[Peter-Morgan-Tony]
— ¿Y cómo dices que puede vivir personas fuera de aquí? ¿En el espacio? ¿Se puede vivir así? —ella pregunta sin temor a nada. Sus ojos negruzcos tan bellos se pierden en el firmamento estrellado—. En los libros dice que no es posible eso. ¡No se puede respirar!
A Tony no le parece excéntrico que su pequeña mueva sus manitos con la ilusión de alcanzar ese brillante cuerpo celeste. La mece, acaricia las mejillas de la nena. Apenas tiene los cinco años, una bebé que busca el calor de papá, y aunque es de noche, para él no existe ningún mal momento para hablar con su hija inteligente. Muy suspicaz y astuta, alguien digna a la que puede heredar sus ideas.
Su legado.
Su heredera.
Su pequeña bebé.
—Relativamente esos escritores jamás han salido de la Tierra. En cambio, yo sí, de modo que allí es la diferencia—él la protege con su saco. Por esa noche no es el excéntrico millonario, playboy y filántropo, mucho menos Iron Man—; hay mucha vida de lo que crees.
— ¿Entonces mis abuelitos son estrellas?
—Si analizamos con lógica, solo son polvo y se quedan en la tierra—remueve a la pequeña, coge los guantes y se los pone—, pero puedo confesarte que ellos viven en nuestros corazones. Eres su legado.
Morgan se acurruca entre los brazos de su padre. Saber que es el personaje de esa historia que su padre le cuenta todas las noches es una maravillosa experiencia, claro que no es tan igual como verlo probarse ese traje de lata que guarda en el sótano. No está sola y eso lo puede afirmar, porque, aunque Tony nunca acepte sus aventuras como uno de los Vengadores, para ella siempre será el héroe de la Tierra.
Su madre siempre habla de ello con mucho gozo.
— ¿Algún día te convertirás en una estrella?
Tony baja la mirada hacia el cuerpecito de su niña, los ojos grandes de su heredera parecen expectante a su respuesta. Ella es muy inteligente aún en sus cortos años de existencia.
—Soy Tony Stark, yo nací siendo una estrella.
—Mamá dice que eres muy exagerado y muy creído.
—Es porque tu madre no quiere admitir que nací siendo un ser magnífico.
La pequeña Stark lleva sus manos hacia su boca para aguantar la risa, definitivamente su padre era un hombre con un sentido del humor bastante gracioso, aunque no podía evitar reírse con mejor gozo cuando le ganaba en una discusión. Simplemente para ella, Tony era su superhéroe, el verdadero humano poderoso que cuidaba la Tierra.
—¿De verdad serás una estrella, papá?
—¿Te cuento un secreto? —él besa los cabellos de su niña—. Es la vida, los padres se convertirán en estrellas para cuidar desde allá arriba a su legado, siempre acompañándolos en el peor momento que les toque vivir.
—¿Y luego yo me convertiré en uno para cuidar a mis hijos?
Iron Man frunce el ceño. Demasiada teoría e información alberga la mente de Morgan, especialmente cuando vive leyendo muchos libros o buscando información de internet. Sin embargo, no puede negar que ella es lo que más ama en su vida, y por ella era capaz de cualquier cosa...como desaparecer a cualquier pretendiente.
—Aún eres una niña—titubea en medio de una calma, pero su mente comienza adaptarse a la situación respecto a crear una protección máxima que una hija debe recibir—. Y yo aún sigo aquí, ¿por qué no mejor disfrutamos de nuestro tiempo a solas?
Morgan se ríe, los hoyuelos en sus mejillas le ofrecen un toque enternecedor no pudiendo evitar que Tony la cargara para besar su frente.
Sin saber que era la última noche que compartiría con su pequeña.
Su último momento antes de marcharse de su lado.
Su última compañía antes de seguir a sus camaradas para luchar contra Thanos.
Y ese beso es lo que ahora le perdura en la mente de la pequeña Stark.
Solo ve una estrella, que, entre todas, es la que más brilla con intensidad. De pie, en el rio que esta cerca de la casa de campo donde pasó casi toda su vida a lado del hombre que más extraña en esos momentos.
Con sus siete años sabe lo que su padre le comentó acerca de vivir y no pensar en la última etapa a la que todo humano debe llegar. Porque unos se van y el legado queda..., se fortalece con las enseñanzas de los sabios y solo esperan el día en que se vuelvan estrellas para estar al lado de sus padres.
Y desde el cielo observar a los nuevos hijos.
Era una ley que científicamente resultaba una burla, pero para ella, en muchos libros de historia, astrología y de mitos se comentaba de ese tema. O por lo menos Thor le había dicho que Tony estaba allá arriba, cuidándola de cualquier peligro, siempre observándola y aunque no lo pudiera sentir físicamente, solo debía de cerrar los ojos para darse cuenta que Tony se hallaba allí.