Nuestra pequeña familia.

Capítulo 7: Exclusiva.

—Esto me parece ridículo. —exclamó Thony junto a la barra de la cocina mientras Martha le servía una copa de vino.— Mira que quedarme en casa mientras vosotros se van de fiesta. —Bufo— Ridículo. 

No puede evitar soltar una carcajada ante el gesto de disgustos que Thony mantenía. 

—Te quedarás con mi hija no es como si te llebasemos a prisión. —asegure dejando mi copa de whisky, ya vacía, sobre la encimera. 

—A pesar de que amo a la princesita siempre es bueno irse de fiesta. Y más si es en casa de millonario. —aseguro— Esa gente si sabe organizar fiestas. Te lo digo por experiencia. 

Sonrió negando divertido. 

—Thony, si mal no recuerdo eh ido a varias de esas fiestas que mencionas. —le recorde— Mi madre organiza muchas. 

El pareció recordar ese detalle justo después. 

—Oh. Es verdad. Con más razón, ya sabes lo que te espera. 

Volví a reír. 

—Nos puedes llamar si sucede cualquier cosa. Estaremos pendiente del teléfono. —digo. 

Thony asiente y toma su copa. 

—No sucederá nada. —aseguro— Mi princesita y yo estaremos bien. Aún así, llamaré si sucede algo. 

Asiento. 

—Michael, deja a Thony de una vez. —aseveró Terry bajando las escaleras y acercándose a nosotros— Ya está vastante agobiado por no ir con nosotros. 

Thony parecía estar de acuerdo. 

—¿Donde está Mía? —pregunte. 

—Se esta despidiendo de Noa. Debe estar al bajar. 

Asentí a las palabras de Terry antes de dirigirme a las escaleras. 

—¿A donde vas Michael? —preguntó Thony. 

—A ver a mi mujer a y mi hija. —indique sin girarme siquiera. 

Escuche las risitas incluso desde el final de la escalera. 

Busque a Mía en nuestra habitación en primer lugar, pero al no encontrarla allí fui hasta la puerta de mi hija. Escuche sus voces de las dos mujeres de mi vida incluso antes de entrar. 

—Recuerda portarte bien, si. Mamá y papá regresarán pronto. 

Escuche la risita de Noa. 

—Tito Thony cuida. —dijo poco después. 

—Si cariño Thony te va a cuidar hasta que nosotros volvamos. Quizás puedas convencerle de ver pelis de princesas. —sugirió. 

—Velemos muchas pelis de pincesas. 

Decidí entrar en la habitación en silencio y poder observar la escena. 

Mía estaba cepillandole el cabello a Noa que se encontraba sentada en la cama. Al entrar ambas giraron sus cabezas hacia mi y sonrieron. 

Era una escena preciosa. 

—Hola. —susurro Mía. 

Dios se veía preciosa. 

Llevaba un vestido violeta precisos que dibujaba todas sus curvas de forma expedida. Me regala una sonrisa que devuelvo enseguida. 

—Papi. —grita Noa antes de venir corriendo hacia mi. La recibí con los brazos abiertos.— Tito Thony y yo amos a hace piamada. 

Sonreí encantado con la ternura de mi hija. 

—Ya lo se princesa. 

—Ha sido papá quien lo ha traído. —explicó Mía acercándose a nosotros. 

La sonrisa de Noa se ensancho y sus brazitos se enrollaron en mu cuello antes de esconder su cabecita el mi hombro regalándome un abrazo espléndido. 

Mire a Mía que estaba a unos pasos de nosotros. 

—Hola. —susurre en respuesta a su saludo de hace unos minutos. Ella solo asintió antes de acercarse y dejar un beso casto en mis labios.— Estás preciosa. —resalte contra sus labios. 

Mía sonrió. 

—Tú tampoco estás nada mal. —susurro. 

—Papi, —Noa se reincorporo abandonando el abrazo— ¿Leglesan ponto? 

—Claro que si cariño. —asegure— Ya verás, mañana cuando despiertes ya estaremos aquí. 

Noa no parecía muy segura. 

—Bebé, —intervino Mia— No tienes por que preocuparte. —me miró un segundo antes de volver a ella— Venga, bajemos. Terry nos espera y Thony debe tenerte listas las palomitas. 

Noa volvió a sonreír antes de alzar los brazos hacia su madre que no dudo en cogerla. Noa la abrazo tanto con ñas manos como con las piernas y regalándome una preciosa sonrisa salieron de la habitación. 

No dude en seguirlas.  

*** 

—¿Qué es eso? —preguntó Mía viéndo a través de la ventanilla de nuestro auto— ¿Paparatsis? 

Asentí. 

Mi madre no podía dejar de ser noticia. No era propio de ella. 

—Eso creo cariño. —dije mientras le daba un suave apretoncito a su mano. 

Ella me miró enseguida. 

Se le veía un poquito preocupada y enseguida lo asocie a la presencia de los periodistas. 

—No tienes por que preocuparte Mía. Están aquí por mis padres y sus invitados. —dijo Terry dándose cuenta de su preocupación— No nos prestarán atención alguna. 

Mía pareció tomárselo con calma. Pero sabía que no dejaría de preocuparse. 

Me incline hacia ella hasta que mis labios besaron su frente. 

—Todo estará bien. No te preocupes. —volvi a inclinarme, esta vez mis labios descendieron hasta los suyos. 

Mía recibió el beso gustosa a pesar de su brevedad. Cuando volví a apartarme estaba un poco menos preocupada. 

Eso me vastaba por ahora. Siempre es difícil enfrentarse a los periodistas si no estás acostumbrado a su presencia. 

Solo sería por un tiempo, tenía planeado tenerlas en mi vida por un periodo de tiempo indefinido, tendríamos que ver el modo de que se acostumbrasen a la presencia de esos buitres sin permitir que se metan en nuestras vidas. Yo le enseñaría y sabía que Terry también. 

La primera en bajar del auto fue Terry poco antes de seguir sus pasos. Los flashes no se hicieron esperar justo después de que los dos hermanos Lewis hicieran acto de presencia en la fiesta que su propia madre organizaba. Los mismos empeoraron cuando me gire nuevamente hacia el auto y le ofrecí la mano a Mía para ayudarla a salir. 

Las preguntas tampoco se hicieron esperar poco después de eso, mientras Mía se reincorporaba en toda su altura —ayudada por los tacones que seguro eran infinitos, cortesía de mi hermana— y se agarraba al antebrazo que le ofrecía. 

—¿Quién es la señorita? —dijo alguien entre el gentío mientras caminábamos por la corta alfombra roja que daba la vienvenida a todos los invitados. 

—¿Alguna nueva conquista? —escuche más allá. 

Era tantas preguntas así nosotros que solo lograba entender algunas pocas. 

—¿Tiene alguna exclusiva para nosotros, señor Lewis? 

Mi sonrisa se ensacho. 

Si esos buitres supieran que en realida es más de una exclusiva la que guardo. 

Me pare en seco en medio de la pequeña alfombra roja obligando a Mía a hacer lo mismo. Por un momento vi algún tipo de horror en su mirada que estaba clavada en mi perfil. 

No voy a mentir buscaba cualquier oportunidad para verla, aunque fuese solo de reojo. 

Los periodistas también estaban mirándome expectantes. Nos habíamos convertido en exclusiva con solo presentarnos. Era mi oportunidad para avanzar solo un poco antes de retroceder justo cuando Mia y yo nos quedásemos solos. 

—Señor, —me dirigí a ellos— Quiero presentarles a mi novia. —Hice una corta señal hacia Mía que todos entendieron a la perfección. Luego le dedique una mirada integral a todo lo que era ella, más allá de él siempre echo de lo magnífica que se veía con aquel vestido o el recuerdo de que me había regalado lo más precioso de toda mi vida y que aún nos esperaba en casa, y ame cada detalle que se dejaba ver. Volví mi atención a los periodistas— ¿A qué es preciosa? 

Algunos rieron después de mi broma, Mía simplemente se sonrojo y les regalo una sonrisa. 

Ellos continuaron preguntando mientras intentaban saber de quien se trataba en realidad. Sabía que resolverían el misterio por ellos mismo, yo solo había dado la información más importante. 

Por ahora era suficiente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.