros lujos que con mi antiguo trabajo, ni siquiera podía aspirar a tener.
No obstante, el hecho de ser la jefa de publicidad y mano derecha de mi jefe, que por cierto era un completo idiota en todo lo que engloba la palabra, me dejaba exhausta. Mi trabajo no era simple, ya que estaba encargada de hacer que todos nuestros productos fueran aprobados y sin defectos, porque si eso llegaba a ocurrir estaba segura de que Patrick Blake’s me colgaría en el vitral de entrada, para que todos los posteriores empleados tomaran como ejemplo mi error.
“Ash” (Largo suspiro)
Ese hombre… Ni siquiera tenía idea como explicar el carácter corrosivo de Patrick, en ocasiones podía ser un hombre amable, aunque no tanto, él hacía marcar la diferencia de Jefe/empleado, empero cuando estaba enojado era algo parecido a una bomba nuclear, destruyendo todo a su paso, y para ser honesta prácticamente, estaba más enojado que feliz y yo siendo la más cercana durante los últimos 3 años, siempre pagaba los platos rotos, me había aguantado gritos y regaños cuando otros cometían un error, a veces deseaba matarlo en el acto, pero luego caía en cuenta que eso me podría llevar a la cárcel y olvidaba mi estúpida fantasía.
Esa mañana no estaba tan emocionada de ir a trabajar, realmente me sentía agotada porque estábamos a punto de sacar una nueva línea de labiales, y eso quería decir, estrés… Sí, mucho estrés y correr a todos lados porque mi jefe exigía luego de que yo hiciera las revisiones meticulosas, él personalmente daba el visto bueno para luego salir al mercado. Por supuesto que no sin antes crear ruido en cuanto a publicidad se refería, la empresa de Blake’s Cosmetics, era la número uno en todo Nueva York, durante 30 años que había sido fundada.
Y por supuesto que todo el mundo hablaba de nuestros productos tan buenos, ofreciendo calidad a todos los clientes, y eso básicamente caracterizaba por la cantidad de meticulosidad que existía al momento pruebas y comprobaciones de los cosméticos que salían a la venta, y por supuesto que también a eso se debía el éxito de dicha empresa.
Terminé de darme una ducha y luego bajé a la cocina, Ángela preparaba algo para comer, yo miré la hora del reloj y casi me daba un infarto, solamente faltaban 15 minutos para las 8:00 am, hora que debía estar en la oficina.
—Te dije que ibas a agradecerme —habló y torcí los ojos.
—Pues te hubiera agradecido si al menos me despertaras 2 horas antes —solté con sarcasmo.
—Amiga, eran las 7:30 cuando te llamé, me pediste 5 minutos cada vez que intentaba despertarte, no me eches la culpa por tu flojera —expresó encogiendo los hombros.
—Ash, ya no voy a perder tiempo, me largo —contesté y salí corriendo del departamento. Llevaba un termo con café para despertarme más y daba sorbos mientras esperaba que el ascensor bajara. A toda prisa avancé hasta el estacionamiento y busqué mi coche, apenas subí pisé el acelerador a todo lo que daba sin importar ir a la cárcel, eso era mejor que estar muerta por las manos de mi cretino, pero guapo jefe.
***
Llegué a la oficina, dejando las cosas sobre el escritorio. Escuché la voz de Cindy, su secretaria, llamarme, ella tenía un rostro preocupado y parecía estar a punto de sufrir un ataque al corazón.
—Dónde rayos estabas Christina, el jefe llegó hace 30 minutos preguntando por ti —apuntó y sentí que un frío recorría mi columna, ese era el día para que Christina Smith muriera.
—Es que se me hizo tarde, lo siento… Yo… —quise excusarme y ella señaló la oficina de Patrick.
—Solo ve, no quiero que me griten por tu culpa —comentó. Yo me puse de pie tomando aire y caminé hasta la puerta, toqué una vez esperando escuchar el «pase» hasta que contestó. Giré la perilla con lentitud, sintiendo mi corazón desbocarse en mi pecho, trague saliva, apretando los puños y esperando el regaño bien merecido por llegar tarde.
—Señor Blake’s, buenos días, me llamó —saludé temerosa, él leía una revista detrás de su escritorio, ni siquiera estaba mirándome. Sus ojos azules se encontraban concentrados en el contenido de aquella lectura, de la cual sentí curiosidad.
Esperé unos segundos y finalmente, se dignó a verme la cara.
—Señorita Smith, buenas tardes, diría yo —empezó y obviamente ya sabía lo que me esperaba.
—S-señor yo… Discul… —no me permitió terminar con mi gran excusa. Hizo un gesto con su mano indicando que hiciera silencio.
—Señorita Smith, no la llamé para discutir su hora de llegada —confesó y casi me ahogo con mi propia saliva, mis ojos se abrieron como platos y en ese momento sí sentí el verdadero terror.