Nuestra Última Canción

Una tormenta de cerveza y ojos azules

𝓔𝓛𝓔𝓐𝓝𝓞𝓡 𝓖𝓡𝓔𝓔𝓝

𝓔𝓵 𝓶𝓲𝓼𝓶𝓸 𝓭í𝓪

Desperté sudando. Otro sueño extraño. Siempre es el mismo: la noche de la fiesta. Pero justo cuando parece que voy a recordar más... todo se detiene. Como si mi cerebro me protegiera del desastre completo.

El día estaba hermoso. Estaba lloviendo y las gotas caían provocando que mis ganas de dormir aumenten pero claro esto no fue posible por la vieja gritona y sus golpes en la puerta. Tiré las sabanas al piso de una patada, me levanté para dirigirme a la puerta soltando palabrotas en el proceso.

La abrí de golpe, encontrándome con una castaña de ojos marrones: mi madre, también conocida como la vieja gritona, o también como Elizabeth Miller.

—Oh, veo que si estas viva ¿Cancelo al médico forense? —enarco una ceja.

—No creo que quiera ver a alguien vivo, así que sí mamá. Cancela al forense —logro que sonría al igual que yo.

Miré como su vista bajo a mi ropa encontrándose con mi pijama de cerditos. Su cejas salieron disparadas hacía arriba mientras con desaprobación me miraba.

—Creo que no hace falta de ello, posiblemente si haya un muerto hoy.

—¡Cancélalo! — grité antes de salir corriendo al baño.

Después de quince minutos pude salir del baño. Mi cabello mojado estaba goteando por todo el piso cosa negativa por que el ensuciar el suelo era como llamar a mi mamá, punto positivo ya me había bañado como mínimo.

Baje las gradas observando cada retrato en las paredes me tense al ver el último retrato. Era una foto mía y de Austin, Harry y yo, mis dos hermanos. Los tres estábamos pequeños «Ojalá nos hubiéramos quedado así» Austin se volvió la copia de mi padre y Harry, el ya no está...

Tarada, no lo digas como si el estuviera muerto.

Bien, pero es casi lo mismo. El había huido, me había dejado sola con mamá y la copia de mi padre, que se hace llamar "hermano".

Escuche unas risas provenientes de la cocina. Noah había llegado, mi taxista personal y uno de mis mejores amigos. Me asomé por la cocina viendo como Noah se reía a todo pulmón con mi mamá. Ambos estaban contándose anécdotas de mi, como era costumbre.

Algo interesada en su conversación me quedé quieta en el marco de la puerta, mirando la espalda de ambos.

—De pequeña ella solía ponerse el antifaz de superhéroe que usaba Harry — sonrió mi madre con nostalgia —. Se paraba en los sillones gritando que destruiría al mal.

Si bien, en mis tiempos las niñas deseaban ser princesas o hadas y yo..
Yo quería ser Batman, solo que su versión femenina y menos sexy.

—Una vez ella estuvo con la idea de ir a una casa embrujada para halloween — sonrío divertido —. Ni siquiera habíamos entrado a la casa y ella ya estaba gritando.

Mi mamá enarco una ceja y yo también.

—¡Había visto una araña! — se carcajeó con fuerza —. La tuvimos que llevar al médico ya que se desmayó, lo peor es que al final nos enteramos que era una araña de utilería.

Esta vez la risa de mi mamá acompañó la de Noah ¿pero qué culpa tenía yo? Soy aracnofobica, odio, detesto la simple existencia de esos seres malignos.

Carraspee la garganta ganando que ambos guarden silencio — ¿De qué hablaban?

—Del día — respondió mi madre.

—¿Arañas? —respondió Noah al mismo tiempo que mi mamá.

Ambos se miraron enrojecidos. Admito que no reírse de sus rostros fue casi imposible pero no era el momento.

Por si hacía falta aclararlo, sí, soy aracnofobica. Y esa maldita araña... de plástico... lo sabía.

— C-cariño ¿vas a desayunar? — murmuró mi mamá algo avergonzada.

—No ma, ya es tarde — tome a Noah del brazo —. Ya nos tenemos que ir.

Mire de reojo el reloj de la cocina atragantandome con mi propia saliva.

Joder, cagamos ya.

—¡Ya vamos tarde Noah!

Grite saliendo deprisa con Noah el cuál me detuvo en medio camino. Fruncí el ceño. Era el primer día de clases no quería llegar tarde, si bien era el regreso de las vacaciones y no quería dar nuevamente la mala impresión que normalmente generaba en mis profesores. Ya era bastante con que me odiaran por mi padre, como para añadirles mas puntosa mi apellido.

—¿Abi, ella la tenemos que...?

Noah no pudo terminar la oración.

—No, no tendremos que recogerla Noah — puse los ojos en blanco —. Cállate y pon ese trasero dentro del auto.

—Sos muy agresiva ¿te lo he dicho?

—¡NOAH! — grité exasperada.

El guardó silencio, yéndose a montar al auto tras notar que hoy no era de mis días, seguidamente yo hice lo mismo. El transcurso a la secundaria era callado como ya era costumbre. Un nuevo año, nuevo día para empezar las clases y llevaba mi cabello aún mojado. Una parte de mi estaba nerviosa ante la posibilidad de toparse con Nick. Después de que termináramos no lo había visto puesto a que realmente no valía la pena quedar con el ni como amigos. Mientras la otra parte de mi tenía dragones dentro del estómago los cuáles creo que estaba vomitando y creo que yo dentro de poco lo haré ya que los nervios del primer día de vuelta de las vacaciones me estaban consumiendo. Último año y últimos meses de este año.

Me despedí con un beso en la mejilla. Me baje del auto y Noah me sonrío pero esta sonrisa se desvaneció cuando vio acercarse a Abi, mi mejor amiga y la rubia loca que me hizo ir hasta Tennessee y perdernos en el camino. Desde la noche del concierto no la había vuelto a ver, fue como si la tierra se la tragara y hasta recién la escupiera.

Su cabello rubio estaba atado en una coleta alta y sus ojos marrones me escanearon antes de sonreír. Vi de reojo a Noah este estaba tenso y sus mejillas se estaban tornando rojas. No sé como carajos como se fue tan rápido que el humo que soltaron las llantas me tenía tosiendo como loca.

—¡Eleanor! ¡Por fin, mujer! —exclamó antes de asfixiarme en un abrazo.

—¡Abi, me estas asfixiando! —chillé logrando con éxito que esta se aparte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.