Nuestra pequeña familia.

Capítulo 28: ¿El fin...?

—¡Es un anillo precioso! —dijeron Terry y Thony a la vez. Al darse cuenta se miraron entre sí sorprendidos para después sonreír. 

Mía también sonrió mientras apartaba la mano de la mirada de aquellos dos. 

—No se hagan los idiotas —advirtió mirándolos muy seria— que ya se que ustedes participaron en todo eso. 

Sonreí para la desdicha de mi hermana y Thony que no pudieron hacer lo mismo al tener todo la atención por parte de Mía. 

—Pues claro que lo sabí... —empezó a decir Thony antes de ser interrumpido por el codazo que le propinó Terry antes de sonreír inocentemente mientras miraba a Mía. 

—Rectifico pues. El anillo se te ve preciso en el dedo. —apunto hacia su mano y supe que Mía sonreía. 

—Yo estoy totalmente de acuerdo hermanita. —asegure tomando la copa de vino y llevándola a mis labios para saborearlo. 

Esa tarde estábamos todos reunidos en casa de mis padres. Mi madre, en un acto que me tomo por sorpresa, había organizado un almuerzo para todos por lo que nos encontrábamos en el jardín trasero de la mansión teniendo una agradable sobremesa después de la comida. 

Y cuando digo que invito a todos es porque invito a todos. Incluyendo a Thony y a Sam. 

Mía volvió a acomodarse en mi pecho mientras enredaba una de sus manos en la mía que había colocado sobre su abdomen. Nuestro segundo hijo apenas y comenzaba a hacerse notar en su veinte pero ya había tomado por costumbre acariciarlo. Lo hacía de forma inconsciente algunas veces mientras que solo quería protegerlo de todo y de todos. 

—Noa cariño, —Terry llamo su atención. Mi pequeña princesita, que se encontraba en el regazo de mi padre y bajo las atenciones de su abuela, levantó su cabecita y le sonrío a su tía colocando toda su atención en ella— ¿Estas feliz por mami? —preguntó mi hermana y mi niña asintió efusivamente— Ahora podrás presumir en la guardería con tus amiguitos de que irás a la boda de tus padres. —no podía faltar viniendo de Terry— ¿Quieres ver a mamá vestida de novia. 

Y para la sorpresa de todos mi, inocente e inexperta, hija asintió con una sonrisa antes de devolverse hacia mi madre que le tenía el resto del helado que, hasta ahora, estaba comiendo de postre. 

—¿Ya tienen fecha? —preguntó mi padre. 

Sentí como Mía se tensaba entre mis brazos mientras yo negaba. 

Ya habíamos hablado del tema y, a pesar de todos los comentarios que podrían existir debido a nuestra decisión, habíamos acordado hacerlo después del nacimiento del bebé, sea cual sea el sexo. 

—Esperamos al nacimiento. —Deje saber. 

Observe a nuestra familia detallando sus reacciones, la mayoría fueron positivas o de comprensión mientras que no supe descifrar la de mis padres. 

—¿Están seguros? —preguntó papá y ambos asentimos. 

—Quiero tener un embarazo tranquilo para después poder organizar la boda con calma. —se explico Mía— Además aún no tenemos la casa lista. 

Mi padre asintió y devolvió su atención a Noa. 

—¿Contratarán a una organizadora de bodas? —está vez la pregunta vino de mi madre. 

—En realidad... —Mía dedico una mirada a mi madre como si temiera su reacción a la decisión que había tomado. Tenía que hablar con mi madre.— En realidad esperaba que Terry y usted se encargarán de ello. —vi la sorpresa en el rostro de mi madre o al menos lo poco que duro antes de volver a su inespresibidad ocultando su alegría tras su frío carácter— Yo no estoy muy familiarizada con el tema y me agobio demasiado rápido con todo. —de pronto se detuvo como su hubiese olvidado algún detalle importante o hubiese dicho algo que no debía. Amaba a esa mujer pero se notaba que se volvía diminuta ante las opiniones de mi madre—  Claro si ustedes están de acuerdo. —dijo después de unos segundos. 

El silencio reino durante algunos minutos alrededor de la mesa antes de que mi hermana se pusiese de pie y se acercará a ambos para darle un corto abrazo a Mía. 

—Yo estaré encantada. —aseguro, se apartó y volvió a su asiento. 

Mi madre decidió asentir solamente para devolver su completa atención a Noa. 

*** 

—Michael, ¿qué sucede? —pregunta sorprendida y a la vez preocupada al verme entrar en su salón— ¿Esta todo bien? —se acerca apresurada— ¿A sucedido algo con Noa? 

Entiendo su preocupación, apenas dos horas atrás Mía y yo nos marchamos con una muy dormida Noa en los brazos. Después del almuerzo decidimos quedarnos un poco más y al final terminamos cenando todos juntos. Para cuando salimos de aquí Noa estaba rendida y extasiada de tanta felicidad y atención. 

Yo, por otra parte, había intentando hablar con mi madre durante toda la tarde y no lo había logrado. Siempre estaba ocupada atendiendo a los invitados o me ignoraba a posta. 

Así que por eso estaba aquí, porque necesitaba hablar con ella. Incluso tuve que dejar a Mía sola en casa para hacerlo pero ya estaba decidido. 

—No sucede nada. —asegure tomándola por los hombros para infundirle un poco de calma. Tenía que admitir que quizás tenía que haber pensado esto un poquito mejor— Solo quería comentarte algo y no ha surgido la oportunidad durante la tarde. 

Tras esto pareció respirar un poco mejor y calmarse mientras asentía. 

—Nos sentamos. —propuso. 

Asentí en un solo movimiento y me acomode en uno de los sofás del salón. Ella pronto me imitó tomando asiento todo lo cerca que podía de mi en el mismo sofá si llegar a tocarme o rosarme. 

—¿Mi padre? —le pregunte ya acomodados luego de darme cuenta de que no había aparecido por ningún lado. 

Mi madre hizo una leve seña hacia arriba y pronto comprendí que se refería a la ubicación de mi padre. 

—Esta tomando una ducha. —comento y luego me miro fijamente— ¿De qué deseabas hablar? 

Tan directa como siempre. 

—En realidad solo quería comentarte algo. —expuse mientras la miraba. 

Enseguida note el cambio en su mirada pasando de la preocupación a la confusión y luego a algún tipo de sentimiento premonitorio. 

—¿Es que no estás seguro de la boda? —preguntó— ¿Sucede algo que no me hallas contado? 

Voy a admitir que si me enfado un poco que su primer pensamiento fuese ese. 

—¿A qué viene eso madre? —me exalte ella pareció comprender que había metido la pata por lo que agachó un poco la cabeza y evitó mi mirada— Nunca me arrepentiría de proponerle matrimonio a Mía. Es la madre de mis hijos y la mujer que amo. —me enorgullecia de lo seguro que me escuchaba y esperaba que mi madre lo comprendiese de una vez. 


—No me has entendido bien... —intento excusarse— no tiene na... 

—Nunca dejaría a Mía madre. Pienso casarme con ella por encima de todos los desafíos e incluso por encima de ti. —garantice. Di una larga respiración antes de centrarme en mi madre e intentar calmarme. No me servía de nada estar alterado.— ¿Qué tienes contra Mía mamá? —interroge. 

Se quedó callada y con la cabeza gacha durante unos segundos de más. Luego lento la cabeza y se convirtió en la mujer que siempre había conocido, esa parte de ella que solo la familia conocía. Ya no era la mujer de sociedad, ahora era mi madre, la madre de mi hermana y la esposa enamorada. 

—No odio a Mía ni nada parecido. —refuto— Me ha dado una de las cosas más bonitas que cualquier persona puede brindar. Amo a mi nieta y amaré a ese bebé por encima de todo. —aseguro— Pero no quita que sea una desconocida para mi. Me preocupó por ti. Por tu hermana. Pero no. No tengo nada en contra de Mía. 

Para ese entonces una corta y un poco fría sonrisa se había dibujado en mi rostro. 

—Agradezco que te preocupes por mi madre. —tome una de sus mano—Y me encantaría que pudiese aprender a amar a Mía como yo lo hago, porque amaría tener a todas las mujeres que amo felices entre sí. 

Volvió a agachar la cabeza, avergonzada. 

—Pero esta no es la razón de encontrarme aquí. —retire mi manos alejandola de la suya y mi madre volvió a mirarme a los ojos y pude destinguir el peso de mis palabras anteriores aún en ellos.—En realidad hemos estado hablando junto con Mía y nos preguntábamos si aceptarías convertirte en la madrina de Noa. —se le iluminó la mirada y se quedó con los labios entre abiertos.— Terry y Sam serán los del nuevo bebé y Thony ya era el padrino de Noa. Pero, —dude— en realidad nos parece muy bien que ocupes ese lugar. Te lo has ganado al igual que a Noa. 

Le sentelleaban los ojos cuando termine y estaba segura de que se trataban de lágrimas contenidas. 

—Eso es... —se corto emocionada— Me parece genial cariño. —aseguro y una sonrisa se dibujo en su rostro. 

Me acerque un poco más y le di un corto abrazo lleno de sentimientos y emociones. 

Mi vida era diferente ahora. Al fin era feliz y estaba seguro de que seria mucho más feliz de ahora en adelante. 

—Seguro serás una madrina esepcional. —garantice— Y si antes estaba garantizado que sería una niña mimada ahora lo será el doble. 

—Te amo tanto hijo mio. 

Estuvimos así, abrazados, durante algunos minutos más.  Compartiendo nuestro sentimiento y nuestra alegría. 

Eramos una familia. Ahora mucho más grande y con nuevos e inesperados integrantes. Pero una familia. 

*** 

Entre a la habitación y lance mi abrigo a algún sitio. Me descalce de camino a la cama y me saque los vaqueros para meterme bajo las sabanas donde me esperaba mi prometida. 

La abrace por la espalda y bese su hombro mientras ella entrelazaba nuestras manos. 

—¿Cómo te ha ido? —preguntó con voz soñolienta. 

Sonreí. 

—Casi ha llorado cuando se lo he dicho. —comenté y volví a besar su hombro— ¿Dormías? —interroge. 

Sabía que sonreía. 

—Te esperaba. 

Se giro entre mis brazos y comenzó a dibujar caricias en mi pecho. 

—¿Noa duerme? —asintió— ¿Te sientes bien? ¿Cómo esta nuestro bebé? 

Sonrió encantada y se pego aún más a mi pecho. 

—Tus hijos están muy bien. —aseguro— Nuestra princesita esta profundamente dormida después de un largo cuento y nuestro bebé está tranquilo. —Llevó una de mis manos a su vientre, comencé a acariciarlo justo después del primer contacto. 

—Ya quiero que crezca y poder sentirlo. 

Ella me sonrió cómplice en todas mis ocurrencias. 

—Yo también quiero que crezca. —aseguro— Pero por ahora puedes hablarle. —sugirió— Así te entrenas para pasar horas hablándole para calmarlo cuando nazca. 

Bese sus labios fugazmente antes de deslizarme debajo de las sábanas hasta su vientre redondo que apenas y se comenzaba a notar. 

—Hola precioso. —no tenía la menor idea de porque agudizaba la voz pero me encantaba el momento.— Aquí estamos con tu madre y le estaba contando que la abuela se puso feliz cuando supo que sería la madrina de tu hermanita. —bese esa bolita donde mi hijo o hija se protegía mientras crecía— Ella te amara nada más verte al igual que nosotros. Todos te protegeremos cuando llegues a este mundo y serás el bebé más amado de todo el mundo. —acaricié un poco la pequeña curva que se dejaba ver y sonreí— No nos des muchos problemas y procura que tu madre se encuentre bien mientras te cuida. Aquí te esperamos. 

Y volví a besar su vientre. 

Al salir de debajo de las sábanas me encontré con las lágrimas de Mia pero lo más contradictorio fue encontrarme con su sonrisa. Su bonita sonrisa. 

Al ver que me la quede mirando ensanchó la sonrisa. 

—No te preocupes. Las malditas hormonas nos volverán locos durante estos meses. 

Sonreí y me acomode para poder abrazarla. 

—¿Es este el fin? —pregunte— Es acaso este nuestro final feliz. 

—No cariño. —dejo un corto beso en mis labios— Solo es el principio de un largo viaje.




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