Nuestra versión juntos

Capítulo 8

—¡Como te vas a ir tan rápido! —exclama por tercera vez mi querida madre.
—Mamá, por favor, déjame en paz —le exijo por tercera vez también —. He venido a ver a Lila, esta bien así que vuelvo a mi vida.
Tyler había intentado convencerme durante toda la noche y gran parte de la mañana, de que nos quedáramos un tiempo mas, pero entre que no lo veía necesario y que estaba demasiado dolida con el imbécil de Enzo por sus palabras no pensaba cambiar de idea. Y si él no era capaz de conseguirlo, mi madre menos todavía. Por eso, nada más comer había empezado a organizar mis cosas de nuevo en la maleta que apenas había abierto durante ese corto periodo de tiempo.
—Kate se ha muerto su padre como va a estar bien.
Suspiro frustrada y muy cansada de toda aquella situación. Termino de cerrar la maleta y muy a mi pesar ignoro a mi madre. Estaba claro que nuestra relación había cambiado durante esos años, mas de lo que me habría gustado pero cada vez que la llamaba desde Inglaterra se pasaba mas rato pidiéndome explicaciones que otra cosa.
Pasadas unas horas me despido de Tyler, que decide quedarse esperando en casa que acompañarme al piso de Lila, posiblemente para evitar un encuentro poco amistoso con el dueño del apartamento.
A mi en cambio ya me daba igual, Enzo había dejado claro que le importaba entre menos y nada así que lo de esconderse se había acabado. Necesitaba al menos despedirme de Lila y rezar para que entendiera mi decisión.
Cojo un taxi y en veinte minutos estoy de nuevo en el vestíbulo del lujoso edificio Iris.
El guarda vuelve a anotar mi nombre y apellidos y subo como si me conociera aquello de toda la vida. Toco la puerta procurando esconder mis nervios y el hecho de que sea Enzo quien abra no me ayuda en absoluto.
—Vaya ¿Ya no hay trucos de escapismo? —suelta irónico nada mas verme.
Iba bastante informal, con un vaquero y un polo azul que desgraciadamente le quedaba muy bien.
—Definitivamente te has vuelto mas gilipollas con el tiempo —le respondo harta de sus ironías.
Su sonrisa prepotente me obliga a recordar, muy a mi pesar, lo guapo que estaba cuando no tenía esa cara de amargura permanente.
Se aparta a un lado y entro, ignorando su olor y centrándome en la rubia que esta tirada en el sofá, con la mano tapando sus ojos y un aspecto bastante resacoso.
—Solo faltabas tú —gruñe Lila sin ser capaz de mirarme —. Ya me han echado una buena bronca, no necesito otra.
Me siento en la mesita frente a Lila mientras Enzo decide permanecer apoyado en la encimera de la cocina a una distancia prudencial.
—Vengo a despedirme, no a echarte la bronca. Solo quería asegurarme de que estabas viva.
Lila levanta su brazo y me mira con cierta incredulidad y disgusto, lo que ya me indica que la cosa no va a ir muy bien.
Enzo en cambio no parece haberse inmutado lo más mínimo.
—Estoy bien Kate, tranquila, puedes irte —asegura volviendo a enterrar la cabeza en el sofá.
—No, no está nada bien —interviene Enzo y se acerca a nosotras.
—Para tu alivio la resaca tiene cura —me dirijo a mi amiga como si ni siquiera le hubiera oído.
—El problema está cuando la resaca la pasas día si y día no ¿verdad, Lila?
Las palabras de Enzo hacen que olvide toda la situación y lo mire con cierta preocupación. ¿Acaso ese comportamiento de Lila era algo habitual?
—¿A que te refieres? —le pregunto poniéndome de pie.
—A que lleva meses en un agujero del que no parece tener intención de salir y lo de su padre solo ha hecho que echarle tierra encima y acabar de enterrarla.
Suena tan contundente y sincero que siento como si me dieran un golpe con la mano abierta. Estaba tan pendiente de mi misma que ni siquiera me había parado a pensar en el comportamiento errático de Lila y en cómo estaba realmente.
—Es un exagerado —le rebate por fin la rubia.
—¿Lo soy? ¿Tú crees? —apoya las manos en el respaldo del sofá buscando encarar a su amiga que ni si molesta en mirarlo.
—Lila Montgomery —me siento a su lado buscando sonar conciliadora —. ¿Desde cuando te has vuelto tan sumamente idiota?
Ahora sí consigo captar su atención y se sienta como un resorte en el sofá, como si la resaca ya no fuera tanta ni tan dolorosa. Si aquella borrachera no le había dejado K.O. es que Enzo decía la verdad y su cuerpo estaba mas que acostumbrado.
—La Lila que conocía no dejaba que la situación la superara y menos acaba recurriendo a eso para poder ahogar sus sentimientos.
—No hagas el papel de mi madre Kate—me pide con cierta tirria —- ¿No venías a despedirte?
La cabeza amenaza con empezar a dolerme. Necesitaba que Lila fuera sincera conmigo porque no me quedaría tranquila hasta saber cómo estaba realmente la situación.
—Lila te quiero, lo sabes bien, si tengo que quedarme lo haré, pero tienes que empezar a decirme la verdad.
Se ríe con sarcasmo haciendo que mi empatía pase a enfado.
—¿Ahora puedes quedarte? ¿Por qué narices te fuiste entonces? —eleva la voz más de lo necesario —. ¿Quieres irte? ¡Vete! ¡Haz lo que te de la bendita gana! ¡Dejadme en paz los dos!
Se levanta empujando los cojines al suelo para desaparecer por él pasillo soplando nerviosa. No pensaba seguirla, era evidente que no estaba dispuesta a hablar.
Paso la mano por mi frente y siento como la situación me supera por momentos.

Levanto la vista y Enzo me mira con los brazos cruzados. Lo último que necesitaba en ese momento eran mas obstáculos.
—¿Te importa verdad? —le pregunto intentando sonar lo mas tranquila posible.
—Es lo único que saqué bueno de conocerte —responde.
—¿Cuándo empezó a estar tan jodida? —le cuestiono ignorando su antipatía.
—No lo sé —admite y aparta por fin la vista —. Cuando estudiábamos todo iba bien, salía de vez en cuando y era ella misma pero desde que volvimos parece estar en otro mundo.
—¿Y lo de emborracharse?
—Eso empezó hace relativamente poco.
—¿Hasta qué punto es preocupante?
—Teniendo en cuenta que no sale del piso, bastante. Le da igual martes, sábado o lunes, empieza a agobiarse y se pone a beber ella sola.
Proceso poco a poco la información que me da Enzo y la imagen que logro sacar en mi cabeza no es buena. Está prácticamente deprimida y lo de su padre no parece haber ayudado mucho.
Me siento en el sofá, buscando algo de apoyo y sopesando mis reducidas posibilidades.
Podía irme y olvidar aquello, volver a mi triste vida e intentar levantar cabeza.
Podría quedarme, ignorar todos mis sentimientos y las toneladas de recuerdos para ayudar a mi mejor amiga en el que parecía el peor momento de su vida.
La decisión era obvia pero mis sentimientos podían acabar siendo un verdadero obstáculo.
Oigo unos pasos detrás de mí y sin quererlo mi cuerpo se tensa, como si percibiera su cercanía. Noto como apoya los brazos en el respaldo del sofá y se agacha demasiado cerca de mi oído para mi gusto.
—Mira Katherine —su aliento golpea mi oído mientras una corriente eléctrica parece recorrer todo mi cuerpo —. Si fuera por mí me daría absolutamente igual que te fueras a la mismísima luna, pero muy a mi pesar ella te necesita ya que ha sido incapaz de entablar ningún lazo con nadie más desde que te fuiste. Si de verdad te importa tienes que intentar ayudarla porque yo ya no sé qué hacer y no quiero perderla.
Las palabras de Enzo me parecían sinceras pero empezaba a cansarme de su insistencia en dejarme claro que no le importaba lo más mínimo así que reúno toda la valentía posible en mi interior y giro la cabeza encarándolo con decisión.




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