—¿Eso te ha dicho mamá? —preguntó Terry asombrada.
Asentí y me gire hacia ella abandonando las espectaculares vistas que se dejaban ver desde mi despacho. Su rostro era todo un dilema entre confusión e incredulidad.
—Se ha echo un poco la víctima o más bien me ha puesto a mi como víctima. —resumí toda nuestra conversación anterior.
Esta mañana había pasado por casa de mis padres y le había dejado algunas cosas claras a mi madre con respecto a la situación que se había desarrollado en mi apartamento el fin de semana. Mi padre enfureció y mi madre se quiso hacer la víctima alegando que solo me defendía.
—Y ¿como esta Mía con todo esto? —continuó indagando.
Mía.
Bueno Mía se encontraba ahora en su casa haciendo las maletas para trasladarse difinitivemnte a mi apartamento. También había discutido un poco con ella. Le había dejado claro que no tenía por que encubrir a mi madre cuando había sido ella misma quien lo había echo mal.
—Lo está llevando. —fue lo único que dije y Terry pareció comprender.
—¿Quién dice que lo de la suegra malvada no está pasado de moda? —intento bromear.
Le lance una mirada que dejó muy claro que creía yo de su bromita y se mantuvo en silencio.
—Dentro de dos horas tengo que recoger a Mía en su casa. Hoy se muda conmigo. —le deje saber para cambiar un poco de tema y relajar el ambiente.
—Eso es muy bueno hermanito. Comienzan a afianzar su relación. —dijo una muy sonriente Terry.
—Se que si. Pero también se que Mía tiene algunas dudas con lo de la mudanza.
Terry resoplo en un gesto vastante cómico.
—Es normal. Ella nunca ha tenido una relación tan seria como para vivir juntos.
—Eso mismo me ha dicho Thony. —le deje saber— Me dijo que le diera su tiempo para que se hiciese a la idea.
Terry asintió ante mis palabras.
—Tiene toda la razón. Tu solo deja que se haga a la idea y cuando lo consiga le propones matrimonio.
Eso sí logro hacerme sonreír.
—No es mala idea. —coincidí.
***
Si alguien, algunos años atras, me hubiese dicho que abandonaría mi casa, nunca le hubiese creído.
No le hubiese creído porque era algo inaudito para mí. No me veía capas de hacerlo. ¿Como podría?
Aquella casa me había visto nacer. Me había visto crecer para irme a la universidad y me había visto volver. Había dado mis primeros pasos, dicho mis primeras palabras en aquel lugar. Había compartido innumerables cenar con mis padres. Así como nuestra última charla. Todo dentro de aquellas paredes. Las mismas que me vieron llorar su muerte o me vieron durante mi embarazo.
Mi hija había sonreído por primera vez aquí. Había dado sus primeros pasos y dichos sus primeras palabras también en aquel lugar. La mayoría de sus travesuras habían sido presenciadas por los muebles y las luces de este hogar.
Había aprendido a cocinar con mi madre en aquella cocina. Había pintado tantas tonterías en los sillones del salón. Incluso había montado mi primer estudio de pintura en una habitación inutilizada del final del pasillo.
A la persona que me dijese que hoy la habandonaba le hubiese reprochado su locura, su falta de visión.
¿Quién no era capaz de ver el amor que tenía por esta casa? ¿Quién era capaz de decir tantas mentiras?
No tenía ni idea de quien pudiese decirlo, pero tendría toda la razón.
Hoy, después de años de vivir en ese —aunque pequeño, pero precioso y acogedor— hogar, me marchaba. Y aunque estaba segura de que volvería en algún momento de mi vida, aunque fuese a presenciar sus paredes y recordar los momentos.
Pero me marchaba por algo más grande que el gran cariño que le tenía a esa casa. Me marchaba por amor. El amor que poseía hacia Michael y la necesidad de vivir todos los momentos que nos habíamos privado durante estos años en los que no eramos más que unos simples desconocidos.
—¿Mía? —la voz de Thony me hizo girarme hacia él abandonado mis pensamientos— ¿Donde te has ido?
—¿Qué? —pregunte confundida.
Thony entró de lleno en mi habitación, donde me encontraba terminando de empacar mis cosas, y se acerco hasta mi posición.
—Parecías ida. Como si estuvieses en la Luna.
Desvíe la mirada hasta las maletas que se encontraban sobre mi cama y en las cual había pasado entretenida la última hora.
—Solo estaba recordando algunas cosas. —explique.— No me he echo a la idea aún.
Thony se acerco a mi y me abrazo.
—Yo diría que es normal. Llevas años viviendo en esta casa. Seria anormal que no tuvieses recuerdos. —me consoló.
Asentí sin muchas ganas de hablar del tema y me deshice de sus brazos para continuar con mi labor.
—¿Has sido tú quien le ha contado a Michael lo que sucedió con su madre? —pregunte intentando cambiar de tema. Aunque este también era igual de complicado.
—Solo le dije que malinterpreto la situación. No tengo ni la menor idea de lo que vosotras hablaron. —aseguro. Asentí malamente decidida a no tocar más el tema. Pero Thony no pensaba lo mismo.— ¿Ha sucedido algo?
Suspiré agotada de todo a mi alrededor. Tire de mala gana la última prenda dentro de la maleta y me deje caer en la cama.
—Michael cree que trate de encubrir a su madre para que el no tuviese problemas con ella. —expliqué.
—Y es cierto. —fue más una afirmación a una pregunta.
Apenas y asentí.
—No quiero que tengan problemas. —me excuse— Capas que le de más razones a Míriam para odiarme.
Thony sonrió malicioso antes de negar con suavidad y acomodarse a mi lado con mucha más delicadeza.
—Ella no te odia. Solo se preocupa por su hijo. —aseguro— Tú harías lo mismo.
—Yo hubiese permitido una defensa. —me puse de pie algo frustrada y, por que no, enfadada.— ¿Ya has terminado en la habitación de Noa? —cambié de tema antes de partirle la cabeza con una de mis maletas.
—Si. Por eso he venido a buscarte. Por si necesitabas ayuda.
Asentí cerrando la última maleta y bajando la de la cama, así como a las otras dos.
—Ya puedes ir bajando esas. —señale a las que había bajado de la cana— Yo voy a revisar si se nos queda algo.
Thony asintió y poniéndose de pie comenzó a bajar las maletas dejándome sola en la habitación.
Revise cada rincón de esta y al no encontrar nada más que me hiciese falta salí de allí y me encaminé hacia la habitación de mi hija. Esta fue otra historia.
Había dibujos por todos lados. Dibujos que mi niña había echo durante los años y que habíamos guardado como buenos recuerdos. También había dibujos míos pero estos estaban dibujados diractam4nte en las paredes como murales. Recuerdo que pasé todo un mes de mi embarazo haciendo esos murales para mi bebé. Ahora todos se quedarían en ese sitio y sería imposible empacar los.
También encontré pequeñas prendas que una ves pertenecieron a mi hija. Había preciosos vestiditos que había comprado durante el embarazo y que ella había utilizado en los primeros meses de su vida. Esos recuerdos me hicieron llorar.
Y así me encontró Thony. Sentada en la cama con la cara llena de lágrimas y aquellas cositas tan pequeñas en mis manos.
—Aun no puedo creer lo rápido que ha crecido. —dije entre hipidos.
Thony se acerco y me abrazo.
—Siempre puedes tener otra pequeña a la cual poner estos vestiditos. —bromeo después de algunos minutos en silencio en los que se dedico a consolarme solo con sus brazos.
Le pegue alegandolo de mi mientras volvía a ponerme de pie.
—No digas tonterías Thony. —le reñi pero el muy idiota tenía una sonrisa en el rostro.
—No son tonterías cariño. —aseguro— En serio crees que tu Michael no querrá otra personita corriendo por casa.
—Thony para de una vez y ponte a hacer algo. —intente que dejase el tema. No me gustaba el rumbo que estaba cogiendo la conversación.
—Mía no te enfades. —dijo mientras se ponía de pie— Solo era una broma. —aseguro— Una broma en la que tienes que pensar un poquito demasiado.
Intente volver a pegarle, pero el muy desgraciado ya estaba huyendo de la habitación.
Cuando baje las escaleras un rato después, cuando ya había guardado todas las cosas que no necesitábamos y que se quedarían en la casa, me encontré con Michael junto a la puerta y a Noa en sus brazos. Ella parecía muy emocionada y contenta de esta en los brazos de su padre al fin. El parecía estar igual de feliz.
Sonreí feliz por la pequeña familia que ahora constituimos y decidí resignarme al fin. Esto era una buena idea después de todo. Noa tendría todo el tiempo que Michael tendría para darle sin que yo y la distancia estuviesen por el medio. Michael sería feliz de tenerla, de tenernos, junto a él.
Y yo seria la persona más feliz del mundo por estar con ambos.
Michael le sonrío a mi pequeña antes de girarse directamente hacia mi, como si sintiese mi presencia y supiese el punto exacto donde me encontraba, para sonreír me también.
Mi niña también me vio y enseguida alargo sus manitas para que fuese yo quien la cogiese en brazos. No dude un segundo en dejar mi posición y acercame a ambos. Justo cuando tome a Noa en mis brazos Michael se inclinó y dejó un corto beso en mis labios. Sonreí como adolescente y me quede ombobada en sus preciosos ojos.
—Hola. —susurre un corto saludo.
—Hola. —eso también fue un susurro pero mucho más sexi— ¿Ya terminaron de empacar?
—Shi papi. —salto Noa tomando la palabra— E shido nina buena y e adudado a mami y a tito Thony.
Michael sonrió ante la ternura de nuestra hija y yo decidí que era buen momento para quedarnos a solas.
—Cariño ve a buscar al tito Thony para irnos. —le pedí mientras la dejaba en el suelo. Cuando desapareció por el pasillo Micheal me tomo desprevenida acercándome completamente a su cuerpo y robándome el beso que ambos habíamos deseado desde que nuestras miradas se había cruzado.
—Dios te eh extraño. —susurro contra mis labios cuando la falta de oxígeno se hizo presente.
—Solo han pasado unas horas. —susurre de forma entrecortada.
Dios ese beso.
—Unas horas interminables. —susurro divertido.— ¿Ya esta todo listo? —preguntó.
Asentí.
—Todas las maletas listas. —asegure.
—Entonces larguemonos de una vez. Vamos para casa. —fue más una orden que una petición.
—Si.
Editado: 31.05.2024