Nuestra pequeña familia.

Capítulo 20: Oscuridad.

Salí del ascensor después de una larga hora de conducir para poder llegar a casa. 

El tráfico se había convertido en un verdadero infierno después de que un auto se saliese de la carretera e impidiese el paso por la carretera con la vía más cercana desde la empresa hasta el apartamento. 

O al menos eso era lo que decían por la radio. 

Esperaba que Mía no hubiese tenido problemas y ahora se encontrase tranquila junto a Noa mientras disfrutaban de un helado. 

Estaba ansioso por verlas. En realidad hubiese amado verlas justo ahora. Y que me recibiesen con una sonrisa al llegar a casa. 

Me había pasado toda la tarde pensando en las palabras de mi padre y esperando el momento oportuno para poder llamar a Terry. Ella me ayudaría a organizarlo todo. 

Además le haría mucha ilusión hacerlo. 

Fui directo a mi despacho y guarde el anillo dentro de mi caja fuerte esperando que Mía no lo encontrase antes de tenerlo todo preparado. 

Martha no se encontraba en casa. Lo comprobé al ver que me había dejado una nota en la cocina informando de que había ido a hacer la compra. Así que con la casa solo y sin nada planeado hasta el momento me pareció un buen momento para tomar una ducha. 

Una larga ducha. El agua caliente me había relajado y eliminado toda la tensión acumulada durante el día. 

Luego de ponerme unos pantalones de chándal y una camiseta, baje a la cocina con la idea de preparar algo para la cena y esperar a mis chicas.  

Al final de las escaleras lo escuche. Era mi teléfono y parecía que alguien llamaba. 

Me encaminé a mi despacho y lo rescate del bolsillo del saco que antes llevaba. 

Era un número desconocido por lo que acepte la llamada luego de un segundo para comprobar si reconocía el número. 

—Lewis. —dije nada más descolgar sin tener la menor idea de a quien pertenencia el número. 

—Se te escucha muy calmado. —dijo la voz de una mujer que me sonaba extrañamente familiar.— ¿Es que acaso no lo sabes aún? 

Lilibeth. 

—¿Qué quieres? —pregunte a la defensiva. 

No sabía el porqué pero una extraña sensación se instalo en mi pecho. 

—Solo quiero que recuerdes un detalle Michael Lewis. —comento justo antes de decir— Espero que sufras mucho. Tanto como lo he echo yo estos años sin ti. Nunca me amaste y ahora te arrebate lo que más amabas ¿no es así? —casi parecía que quería ironizar—  Considéralo mi venganza. —mi corazón se aceleró al pensar en Mía y en Noa— Espero que sepas que estaré aquí, para ti. Te amo. 

Y colgó. 

Claramente Lilibeth no estaba en sus cabales como para hacer una amenaza así.  

Tenía que llamar a Mía y pedirle que viniese para el apartamento inmediatamente. No sabía de lo que era capaz y tenia que protegerlas a ambas. También tendría que hablar con la madre de Lilibeth y que se encargase de ella antes de que cometiese una locura. 

Cuando encendí el teléfono para llamar a Mía me di cuenta de que tenía muchas llamadas perdidas de Terry y de mis padres. 

Me sorprendió y me angustio un poco ver tantas llamadas y justo cuando iba a llamar a mi padre el móvil comenzó a vibrar entre mis manos con una llamado de mi padre. 

No dude en contestar. 

—¿Michael? —Mi padre se escuchaba angustiado y sobresaltado.— ¿Donde has estado te he estado llamando y no contestabas? 

—Estaba tomando una duch... 

—Necesito que vengas al hospital. —me interrumpió. 

—¿Qué sucede? —pregunte saliendo del despacho y comenzando a dar saltitos hacia las escaleras.— ¿Quién esta en el hospital? 

No tenía ni idea de que sucedía. Mis padres no había tendió que ir al hospital en algunos meses y se encontraban bien. Mi hermana también se encontraba perfectamente y no me imaginaba el por que de tanto apuro. 

—Mía. —me paralice a mediación de escaleras— Mía ha tenido un accidente. 

Deje de escuchar lo que decia mi padre. Y con el silencio vino la oscuridad. Una profunda oscuridad. 

*** 

Había mucha oscuridad. 

Era tan profunda que me daba miedo abrir los ojos y ver que no tenía fin. 

Me sentía muy agotada. Exhausta. 

Pero quería despertar. Luchaba contra la presión que desbordaba mis sentidos y intentaba arrastrarme mucho más allá de la oscuridad. 

No lo permitiría. 

Tenían que luchar por abrir los ojos. 

Quería ver a mi niña. Comprobar si estaba bien. 

De seguro era solo una pesadilla y pronto despertaría. Despertaría para alistar a Noa y llevarla a su nueva guardería, con sus amiguitas. 

Despertaría para ir a la universidad y ver a mis estudiantes. Seguro que tomaría un café con Terry entre las clases y almorzariamos juntas. 

Despertaría y Terry me ayudaría con la prueba de embarazo. Sabría si de verdad estoy esperando un bebé. Un bebé que se convertiría en la luz de mis noches. Noa estaría tan contenta. 

Despertaría entre los brazos de Michael y le regalaría una sonrisa antes de correr a la duche porque siempre llegaba tarde. 

Michael. 

Estaba agotada. No sabía cuanto tiempo llevaba luchando contra la oscuridad. Pero seguiría luchando

Ellos me esperaban. 

*** 

Mi padre fue al primero que vi cuando entre en la sala que me habían indicado en recepción. 

El también me vio nada más entrar. 

Y dentro de mí desesperación no pude ver nada más allá de él. 

Enseguida se puso de pie y vino hacia mi. 

No tenía idea de como había logrado llegar hasta aquí sin sufrir un accidente. La desesperación me habia ganado al entrar al hospital y había subido las tres plantas de escaleras que llevaba a  la sala. 

Mi padre me abrazo cuando llego hasta mi posición y me perdí en su pecho permitiéndome por un segundo perder la fuerza que me mantenía en pie. 

—¿Cómo esta ella? —pregunte desesperado— ¿Dónde está? 

Mi padre colocó sus manos en mis hombros y me miró inspirándome fuerza. 

—Aun no sabemos nada. El doctor no ha venido. 

Me sobresalte al recordar que Noa iba con ellas, y Terry. 

—¿Dónde está Noa? —pregunte— ¿Y Terry? 

Mi padre me soltó y me indicó al final del pasillo. 

Estaba vez, un poco más centrado, me fije en las personas del pasillo. 

Mi madre me miraba desde unos metros detrás de mi padre, se veía angustiada y verdaderamente preocupada. Más allá de ella veía a Thony observando a través del cristal de la puerta que daba a la sala continua, como si esperase que en cualquier momento apareciese alguien que lo sacase de su miseria. 

Estaba seguro de que me encontraba en un estado muy parecido al suyo. Después de todo, Mía era como su hermana. 

Terry se había puesto de pie de uno de los asientos y me miraba ansiosa. Lo sabía por cómo retorcía sus dedos. Tenía lágrimas en los ojos y ve algunos rasguños en sus brazos y un apósito sobre su ceja derecha. 

Me angustio no saber donde se encontraba Noa. 

Cuando Terry pareció calmarse un poco dio un paso a un lado y dejó ver el cuerpecito de Noa medio dormido sobre los asientos. 

Parecía ilesa. 

Logre respirar un poco después de recibir la llamada de mi padre. 

Me acerque a mi hija en un par de zancadas. Y antes de inclinarme sobre ella deje un beso sobre la frente de mi hermana a quien se le esparon un par de lágrimas. 

Me arrodille junto a mi hija y acaricié su cabello tan parecido al mío. En aquel momento hubiese amado que se pareciese un poco más a Mía y quizás verla a los ojos y poder encontrar un poquito de ese verde que amaba. 

Mi pequeña despertó ante mi caricia y su carita se iluminó al verme. 

—Papi. 

La abrace. La abrace tan fuerte que tuve miedo de lastimarla. 

—Hola princesita. 

Me senté con ella en mi regazo y la acomode para que volviese a dormir. 

—¿Cómo ocurrió? —le pregunte a Terry que se había sentado nuevamente a mi lado. 

Mis padres tomaron asiento frente a nosotros y se tomaron las manos brindándose fuerzas entre sí. 

Thony continuaba igual de aislado y en espera. Creo que no se movería de ese lugar hasta que el doctor apareciese. 

—Mía y yo íbamos a encontrarnos con Thony, —empezó a relatar— el estaba más cerca de la guardería y había pasado a recoger a Noa. —la respuesta para que mi princesa estuviese ilesa. Con una mirada la inste a continuar— Íbamos charlando cuando un vehículo nos golpeó desde su lado. Venía directo a nosotros y se había volado el semáforo. Impacto contra el lado del copiloto y perdí el equilibro del auto. —ni siquiera me miraba a los ojos, como si estuviese avergonzada de ello. Tomé sus manos en una de las mías. Sabía que ella no tenía la culpa. De echo una idea loca se formaban en mi cabeza. O quizás no tan loca.— Cuando desperté Mía estaba inconsciente en su asiento y habíamos dado vueltas en la carretera. Yo logra salir por mi puerta pero la de Mia estaba atascada. Los bomberos la sacaron y vine con ella en la ambulancia. 

—¿Cuanto lleva ahí dentro? —pregunte cuando termino de hablar. 

—Una hora. —escuche que decía Thony por lo bajo. 

—Los de la ambulancia me dijeron que tenia una especie de contusión en la cabeza. Que por eso estaba inconsciente. —explicó Terry. 

Asentí ante sus palabras y acurruque a Noa, recién dormida, para que se acomodará en mi hombro. 

—Micahel. —mi padre hablo. 

Lo mire confundido. Que más habría poder pasado para que lo dijese en ese tono. 

—Eso no es todo. —susurro Terry. 

La mire incrédulo. 

—¿Qué sucede? 

—Mía tenía la sospecha de estar embarazada. —contuve el aliento— Hoy íbamos a hacer la prueba para confirmarlo. —lo dijo tan bajito que pareció un sueño. 

Una ilusión. 

¿Embarazada? 

Mi miedo creció un poco más y el terror de apoderó de mis articulaciones. No podía moverme. Sentía a Noa entre mis brazos pero no sabia como la mantenía tan sujeta a mi. 

La oscuridad creció y amenazaba con consumirme. 

Ella tenía que estar bien. Ambos debían estar bien.




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