Nuestra pequeña familia.

Capítulo 9: Lirios y Rosas.

Nos encontramos con Míriam y Thomas a los pocos minutos de empezar a buscarlos. 

Los anfitriones tenían que convertirse en el centro de la fiesta o en el conductor de esta. Míriam sabía desempeñar muy bien los dos papeles, podía pasar de ser una mujer agradable y cortes con sus invitados a la esposa altanera que exponía los logros de su marido y se hacía el centro de atención por ser la esposa perfecta, en tan sólo pocos segundos. 

Thomas solo permanecía a su alrededor para pararle los pies de vez en cuando o solo por compañía como el buen esposo que era. 

La sociedad que, parecía vastante acostumbrada, manejaba en aquella fiesta era digna de admiración o de rencor dependiendo de quien lo viese. A mi en especial me daba miedo enfrentarme a algo así, por lo que, a pesar de la relación que manejabamos —ninguna en específico—, me sacaba un poquito de envidia y admiración por su capacidad para desarrollarse. 

Cuando los últimos invitados que platicaban con ellos se retiraron fue nuestro turno de acercarnos. 

Michael avanzó con paso decidido mientras que yo intentaba ir cada vez más despacio para evitar el encuentro. No me malinterpreten agradecía la invitación y estaba un poquito ansiosa por agradecerle al señor Thomas por ello. Eso sí, no tenía deseo alguno de ver a la cara a mi suegra y menos si deseaba continuar con nuestra última conversación. 

Sí, aquella misma que ella había puesto fin. 

Estaba desesperada por volver a alejarme aunque eso significaba hacerle un feo a los aludidos anfitriones o en especial a mis suegros. 

¿Cuál de las dos más terroríficas? 

Considerando que esta era mi primera cena-fiesta de caridad y en sociedad, las dos opciones eran igual de aterradoras de por sí. 

Dios cuanto desearía estar ahora metida bajo las suaves mantas de mi cama y no a escasos pasos de mis suegros. 

—Madre, padre. —ese escueto saludo fue el que empleo Michael, junto a una inclinación de cabeza, cuando sus padres nos divisamos entre la gente. 

—Cariño ¿pero cuando has llegado? —Míriam se mostró encantada con su hijo. 

No me paso por alto el echo de que no me hubiese mirado aún. Quizás pensaba que había decidido dejarme en casa y traer a alguna amiga de sociedad. 

—Hace unos minutos madre. —Thomas le sonrío a su madre antes de buscar mi mirada justo sobre su hombro. 

Míriam se digno a mirarme y juro que no supe identificar si su expresión pasó al horror o la decepción dentro de aquella máscara bien formada de experiencia para ocultar sus emociones y todo el maquillaje. Tampoco intente pensarlo mucho cuando le regale una sonrisa a mi suegra. 

Me vi sorprendiéndome cuando ella me la devolvió. 

—Oh, has venido con Mía. —intente no apretar la mandíbula ante el tono que utilizo en esa frace— Que alegría. Es un gusto tenerte aquí. —mantuvo una gran sonrisa en el rostro que no me proporciono nada en especial— Supongo que es tu primera vez en sociedad así que esto debe parecerte impresionante. 

Ahí hay esta nuestro comentario hiriente. 

Justo en el momento que me propuse responder a su comentario, me vi interrumpida por mi suegro de se acerco a ambos con una sonrisa preciosa y llena de brillo antes de darnos un pequeño abrazo a ambos. 

—No le hagas caso a Míriam querida. Es un verdadero placer tenerte aquí. —miró a su hijo antes de añadir— A ambos. 

Cuando se apartó vi como Míriam lo miraba de forma extraña aunque Thomas pareció comprender su expresión. 

—Para mi también es un gusto estar aquí. Y déjenme felicitarles, es una fiesta magnífica. —esto último lo dije mientras le echaba una miradita de reojo a mi suegra. 

Ella pareció ignorar mi comentario, mientras Thomas —el más sensato de nosotros— tomo a su esposa del antebrazo y la arrastró con el lejos de nosotros mientras vambuceba unas escusas. 

—Nos vemos en la cena dentro de unos minutos. Tenemos que seguir con los invitados. 

Los observamos alejarse con posturas tensas hasta unos invitados que recién había ingresado al salón de la carpa. Apenas cruzar las primeras palabras su tensión se disfrazó un poco y luego desapareció ante mis ojos. 

Estaba claro que mi suegra continuaba odiandome. 

—Tú madre me odia. —le dije a Michael en un susurro apenas audible. 

—Ignorala cariño. Ya se acostumbrará a ti. Solo dale tiempo. —me apretó un poco contra el regalandome una sonrisa. 

—Esperemos que sea verdad. 

*** 

La cena había estafó genial. Fue un sinfín se platillos elegantes que fueron y vinieron de la mesa durante toda la hora que había durado. 

Hacia poco habían retirado el postre y nos anunciaban que pronto comenzaban los bailes por lo que la mayoría de los presentes estaban expectantes por qué llegase ese momento. 

En nuestra mesa estaban sentados Terry y Sam con otros amigos de la familia que resultaron ser muy agradables. Mis suegro compartían mesa con dos parejas que, según me había comentado Terry, eran los socios y encargados de la asociación benéfica por la que se celebraba la fiesta y eran muy amigos de mis suegros. 

La cena había transcurrido entre risas y historias contadas por los demás, no era que no tuviese nada que decir pero resultaba agradable escuchar sus historias de viajes y otras fiestas e incluso de trastadas que había llevado a cabo con Michael o Sam. Terry encontraba siempre una forma distinta de pinchar y burlarse de Sam cada vez que el salía en como tema de conversación. 

Incluso, en algunos momentos de la cena, Thomas se acercaba a nuestra mesa y preguntaba como iba la cena. Sabía que hablaba para todos, pero algo me decía que en realidad se preocupaba por como le estuviese pasando una persona en especia, yo, y ese detalle me encantaba aunque un poquito más cuando Michael me daba un apretón por debajo del mantel brindándome su apoyo. 

Eran momentos simples y detalles pequeños que llenaban mi corazón de un tipo distinto de sencitimientos. Algo relacionado con la alegría y el amor. Me encantaba aquella sensación. 

Cuando solo quedaban algunos minutos para iniciar el baile inaugural, decidí que era un buen momento para salir a tomar un poco de aire y quizás hacerle una llamada a Thony y preguntarle por mi pequeña. 

Cuando Michael me vio ponerme de pie enseguida el hizo lo mismo y vi una expresión de preocupación cruzar por sus ojos durante unos segundos. 

—¿Sucede algo? —preguntó. 

Tomo una de sus manos entre las mías y le doy un suave apretoncito de aprehensión. 

—Todo está bien solo quiero tomar un poco de aire y llamar a Thony. —le explique. 

El pareció entender mi preocupación. 

—Voy contigo. —dijo enseguida y no estaba dispuesta a contradecirle. Se giro un momento hacia los demás comensales regalándoles una sonrisa de esas que tanto amaba.— Chicos volvemos enseguida. 

Se despidió de ellos y me arrastró fuera de la carpa mientras caminábamos entre las mesas intentando evitar a las personas que estaban acomodadas en ellas a toda costa. Eso no evitaba que de vez en cuando nos detuviesen para hacer alguna pregunta o para saludar a Michael. 

Cuando al final logramos llegar al jardín me di cuenta de que nunca había estado en un jardín tan bonito con solo observarlo unos minutos. 

—Michael, esto es precioso. —asegure mientras me acercaba a unos rosales rojos que se dejaban ver a solo unos pasos de nosotros. 

—Mi madre ama las rosas por lo que obligó al jardinero a plantarlas por todo el jardín. 

La mención de su madre me descolocó un poco y me hizo preguntarme: ¿Cuando podría yo llevarme bien con esa mujer? 

—Me gustan mucho las rosas aunque mis favoritas son los lirios. —asegure inclinándome para captar el aroma de la rosa— Son flores muy delicadas pero hermosas. 

—Como tu. —fue la única respuesta de Michael. 

—En realidad no soy tan frágil. —asegure intentando parecer ofendida. 

Escuche la risita de Michael mientras me incorporaba y buscaba mi teléfono en el pequeño bolso que traía como complemento. Cuando lo haye, busque el número de Thony y no dude un segundo ponerlo en altavoz para que ambos oigamos como esta nuestra pequeña. 

—Hola. —se escuchó la voz profunda de Thony como si se hubiese acabado de levantar. 

—¿Te he despertado? —pregunte confundida. Observe el reloj de mi teléfono. — Aun es temprano para ti. 

Thony caraspeo para aclararse la garganta antes de responder. 

—Nos hemos quedado dormirnos en la cama viendo una película. —aclaro, ahora parecía un poco más despierto— Me acabas de despertar. 

—¿Como esta Noa? —preguntó Michael inclinándose sobre mi hombro. 

Vale era increíblemente bajita con respecto a el, incluso con tacones quilometricos. 

—Perfectamente dormida. —aseguro Thony y luego se escucho como una puerta de cerraba— Aunque prefiero salir de la habitación para que no se despierte. —Asentí aunque sabía que no me vería hacerlo— ¿Cómo la estan pasando ustedes? 

—Vastante bien. Ha terminado la cena y pronto comenzará el baile. —contó— Quería llamar para saber como iban las cosas por allí. 

Escucho como Thony rio sonoramente. 

—Puedes estar tranquila nena. Aquí todo está bien. —aseguro— Puedes bailar tranquila por toda la noche. 

Michael sonrió totalmente de acuerdo con Thony por lo que decidí despedirme y volver a la fiesta con Michael. 

—¿Te gustaría bailar? —me preguntó Michael mientras nos acercábamos al centro de la carpa donde se encontraba la pista de baile, ahora rodeada de muchos invitados que esperaban para su primer baile. 

—Me encantaría compartir mi primer baile contigo. —sonreí encantada con la idea de bailar con él. 

—¿Solo el primer baile? —preguntó. 

Asentí jueguetonamente mientras me acercaba un poco a él. Me puse en puntillas, incluso llevando tacones, y junto nuestros labios en un beso pausado y tierno. 

—Bailare todos los bailes que quieras. —asegure. 

Escuchamos un caraspeo que hizo que me separara presurozamente para alejarme de Michael. 

El señor Thomas nos observaba con una expresión algo divertida. 

—Hola de nuevo chicos. —sonrió— Mía me preguntaba si podrías compartir un baile conmigo. 

—Esto... —No sabía que responder a eso— ¿Ahora? 

Thomas asintió. 

—Si te parece bien hijo. —miró a Michael buscando su aprobación. 

Michael sonrió. 

—Claro padre. —me sonrió— Solo si ella está de acuerdo. 

Yo realmente estaba confundida. 

—Esto... —mire a Michael y luego a Thomas para regresar nuevamente a Michael— Claro, por que no. —decidí que lo mejor era acceder. 

Mi suegro me ofreció el brazo que no dude en tomar alejándome de Michael quien sonreía en nuestra dirección. 

—Estaré con Terry. —me dijo antes de verlo desaparecer entre la gente pues mi suegro me comenzaba a arrastrar hacia la pista sorteando a las personas que se interponían. 

—Estás preciosa esta noche, querida. —menciono mi suegro justo cuando llegábamos al centro de la pista. 

Aún la música no sonaba y vi como otras parejas se acomodaban a nuestro alrededor como si esperasen por nosotros para entrar a la pista. 

Recordé que es una regla básica de cortesía esperar a que los anfitriones abrieran el baile. En este caso sólo lo haría el señor Thomas pues era yo su acompañante y no su esposa. 

—Gracias. —me sonroje solo un poco por el cumplido— En realidad Terry me ha ayudado a elegirlo. 

El señor Thomas sonrió. 

—Mi hija siempre ha tenido buen ojo para estas cosas. —aseguro— Contigo no se ha equivocado. En realidad, se ha superado vastante. —añadió. 

El comentario me sacó una carcajada, la cual desee que no fuese tan ruidosa como se escuchaba. 

—Normalmente no lo hace a menudo. Pero no se lo diga, —casi fue una orden más que una sugerencia— se le puede subir demasiado deprisa a la cabeza. 

El señor Thomas soltó una corta carcajada que me hizo sonreír. Por lo menos no sería solo yo quien hiciese el ridículo en el centro de la pista de baile. 

La música dio inicio obligando a las parejas a moverse. Nosotros no fuimos la esepción. 

Resulto que bailar con él señor Thomas fue tan fácil como disfrutar de la brisa del mar o comer pastelillos de chocolate. El señor Thomas nos guió espléndidamente por toda la pista con pasos cortos y algunas vueltas de vez en cuando. 

Fue como dejarse llevar por la brisa y disfrutar. La música era una melodía tranquila y preciosa que le iba muy bien a los pasos que el señor Thomas había elegido. 

—Selor Thomas, ¿por qué me ha elegido a mi para bailar y no a su esposa? Es el primer baile, el que los anfitriones deben abrir. —comenté algo confusa por su decisión. 

—Resulta, Mía, que tu también formas parte de esta familia, por lo que eres tan anfitriona de la fiesta como mis hijos o mi esposa. —aseguro— Además me pareció correcto presentarme a la sociedad de la que formamos parte. Estoy seguro que hubiese sido mejor presentarte ya como mi nuera oficial. —dijo— Pero para eso tendría que hablar con mi hijo y tu tendrias que llevar nuestro apellido. 

Me sonroje ante su insinuación. 

—Esta hablado de... 

Ni siquiera pude terminar la frase. 

—Pues claro que hablo de matrimonio. —lo acepto como cuando uno acepta que la Tierra es redonda o que la Luna no es de queso— Se podría decir que eres la candidata perfecta para mí hijo. Además de que es vastante obvio que se quieren mucho. 

—Si lo quiero. —asegure como si no fuese un echo demostrado. 

—No tienes que decirlo querida. —aseguro mientras me daba una vuelta antes de volver a arrastrarme hacia él— Todos en esta fiesta se han dado cuenta de cómo te mira y cómo lo miras tú. Quien no sepa que ambos se quieren a estas alturas de la noche, esta más ciego que un topo. 

Sonreí por su referencia a la ceguera. 

—Pues déjeme decirle que a mi me costó mucho verlo. —bromee— Quizás es porque siempre se me quedaban las lentillas en casa. 

El señor Thomas rió sonoramente ante mi broma antes de deslizarnos por la pista en algunos pasos y vueltas. El baile estaba resultando divertido. 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.