Nuestra versión juntos

Capítulo 14

Llevaba dos horas mirando vuelos en el portátil cuando decido darme por vencida. Cierro con un fuerte golpe y lo empujo a un lado del sofá. El problema no era el horario, los asientos o el itinerario, vuelos a Londres habían cientos al día, la cuestión era que yo no estabas segura de querer volver allí.
Tras varios días de pensarlo y debatirlo con Tyler habíamos llegado a la conclusión de que era la única opción que me quedaba. Él ya me había informado que se quedaría un tiempo en España, sobre todo para arrancar su pequeño proyecto con Lila y controlar que todo saliera bien. No se lo podía reprochar, era lo mínimo teniendo en cuenta la ilusión que le hacía y el dinero que estaban poniendo sus padres. Con todo, a mi solo me quedaba la alternativa de volver sola a Londres, quedarme allí esperándolo y no volverme loca durante el tiempo que tardara en regresar.
Lila no había dado señales de vida lo que me hacía ver que no tenía intención de retomar el contacto ni hacer las paces. En cuanto a Enzo, ya me sentía bastante culpable e iditoa con mi comportamiento como para poder volver a mirarlo a la cara.
Eso sí, el recuerdo de aquella noche, algo borroso y a trozos, era algo que me guardaría para mi y reproduciría en mi cabeza cada noche de cada día durante mucho tiempo.
Estoy a punto de dejarme llevar de nuevo por ese momento cuando el timbre me devuelve a mi realidad. Suspiro molesta, era la quinta vez desde que nos habíamos ido a vivir allí que Tyler se olvidaba las llaves. Era increíble como un apartamento que le costaba un dineral al mes podía importarle tan poco.
Tras lo ocurrido no había puesto muchas mas pegas en la búsqueda de una casa temporal para ambos, mas que nada porque sabía que tarde o temprano volvería y aquel lugar sería la residencia de mi amigo, no la mía. Eso sí, a pesar del lujo, el suelo de azulejo de primera, los acabados preciosos y los muebles de diseño el piso era acogedor y de un tamaño normal, sin exageraciones ni tanta ostentación como el del señorito Colloricchio.
El timbre vuelve a sonar y me levanto malhumorada, no tenía sentido que hubiera salido si pensaba permanecer fuera tan solo media hora, que era aproximadamente lo que calculaba que llevaba fuera.
Abro la puerta preparando las palabras para mi bronca cuando me quedo paralizada frente a un Enzo con un gesto serio y un atuendo muy elegante.
—¿Como has descubierto esta dirección? —es lo primero que sale por mi boca.
—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunta con una expresión que no logro descifrar.
Da un paso hacia adelante sin dejar de encararme y enmudezco de la impresión.
—¿Por qué no me lo dijiste Katherine? —repite mas nervioso — ¿Por qué narices no acudiste a mí?
Tardo unos segundos en entender perfectamente a que se refiere pero sigo en absoluto silencio.
Siento como si todo el peso del mundo cayera sobre mi en ese momento. No era capaz de reaccionar ni sabía como hacerlo así que mi cuerpo toma la decisión sacar toda esa frustración en modo de pequeñas lágrimas que caen por mi patéticos ojos.
—Si pudiera volver atrás lo haría—suelto al fin con la voz quebrada.
—¿Sabes como me sentí? ¿Sabes lo mucho que he intentado odiarte todos estos años? —exclama enfadado.
—¿Y te ha funcionado? —le cuestiono preparada para cualquier respuesta.
—Vamos a comprobarlo.
No tengo tiempo de reaccionar antes de que pegue su boca a la mía empujándome bruscamente hacía atrás. Agarro su cara rodeando su cuello con mis brazos con fuerza y determinación. Oigo como la puerta se cierra tras nosotros pero solo puedo concentrarme en saborear cada rincón de su boca, que tanto echaba en falta y que apenas había podido probar semanas atrás.
Sus manos se deslizan por mi cuello, hundiéndose en mi cabello que agarra con fuerza tirando mas de mi. El calor quema mi piel y juego con su dulce lengua que recuerda perfectamente como recorrer cada rincón mi boca. Llegamos hasta el sofá y se deja caer agarrando mis manos para volver a pegarme a él. Me siento a horcajadas encima suya y acaricio su pómulo deleitándome con esos ojos grises que al fin vuelven a mirarme con deseo, fuego y necesidad.
—Creo que ya has podido comprobar algo ¿no? —le provoco sentandome estratégicamente encima de un leve bulto que mi fino pantalón de pijama detecta sin problemas.
Sonríe ampliamente, con picardía y decido que aquella imagen sube directamente a mi top 3 de sonrisas favoritas que me dedica Enzo Colloricchio.
—Me gusta ser concienzudo —susurra recorriendo mi cuello con la boca.
Baja los tirantes de mi camiseta dejando mi sujetador a la vista, haciendo que ya empiece a sentirme mojada como hacía tiempo. Desabrocha con agilidad mi sujetador agarrando cada uno de mis pechos llevandose uno de ellos a la boca. Suelto un largo y ansioso gemido permitiendome disfrutar al fin de aquello.
—No sabes lo mucho que he echado de menos ese sonido Kate —farfulla dandole especial atención a mi endurecido pezón.
Necesitaba aquello mucho mas de lo que era capaz de expresar y no puedo controlar mis caderas que empiezan a moverse en círculo exigiendo sentir esa ya muy abultada erección dentro de mí
—Te noto ansiosa —murmura lamiendo con delicadeza el pecho que le quedaba.
—Te necesito
—Yo llevo cuatro años necesitando Katherine —responde y pega un leve mordisco a mi pezón haciendo que me retuerza entera —Necesitando tu cuerpo, tu sabor y cada uno de los miles de sonidos que puedo sacarte.
Sin dejar de prestarle atención a mi pecho baja su mano hasta la goma de mi pantalón, desliza sus manos por debajo de mi ropa interior y siento como si fuera a explotar cuando roza lentamente mi húmedo clítorñis.
—SIempre tan mojada para mí —susurra complacido abriendose paso todavía mas en mi interior.
El cúmulo de sensaciones es apubullante cuando empieza a cariciar mi sexo a la vez que mordisquea mi pezón en un ritmo similar.
—Dios mío —gimo completamente extasiada de él — Por favor, te necesito.
—Yo necesito que no vuelvas a tener razones para huir de mi Kate —sentencia acelerando mas sus hábiles dedos.
Dejo llevar a mi cuerpo totalmente, disfrutando de cada uno de sus roces juntando nuevamente nuestras bocas para correrme en segundos completamente a su merced.
—Ahora fóllame Enzo —suplico sin poder evitarlo y veo como su mirada se enciende deliciosamente —. No me hagas esperar mas.
Tomo la iniciativa desabrochando con premura los botones de su camisa, que termina por quitarse sin mi ayuda. Aprovecho para levantarme y deshacerme de la poca ropa que me queda quedando totalmente desnuda frente a él.
—Definitivamente tengo una nueva obra de arte favorita —escanea cada centímetro de mí y eso me encanta.
Ningún hombre tenía la capacidad de hacerme sentir tan sexy como él. Repite mi acción liberando mi parte favorita de su anatomía. Paso la lengua por mis labios embelesada con aquella imagen y puedo ver como sonríe con una prepotencia que en aquel momento solo me enciende todavía mas.
Vuelvo a posicionarme encima de él que desliza sus manos por toda mi cadera dando especial atención a mi trasero hasta que se introduce dentro de mí con una estacada que me hace gritar de placer. Estaba tan empapada que entra a la perfección, como la pieza perfecta de un puzzle que llevaba años buscando encajar.
Dejo caer la cabeza hacia atrás y me remuevo disfrutando como nunca de la maravillosa sensación de tenerlo de nuevo en mi interior. No tardo mucho en empezar a cabalgar encima de él ahogando los gemidos de ambos en un beso necesitado y rudo. Sus manos recorren mi espalda y agarra mi cadera con ambas manos haciendo que intensifique todavía mas mis movimientos.
Hunde la cabeza en mis pechos sudorosos y encontramos un ritmo perfecto que me hace subir al mismísimo paraíso. Pego mi cuerpo mas al suyo y siento como si encajáramos a la perfección, como si no hubiera pasado ni un día de aquella noche.
¿Cómo podía haber vivido tanto tiempo sin aquello? ¿Y lo peor, cómo iba a seguir haciendolo sin sentirlo cada puñetero día de mi vida?
Dejo que cada fibra de mi ser disfrute de aquella deliciosa fricción de nuestros sexos hasta que ya no soy capaz de aguantarme mas y exploto de nuevo gritando su nombre completamente enloquecida.
Todavía sigo sintiendo las descargas electricas de mi propio orgasmo cuando él termina en mi interior agarrando con fuerza mi cabello y gimiendo con la boca pegada a mi cuello.
Permanecemos unos segundos quietos, pegados y con el corazón a doscientos latidos por milisegundo.
Me siento entumecida, anestesiada y tremendamente feliz.
Apoyo mi frente a la suya y sujeto su cara entre mis manos, mantengo los ojos cerrados porque sé que en aquel momento tan vulnerable no seré capaz de asimilar que vuelva a mirarme con rencor o odio.
Me doy por vencida y ante su silencio me levanto, vistiendome rápidamente, volviendo a la realidad muy a mi pesar. A fin de cuentas Enzo tenía pareja y las cosas no serían tan simples como antes. Lo miro y parece tranquilo mientras se coloca de nuevo la ropa.
—Así que yo tengo prohibida la entrada a tu casa —bromeo buscando romper el hielo.
Para mi alivio se ríe con un buen humor que agradezco profundamente.
—Creo que tendremos que renegociar algunas condiciones.
Permanece sentado con esos dos ojos felinos mirándome impasibles.
—¿Y ahora qué? —pregunto más seria.
—No te haces una idea de cuanto te he echado de menos —confiesa e intento disimular mi sorpresa.
—Tienes novia Enzo —le recuerdo.
—Deberías habérmelo contado —vuelve de lleno al asunto —. Podríamos haber solucionado las cosas de una manera u otra.
—Me pillo por sorpresa, estaba en una nube de felicidad y de repente apareció tu padre dejándome claro una vez más que tu y yo no estábamos hechos para estar juntos. Sé que me equivoqué, pero me pareció más creíble eso que lo que me estaba pasando.
—¿Y eso me tiene que servir Kate? —pregunta molesto.
—¿Querías la verdad? Es esa, no hay otra. Era mi familia ¿Qué tenía que escoger?
—Tenías que habérmelo dicho, de una manera u otra, no digo ese día pero en algún jodido momento de los cuatro años siguientes sí. Ni siquiera a tu mejor amiga le dijiste nada.
—¿Te crees que estos años han sido una fiesta? —rebato irritada.
Se levanta de sopetón mucho mas alterado e imito su gesto.
—¿Cómo te crees que han sido para mí? ¡Tu tomaste una decisión de la que me excluiste por completo! — brama furioso — . Fui a tu a casa y nadie supo decirme una mierda. ¡Pensé mil cosas Katherine!
—No te haces una idea de lo difícil que fue para mí tomar esa decisión —intento rebajar su cabreo acercándome un poco más.
—Sí pero tuviste opciones, yo solo me quedé con cara de gilipollas y sin tener ni idea de lo que pasaba.
Vuelve a lanzarme esa mirada de rencor que tanto quería evitar.
—¿Después de aquella noche que pasamos juntos de verdad creíste en algún momento que yo no estaba absolutamente enamorada de ti? —cuestiono clavando mis orbes en él.
Se mantiene en silencio pero noto por su expresión que he logrado tocarle un poco la fibra. Aún así se da la vuelta en dirección a la puerta y el miedo empieza a invadirme.
—¿Dónde vas? — le pregunto algo ansiosa.
—Creo que será mejor que vuelva a casa.
Agarro su brazo y logro frenarlo, colocándome de nuevo frente a él apoyo mis manos en su pecho. No rechaza el contacto y eso me demuestra que efectivamente las cosas han cambiado entre nosotros.
—Quiero que te quedes —le pido dispuesta a sincerarme —. Sé que tenemos que hablar, sé que sigues cabreado y que las cosas son muy complicadas ahora mismo pero Enzo te necesito y no me da la gana ocultarlo mas.
Dejo caer mi frente en su torso con cierto temor de recibir nuevamente su rechazo. Oigo como suspira pesadamente y sé que dentro de él está librando una pequeña batalla que rezo para acabar ganando.
Por un momento creo que se va a alejar de mí cuando me rodea con sus brazos, proporcionándome un calor inesperado que hace que sienta por primera vez desde hacia mucho tiempo que vuelvo a mi hogar, al sitio del que nunca debí irme. Y era la sensación más maravillosa del mundo.




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