Nuestra pequeña familia.

Capítulo 24: Una mansión moderna.

—¿Cómo te fue con la doctora? —me preguntó Thony antes de desviar la mirada durante un segundo de la carretera. 

Thony había aparecido aquella mañana en el apartamento y me había obligado a salir de casa para, según el, dar un paseo. No habíamos pasado mucho tiempo juntos después después accidente y savia que aún estaba preocupado por mi. Además estaba también la situacion de mi reciente embarazo y sabía que quería estar enterado de todo. 

Ahora íbamos en su auto y aunque no sabía a dónde. 

—Nos fue bien. —asegure— Hizo algunas preguntas y luego la ecografía. Oímos sus latidos. 

Lleve una mano a mi vientre aún inexistente y sonreí. Estaba deseosa de verle. De saber que sería y si, como deseaba Michael, tendría mis ojos. 

Aún era muy temprano para todo aquello pero lo seguía deseando. 

—Aun recuerdo la vez que fuimos por Noa. —el también sonrió. 

Y pude ver como su mente reproducía todas las veces que fuimos con mi doctor para las ecografías. 

Hacia tato tiempo de eso y era tan diferente. 

—Esta vez es diferente. —acepte. 

El me observo mientras enarcaba una ceja y su expresión pasaba a una ofendida. 

—Ya se que me has cambiado, no tienes que recordármelo. 

Claramente intentaba parecer ofendido sin lograrlo si quiera. Era una de las personas que más se alegraba por m. 

Solté una carcajada que lo hizo sonreír nuevamente antes de volver a concentrarse en el tráfico. 

—Sabes que no te cambiaría por nadie. —asegure— Además puedes acompañarnos cuando quieras. Creo que Terry está organizando una fiesta con mi doctora para cuando podamos saber el sexo. 

De esa loca me esperaba cualquier cosa y esta no era la esepción. Ella era capas de hasta anunciarlo por los medios o hacer una entrevista en plena ecografía. 

Esperaba que no hiciese lo último o me desmayaria al ver a tanta gente. 

Thony soltó una risita y me miró. 

—¿Quién crees que la ayuda? 

Ya sabía que ambos se habían vuelto loco peor esto ya era otro nivel. 

Le eche una mirada de total y falso reproche antes de decir. 

—Estáis locos. —me lleve las manos al rostro e intente ocultarlo mientras evitaba soltar una carcajada— Dios que vergüenza. 

Escuche la risita de Thony mientras yo intentaba controlar las mías. 

—Cariño no tienes que avergonzarte de nada. —me recordó— Tieneuna familia increíble que esta encantada con la llegada de un nuevo miembro. Disfrútalo. —ordenó. 

Y yo sonreí. 

Era cierto. Mi nueva familia estaba encantado con la noticia del embarazo empezando por Michael y Noa. La última no hacía más que despotricar por toda la casa cada vez que se acordaba de que tendría un hermanito. 

Los padres de Michael no se quedaban atrás. En especial su padre, el señor Thomas, había estado tanto tiempo en casa esta última semana para comprobar mi estado y el de su próximo nieto que hasta nos habíamos echo amigos. 

Las cosas con la señora Míriam había mejorado un poco pero aún era tensar. A pesar de esos detalles sabía que estaba feliz por mi embarazo y por su hijo. Solo que aún estaban tensas. 

—Y lo estoy haciendo. —asegure— Pero sigue sin ser como la primera vez. 

Con Noa solo tenía a Thony y mis padres se habían ido no mucho antes. Estaba triste por estar tan sola y por mis padres, en aquel tiempo las hormonas no hacían más que agravar mi tristeza y eso jodia y mucho. 

Además mi embarazo era mucho más diferente aquella vez. Me pasaba todo el tiempo con náuseas y lo odiaba. El estómago se me revolvía con cualquier olor y todo me daba asco. 

Y entonces me había tomado mucho tiempo en procesar el echo de estar embarazada y no saber quien era el padre lo empeoraba. 

Era una mierda.  

Thony me miró, ahora si más interesado, y preguntó. 

—¿Qué es diferente ahora? 

Sonreí. 

—Aparte de tener a Michael y estar un poco más echa a la idea. —asintió— Es mucho más... tranquilo. 

—¿Y eso es malo? —preguntó. 

—No para nada. —asegure— Solo es raro, ¿sabes? No he tenido náuseas y estoy de 10 semana. —comente— Solo algunos mareos y siestas muy largas. —enumere— Pero nada de náuseas y aún es muy temprano para antojos o eso creo. 

Thony continuo conduciendo mientras procesaba mis palabras. 

—¿Le has preguntado a la doctora sobre ello? 

Asentí. Se lo había comentado en la consulta y ella aseguro que no era nada malo. Todos los embarazos eran diferentes y el mío no era la excepción. El de Noa había sido tan tumultuoso mientras que este era mucho más pausado y tranquilo. 

—Ella dice que cada embarazo es diferente y que algunos no son tranquilos como el mío y otros no tanto. 

El pareció complacido y luego sonrió. 

—Pues disfruta de su traquilo embarazo quizás no vuelvas tener esta suerte. 

Lo mire con los ojos como platos ante sus palabras. 

Se habría vuelto loco o ¿qué? 

No tenía planeado tener más hijos. De echo este no había sido planeado. 

—Cierra la boca de una vez y conduce. —le ordene mientras empezaba a enojarme. 

—A sus órdenes. 

Y el muy invecil se reía en mi cara. Así que decidí ignorarlo de sobremanera. 

—¿A donde vamos para cierto? —pregunte. 

El sonrió pícaro y me guiño un ojos devolviendo su atención a la carretera. 

Habíamos empezado a alejarnos de los edificios y del centro de la cuidad peor no sabía hacia donde nos dirigíamos. 

—Es una sorpresa. —se limitó a decir. 

—No me está gustando esta sorpresa. —me cruce de brazos y me removí en el asiento. 

—Esta te gustará. —aseguro. 

Y yo intente creerle. 

No mucho tiempo después Thony tomo un desvío de la carretera y se adentro en un vario lleno de casas que parecían costar un ojo de la cara, eso si los jardines eran preciosos. 

Ya hacia rato que habíamos dejado los grandes edificios atrás para pasar a las casas familiares con jardín. Pero esto era otro nivel. 

Eran condenas mansiones por dios. 

—¿Qué hacemos aquí Thony? —pregunte confundida ante las circunstancias. 

—Te he dicho antes que es sorpresa. —me recordó. 

Una idea loca me cruzó la mente. 

—¿Es que acaso te vas a comprar una de estas y quieres que te ayude a elegir? —pregunte. 

—Dios no. —parecía estupefacto ante mi broma— Esto es demasiado para mí. —afirmó mientras le acogía un pequeño estremecimiento— Amo demasiado mi apartamento como para cambiarlo tan fácilmente. 

—¿Y entonces? —me encontraba cada vez más confusa. 

Sonrió. 

—Ya verás. 

Después de unos minutos rondando aquellas calles Thony se adentro en un preciso camino de gravilla que nos guiaba hasta una preciosa mansión moderna de dos plantas. 

Baje la ventanilla mientras acogía cada uno de los detalles de aquella preciosa casa y Thony comenzaba a detener el coche. 

La fachada principal de la casa está revestida con paneles de vidrio de piso a techo que permiten una vista panorámica del interior completamente ausente de muebles y reflejan la luz del sol, creando un efecto deslumbrante. A ambos lados de la mansion, se encuentran jardines llenos de flores vibrantes que añaden un toque de color y frescura al diseño. 

Los mismos están cuidadosamente diseñados para crear un oasis de tranquilidad y belleza natural. Hay senderos serpenteantes que conducen a diferentes áreas del jardín y se pierden entre los arboles o los laterales de la mansión. Es un reflejo del estilo de vida sofisticado y exclusivo de las personas que viven en estos varios ricos. 

Le di una mirada a Thony llena de interrogantes cuando este estacionó el auto y me indicó que bajase. 

Le hice caso sin tener que decírmelo por segunda vez y baje del auto. Me quede observando la gran mansión mientras esperaba el sonido de la puerta de Thony, al no obtenerlo me gire hacia el que permanecía dentro del auto observandome. 

—¿No vienes? 

Volvió a sonreír. Lo había echo tantas veces desde que nos vimos. 

—Solo espero a alguien. 

—¿Cómo? ¿A quién esperas? —estaba un poco desconcertada. 

Y volvió a sonreír. 

—Mami. —me gire hacia el gritito de mi hija para encontrarmela corriendo hacia mi con una sonrisa que le iluminaba el rostro. 

—¿Bebé? —me agaché para recibirla a pesar de saber que no podía levantarla en brazos. La abrace justo cuando llegó a mi y permanecí de rodillas para estar a su altura.— ¿Qué haces aquí? ¿Con quien has venido? 

Mi hija sonrió encantada con mi presencia y luego se giro hacia la entrada de la mansión. 

Una señora perfectamente vestida nos esperaba junto a la puerta con algunos, o muchos en realidad, documentos en las manos. 

Mi hija me animo para ponerme de pie y seguirla hacia la señora que debería tener unos 30 y pocos años y que nos esperaba. 

—Buenos días señorita Montés. Mi nombre es Mina Robert. —se presento ofreciendo su mano libre. 

—Buenos días Mina. —le acepte la mano regalándole una sonrisa— Mi nombre es Mía Montés pero eso ya lo sabes. 

Me devolvió la sonrisa antes de retirar la mano y invitarme a pasar. 

—Entremos. 

Me tente a preguntarle que carajos hacíamos aquí pero decidí seguirla hacia el interior. 

Pasmos la puerta juntas mientras tomaba a Noa de la mano. El vestíbulo estaba vacío, pero con una sensación de amplitud y luminosidad gracias a los grandes ventanales que ofrecían vistas panorámicas de los jardines. 

La chica me sonrió y comenzó a explicar las cualidades de cada zona por la que pasábamos. Desde la amplia sala de estar de concepto abierto con techos altos y suelo de mármol, hasta la cocina ultramoderna equipada con electrodomésticos de alta gama y una isla central de acero inoxidable. 

Amaría cocinar allí por horas. 

Caminamos por los pasillos con paredes blancas y suelos de madera, pasando por las habitaciones espaciosas y luminosas, cada una con grandes ventanales que permitían la entrada de luz natural. Eran lugares luminosos en los que amaría despertar cada mañana. 

Noa nos acompañaba en silencio y soltaba alguna que otra risita ante algún comentario de la chica. 

La suite principal, según me indicó la chica, era un oasis de tranquilidad, con un amplio vestidor y un lujoso baño en suite con ducha de efecto lluvia y bañera independiente. 

Cuanto diese yo por un largo baño de espuma en aquella bañera. 

Al salir al jardín trasero, quedé impresionada por el diseño paisajístico moderno, con una piscina infinita y una zona de estar al aire libre perfecta para disfrutar del clima soleado. La profesional de bienes raíces me explicó que la mansión también contaba con un sistema de seguridad de última generación y una sala de cine en casa. 

¿Sala de cine? Pasaría horas en ese sitio. 

—La casa está muy bien acondicionada para una familia con hijos. —señaló Mina justo cuando volvíamos del jardín.— Es una verdadera joya de la arquitectura moderna y es única en el mercado inmobiliario. —aseguro.— Por no hablar de las comodidades que ofrece. 

Me encontraba cada vez más fascinada con aquella casa. Ya me veía comenzando a decorar cara habitación empezando por la de Noa, que estaría muy bien iluminada, o incluso la nueva habitación para el bebé. En esa me esforzará muchísimo. 

Amaría poder cómprala, si tuviese la oportunidad, para pasear por horas por los jardines o perderme en un buen libro al pie de la piscina. 

Aquella mansión llena de elegancia y sofisticacion que desprendía, a pesar de el vacío que existía en las habitaciones, podría convertirse fácilmente en un hogar. En un hogar hermoso. 

—Es perfecta. —susurre. 

Mina sonrió y me ofreció uno de los documentos que llevaba en su mano. 

—Puede firmar cuando lo desee. —confirmo mientras me dejaba el documento y me entregaba una pluma. Estaba estupefacta.— Mi trabajo ha terminado. —anuncio ignorando mi rostro confundido— Ha sido un placer Mia. 

Y desapareció de mi vista. 

—¿Cómo que cómprala? —no me di cuenta de que lo había dicho en voz alta hasta que los ojitos confundidos de Noa me observaron. Me agaché delante de ella y la mire a esos ojitos grises que amaba— Cariño, ¿qué haces tu aquí? —no dijo nada— ¿Y por qué la chica dice que hay que comprar la casa? 

Noa sonrió mientras sus ojos se iluminaban antes de darle la vuelta y alejarse en dirección al jardín trasero. 

La mire alejarse confundida y luego me puse de pie para seguirla. 

Aquello seguía sin gustarme un pelo. Tanto secretismo y sorprecitas me sacaban de quicio. 

No sabía yo que aquella en especial la amaría.




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