PRÓLOGO.

— Sabes, Lali. Hagamos una promesa. —proponía el pequeño niño de onse años, el era Diego.

— ¿Qué prometeremos? —preguntó ella, la pequeña llamada Lali, quién en menos de veinticuatro horas sería llevada a un internado a las afueras de la ciudad.

— Prometeremos qué cuando regreses y seamos mayores de edad nos casaremos. —decía Diego con una amplia sonrisa.— ¿Si? —preguntó el.

— ¡Claro! —respondió aquella niña alegremente.

Aquel pequeño tomó las manos de la niña y la miro a los ojos sin desviar la mirada hacia otro lugar.

— Prometo qué cuando regreses y sea mayor de edad trabajaré con mucho esfuerzo para casarnos. —prometió el pequeño finalizando con un tierno beso en la mejilla de la chiquilla.

— Yo prometo qué nunca olvidaré esta promesa. La llevaré en mente en todo momento, hasta el día que este de nuevo junto a ti para casarnos. —la pequeña finalizó su parte de la promesa haciendo el mismo geste del niño.

— Esta será nuestra promesa de amor...