Nuestra Oscuridad

Prólogo

Era increíble que hasta el aroma a tierra mojada que deja una leve llovizna pueda incomodarte luego de haber sido de tus cosas favoritas; mi madre conducía mientras sonaba una vieja canción que le gustaba, cada cierto tiempo le dedica miradas, se mantenía ansiosa, a la expectativa de que alguien nos detuviera, quizás. Yo iba en el asiento del copiloto, en mis cascos sonaba una versión Phonk de alguna canción que quién sabe cómo se llamaba, miré mi móvil, Bad Habit, leí y en ese momento sentí como tocaban mi hombro.

— ...me escuchaste? — fue lo único que escuché mientras me retiraba los auriculares — ¿Que? — pregunté, seco

— Que trates de adaptarte y no hables del tema — repitió mi madre luego de soltar un largo suspiro haciendo énfasis en la última parte

— Claro

— No se por qué lo sigo intentando contigo — la escuché murmurar más para ella misma que para mí, decidí ignorarla, no tenía ganas de discutir, no tenía ganas de hacer nada

Dejamos atrás el campo, el mismo que había estado observando por 3 horas y pude ver un gran cartel que decía "Bienvenidos a Nightcity"

Según había escuchado era un pueblo no tan grande, pero acogedor donde se reunía la "clase alta" que no deseaba llamar la atención, pero para mí era sólo otro pueblucho más, sabía que, fuera a donde fuera, no me libraría de él.

En la entrada nos recibió un tipo gordito y de baja estatura, era pecoso, de cabello negro, según su traje era policía, pero uno muy vago y sin deseos de otra cosa que de comer, tuvimos que tocar el claxon para que despertara, casi se cae de la pequeña silla, entonces, perezosamente, se levantó y abrió la reja de entrada sin siquiera saludar y se recostó para seguir durmiendo.

Habían un montón de casas, todas similares, unas cuantas tiendas, pude ver a lo lejos un centro comercial, habían bares, seguro a mamá le gustará, cuando doblamos pude ver de frente un pequeño cine, no sé si era por el día nublado o que hasta mis ojos tenían depresión, pero me pareció un pueblo con muy poca vida.

Al final llegamos a nuestra nueva casa, la observé detenidamente.

Un jardín bastante amplio con unos, poco cuidados, rosales, desvíe la vista al retrovisor del auto y casi me espanto al ver mi propio reflejo, mi rojizo cabello estaba despeinado, mi mirada sólo transmitía cansancio, principalmente por las ojeras que se habían formado luego de un mes sin poder dormir, mis labios resecos y mi piel pálida.No me había molestado en arreglarme antes de venir.

Abrí la puerta del auto y salí, lentamente, con poco entusiasmo recorrí el pequeño jardín y subí las escaleras, saqué las llaves y las coloque en la cerradura, entonces, me detuve.

Cuando abriera está puerta, cuando entrara a esta casa, eso significaría un nuevo comienzo, tal vez, sólo tal vez, podría olvidarme de todo lo que había sucedido hace un mes, tal vez podría seguir viviendo como una chica de 18 años normal y no una...

— ¿Tienes miedo de que haya un monstruo dentro? — Mis pensamientos se detuvieron al escuchar una voz masculina, venía de la casa del lado

— ¿Que? — fue la única estúpida respuesta que pude formular

Entonces el chico comenzó a reír y aproveché para detallarlo, tenía los ojos color avellana, y el cabello castaño, se veía bastante fornido, debía tenerla mismo edad que yo o un poco más, era bastante atractivo, pero no causó nada fuera de lo normal en mi.

Si este chico no lo lograba, al parecer nunca sentiré nada de nuevo que no sea el persistente miedo a las risas sádicas que me abrazan en las noches.

— Eso es sólo por la emoción de una nueva casa — intervino mi madre con una sonrisa de oreja a oreja, como si todo estuviera bien

— Si, se ve realmente entusiasmada — respondió el muchacho, sarcásticamente

— Si tienes tanto sarcasmo deberías donar un poco a las pobres personas que mendigan por ahí — refute, seca, molesta y con cara de ningún amigo

— Me gusta tu sentido del humor zanahoria — soltó riendo descaradamente

— No me llames así, tengo nombre — Respondí aún más enojada, debió notarlo, porque enseguida se calmó

— Bueno, empecemos otra vez, soy Trevor Smith, y soy tu nuevo vecino, tengo 19 años y voy en segundo año de universidad, ahora tú — me miro, con una de esas miraditas pícaras que harían que cualquier chica se removiera, pero a mí no me causó nada

— Abigail James, 18 años, primer año — respondí cortante

— Es un placer conocerte soy Mary — soltó mi madre de la nada — la madre de Abbs, espero que puedan llevarse bien y la ayudes a adaptarse — hizo silencio un segundo y luego susurro, al parecer , solo para Trevor — es bastante mala en eso

— Encantado le ayudaré — sonrió de medio lado y luego miro si móvil, respondió un mensaje y nos miró — bueno, llegó tarde al trabajo, nos vemos mañana Abbs — finalizó pronunciando lentamente mi nombre , no me molesté en devolver la despedida.

Lo observé alejarse y a mí madre despedirlo, entonces me llené de valor y abrí la puerta.
Los de la mudanza habían llegado ayer, no teníamos tantas cosas pero aún así había un buen caos ahí dentro.

Comencé a recorrer la casa y no era nada del otro mundo, una pequeña sala que tenía acceso a una cocina - comedor y en esta una puerta que daba al patio trasero, en el segundo piso habían dos habitaciones, cada una con un baño y un pequeño estudio. Nada más.

Me quedé el cuarto más pequeño, más espacio significaba más soledad. Estuve un buen rato colocando la ropa en el armario y los pósters, me había encerrado en la habitación hacia ya una hora, escudriñé otra vez todo ese espacio y luego me recosté en la que me pareció la cama más suave del mundo, era un gran cambio si lo comparaba a mí antigua cama, cerré los ojos y todo el peso del mes por fin me hizo efecto.



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En el texto hay: paranormal suspense aventura

Editado: 28.07.2025

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