Vi en el momento exacto en que Mía pasó de la confusión leve a una confusión absoluta. Fue justo en el momento en el que me vio parado junto a la piscina. En la misma que no me encontraba hacia 10 minutos cuando ella la vio por primera vez.
Lo que Mía no sabía es que llevaba en aquella casa más tiempo de lo que ella imaginaba.
Había llegado poco después de que ella saliera de casa, pues mi plan con Thony había salido a la perfección. El tomaría el camino largo mientras yo tomaba el más corto y rápido posible.
Y todo para prepararle esta sorpresa a Mía.
—¿Michael? —se acerco retomando los pasos que había detenido hacia unos segundos al verme allí parado.
—Hola cariño. —le sonreí e intente imitar la carita tierna de la pequeña en mis brazos para que no descubriese mis planes. Al menos, no todavía.
—¿Qué es todo esto? —preguntó llegando junto a mi.
—¿Qué? ¿la casa? —me hice el desentendido— Es bonita ¿verdad? —dije después de ver un pequeño asentimiento por su parte— ¿Qué opinas?
Ella sonrió en medio de la confusión.
—Michael es perfecta. —aseguro— Pero no has respondido mi pregunta. —me recordó.
—Solo es una casa. —respondí— Y conocido contigo al decir que es perfecta.
Mientras más abría la boca más confundida parecía. Claramente no se esperaba todo lo que había pasado en la última hora así que comprendía su situación.
—¿Y esto? —levantó los documentos de compra— ¿Qué es esto y por qué la chica me ha dicho que los firme?
Dejo a Noa en el suelo y la tomo de la mano para hacercame a su madre. Mi niña sonrió preciosa y le dio la otra manito a su mami para que caminace con nosotros.
—Solo son unos documentos. —le expliqué— Para comprar la casa. Debes firmarlos porque estará a nombre de ambos. Ya yo he firmado. —dije lo más rápido posible mientras ella se quedaba atónita en su sitio y dejaba el corto paseo que había iniciado de regreso al interior.
—¿Qué? —Ya lo había dicho antes. Atónita.— ¿Comprar la casa? —asentí y sus ojos amenazaron con salirse de sus órbitas.— ¿Esta casa? —volví a asentir.— Te has vuelto loco. Debe valer una fortuna y ya tenemos el apartamento no necesitas gastar en esto.
Me agaché dejando a Noa en el suelo, entrando un poquito en algo parecido a la exsasperacion que me causaba mi amada novia, intentando sonreírle a mi hija.
—Cariño porque no das un paseo por el jardín. —le anime y su carita se iluminó. Ya la había visto perderse en el jardín sin prestarme ninguna atención mientras esperábamos a su madre que estaba por volverse loca en aquel momento.
—Shi papi.
Y comenzó a alejarse.
—No te alejes mucho. —le grite después de unos segundos— Donde podamos verte.
Tampoco quería que se perdiese en el jardín ni nada parecido.
Me gire nuevamente hacia la mujer de mi vida y madre de mis hijos, pronto mi esposa si dios me ayudaba, mientras intentaba parecer lo más sereno y tranquilo posible a ver si se le contagiaba un poquito de eso. Aunque la entendía en su mayor parte también me parecía ilógico que se pusiese a reclamar por falta de dinero.
Tu mujer no es como las demás. Me recordó mi conciencia.
Si pero ya podía haberla echo un poquito más calmada. Propuse.
Y ahora hablas contigo mismo. Y te quejas de ella. Se burló mi conciencia.
Agite la cabeza intentando deshacerme de esas ideas y poder concentrame en la mientras que amaba.
—En primer lugar cariño no tienes que preocuparte por el dinero. —le asegure mientras deba algunos pasos hacia ella. Cuando vi que intentaba refutar me adelante.— No tengo problemas con ello. Hay suficiente para comprar la casa y si quieres mantener el apartamento también podemos. —su cara de espanto me divertio— Si lo que quieres es venderlo pies lo vendemos y ya. —solté— En segundo lugar la casa es preciosa y tu misma has dicho que te encantaba. —movió su cabeza en un asentimiento a penas visible. Sonreí— Pues a mi también me ha encantado así que no veo porque no comprarla.
Finalmente sonrió antes de volver a negar, mucho menos convencida.
—Es demasiado. —susurro.
Recorrí los pocos pasos que nos separaban y tome su precioso rostro entre mis manos para que lo apartase sus preciosos ojos verdes de los míos.
—Es demasiado poco. —corregí— Para ti, para vosotros, —lleve una mano a su vientre aún inexistente para remarcar— nada es suficiente. —asegure.
Antes de que se pusiese a refutar de nuevo la abrace contra mi y la apreté entre mis brazos siendo todo lo delicado que se me permitía pero demostrando que no la dejaría escapar ni que permitiría que continuase negando lo que le ofrecía.
—Te mereces todo lo que pueda darte Mía, —susurre muy cerca de su oído— y continuaría sin ser suficiente.
***
—A la cama. —le indique con una sonrisa a Noa después de ayudarla a ponerse su pijama.
Mía estaba abajo en una pequeña discusión entretenida con Thony que llevaría algunos minutos por lo que la tarea de acostar a nuestra hija se me había cedido sin un poquito de sutileza.
Noa corrió hasta su cama de mantas rosas y se puso a dar saltitos maestras yo me le acercaba.
Habíamos pasado la tarde juntos, después de regresar de visitar la casa, donde disfrutamos de la pequeña traviesa que ahora daba saltitos en la cama.
—Sabes que a tu madre no le gusta que saltes en la cama. —le recordé antes de que su risita cómplice se dejase escuchar.
Ambos sabíamos que Mía no se enteraría. No cuando esos ojitos brillaban en mi dirección como justo lo hacían ahora.
—Un tuento papi. —grito mientras seguía saltando— Un tuento.
Sonreí y me acerque a ella para tomarla en brazos.
—¿Quieres que te lea un cuento? —le pregunte mientras me sentaba en el sillón junto a su cama y la ponía sobre mi regazo.
—Shi. —grito mientras asentía sin parar y sonreía.
Estire el brazo hasta la mesita llena de pequeños libritos que había junto a nosotros para tomar el más próximo. Noa amaba que le leyesen cuentos para dormir aunque casi siempre lo hacía Mía mientras yo observaba. Estaba claro que hoy los papeles cambiarían.
—Las estrellas de Luna. —ley el título de el pequeño librito con las cejas enmarcadas. No tenía ni idea de como a alguien le pudiese gustar esas tonterías.
Pero era de Noa de quien hablábamos así que podía esperarme cualquier cosa. Además estaba seguro de que esto venía desde Mía y la afición de ambas por las cosas sencillas como aquellas.
—Ese papi. —chilló Noa con una gran sonrisa.— Quiero ese.
—Como quieras princesa. —abrí el libro acomode mejor a Noa entre mis brazos mientras la recostaba en mi pecho para que también pudiese ver las pequeñas imágenes del libro.— Había una vez en un lejano reino, —clásico— una pequeña hada llamada Luna que era muy especial, ya que tenía la habilidad de hacer brillar las estrellas en el cielo todas las noche. —continuo leyendo— Un día, Luna decidió hacer una visita a la Tierra para conocer a los niños y niñas que vivían allí. En su camino, se encontró con una niña llamada Sofía, que estaba triste porque no podía dormir.
《Luna se acercó a Sofía y le susurró al oído: "No te preocupes, querida Sofía. Yo te ayudaré a dormir". Entonces, con un toque de su varita mágica, Luna hizo que miles de estrellas brillaran en la habitación de Sofía, iluminando su rostro con una luz suave y cálida. —sentí como Noa comenzó a relajarse entre mis brazos y supe que pronto caería rendida— Sofía se sintió tranquila y relajada, y poco a poco cerró los ojos, dejándose llevar por el sueño. Luna se quedó a su lado toda la noche, velando por su descanso y llenando sus sueños de magia y alegría.
—Linita buena. —susurro Noa con una sonrisita cansada.
Yo también sonreí.
—Tienes razón cariño. —asegure intentando acomodarla mejor entre mis brazos para que durmiese mientras continuaba relatando— Desde ese día, Sofía siempre recordaría a la pequeña hada Luna como su amiga y protectora en las noches oscuras. Y cada vez que miraba al cielo estrellado, sabía que Luna seguía allí, cuidando de ella desde lo alto. —Noa termino rendida sobre mis brazos y yo sonreí, la pobre estaba muy cansada después de jugar todo el día— Y así, entre estrellas y sueños, Sofía encontró la paz y el descanso que tanto necesitaba. Y Luna siguió iluminando el cielo nocturno con su magia, llevando alegría y tranquilidad a todos los niños del mundo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. —susurre para el aire a mi alrededor.
Devolví el pequeño libro a la mesita y me puse de pie con todo el cuidado del mundo para no despertar a Noa. La lleve hasta la cama y la metí bajo sus cobijas cobijandolas con ellas.
Deje un beso en su frente y acaricié su mejilla.
—Papi..—balbuceo media dormida. Permanecí en silencio esperando no despertarla.— ¿Clees que mi hedmanito me quela? —volvió a balbucear.
Sonreí antes de inclinarme nuevamente y dejar otro beso sobre su frente.
—Claro que si princesa. —asegure— Serás la mejor hermana mayor.
Mi pequeña sonrió aún con los ojos cerrados y yo me aleje de su cama en dirección a la puerta. Salí de la habitación sin olvidar prender la luz nocturna de mi hija y cerrar la puerta al salir.
Baje las escaleras en busca de Mia encontrándomela en el salón. Al verme me sonríe claramente encantada con mi presencia y yo se lo devuelvo acercándome.
—Hola. —susurro inclinándome para dejar un beso en sus labios.
Sonrió.
—Hola amor. —susurro contra mis labios.
Esta vez fue mi turno de sonreír.
Me senté su lado y la lleve a mis abrazos acomodando la en mi pecho. Lleve una de mis manos a su vientre y acaricié la casita de mi hijo.
—Estoy deseoso de poder tenerlo conmigo. —susurro contra su pelo mientras ella lleva su mano a mi mejilla y acariciarme el mentor y los labios.
—Yo también lo deseo. —aseguró— Aunque los primeros meses serán una pesadilla donde dormir no estará permitido.
Suelto una carcajada.
—Estaremos preparados para ese momento. —afirme besando sus dedos— Juntos.
Mía sonrió antes de inclinarse hacia mi y besar mis labios.
—Y tendremos su habitación en la mansión preparada. —confirmó— Bueno, en realidad espero que este completamente preparada.
Sonreí encantado con la noticia.
—Haz tomado una buena decisión.
—Estaba segura de que la comprarias aún si no estaba de acuerdo. —aseguro con un toque de burla.
—En eso tienes razón.
Editado: 31.05.2024