4 AÑOS DESPÚES
Me miro al espejo una vez más detestando con todo mi corazón el momento en que acepté ir a aquella estúpida quedada.
Intento domar con el cepillo mi encrespado cabello negro, al cual el clima sombrío y lluvioso de Londres había convertido en un auténtico dolor de cabeza diario.
No es que no me viera guapa, es que no tenía ganas de salir con la que estaba cayendo a “conocer gente nueva”. Tyler me había insistido de manera tan insoportable que mi única vía de escape el día anterior había sido aceptar.
La puerta del lavabo se abre y entra el moreno de pelo rizado como un pincel.
—Vas a ir —recalca al ver mi cara de pocos amigos.
—Me duele la garganta —miento.
—Katherine Young, me lo prometiste. Me juraste que empezarías a hacer el esfuerzo de salir de tu cascarón.
Apoya ambas manos en mis hombros y recibo su calor un tanto reconfortante. Él era la única razón de que no hubiera perdido la cabeza durante tanto tiempo lejos de mi familia.
Los últimos cuatro años habían sido verdaderamente difíciles. Dado mi espectacular expediente académico o me había costado mucho entrar en una buena universidad de Londres, una de las mejores. EL problema es que mi horrendo estado mental y anímico habían logrado que abandonara Derecho al segundo año conformándome con trabajar como secretaria en la empresa de los padres de Tyler.
—Kate —murmura al ver nuevamente mi mirada perdida recordando mis demonios —. Tienes que empezar a reaccionar ya. No puedes seguir en ese bucle mientras dejas que tu vida pase ante tus ojos.
Cierro los ojos forzándome a no llorar. Si lo hacía acabaría jodiendo la noche del viernes de ambos y obligando a mi mejor amigo a quedarse a escuchar, una vez más, mis penas.
—Dame tres minutos y salgo —le pido al cabo de unos segundos y me deja un suave beso en la frente.
Cuando conocí a Tyler, en la cafetería de la universidad tan perdido como yo supe al instante que era alguien que llegaba a mi vida para quedarse. Nuestra amistad era sincera y su interés inicial por mí fue fugaz, lo que ayudo que la amistad sincera se fuera forjando poco a poco. Ahora era todo lo que tenía.
Trago saliva y alejo lo infinitos pensamientos de mi cabeza. Realmente necesitaba olvidar y desconectar un poco. En las últimas semanas mi pasado se había empezado a hacer demasiado presente de nuevo con pesadillas y recuerdos que no paraban de volver a mi mente.
Salgo alisándome le vestido y Tyler ya está con su chaqueta vaquera colocada, la que siempre usaba cuando tenía intenciones de triunfar. Era alto, atlético, con una sonrisa arrebatadora y unos ojos negros muy intensos. Le costaba menos y nada encontrar alguna pretendienta, su problema residía en que era incapaz de que ese interés inicial durara algo más que una noche.
Busco por el diminuto salón-cocina de nuestro apartamento mi móvil, que casi siempre estaba perdido por alguna esquina. Lo visualizo en la encimera junto con mi bolso y casi puedo oír el alivio de mi amigo por no tener que pasar media hora ayudándome a buscarlo. Estoy a punto de meterlo en el bolso cuando veo un mensaje de mi madre del que solo logro leer “Tienes que venir”
Mi corazón se acelera y rápidamente desbloqueo el móvil con los dedos temblorosos. Entro en la conversación mientras mi cabeza se pone en lo peor y leo los dos únicos mensajes que me había dejado horas atrás.
Mama: Kate el padre de Lila ha muerto
Tienes que venir”
Editado: 29.10.2024