Nuestro Estado Natural

3.1 Desearía ser

Canción: Cool Kid - Echosmith

Encontré a Mr. Bell en la entrada del CICRU después de que los chicos me dejarán ahí.

Lo escuché explicar que a los locales de cada unidad investigativa se les llamaba casas, acompañadas de un numero alfabético, pero a mi la única que debía importarme era la administrativa, en la casa A. El CICRU tenía una fuerte similitud al Real Observatorio de Greenwich, exceptuando el evidente pequeño tamaño.

La recepcionista recibió con desprecio mi saludo, al jefe si le respondió agradable, de tres pasillos opcionales, nosotros seguimos recto a una enorme habitación que albergaba muchos cubículos, parecía un laberinto, la oficina de Mr. Bell quedaba en la entrada, mi nuevo escritorio se posicionaba en una pieza a lado de la puerta, afuera, todos los que pasaran por ahí podrían verme, tendría un teléfono de línea, computador, impresor y scanner que en realidad no sabía usar, entre otro tipo de papelería.

Al ser presentada ante los demás empleados, me sentí tonta viendo sus informales atuendos, vestían casual, sin caer en el desorden, a diferencia de mi que usaba traje formal, una camisa de botones celeste, falda, chaqueta negra y zapatos con tacón. Fui asignada a Scarlett Hansen como aprendiz, era una joven mujer albina, amable y atenta, me confesó que llevaba menos de un año trabajando allí, había ocupado mi puesto durante un tiempo luego de que la persona a la que estaba reemplazando fuera despedida, el trabajo se le acumuló terrible porque también era la asistente personal de Mr. Bell.

Yo manejaría una base de datos correspondiente a un registro académico de actividades que se realizaban cada día, es decir visitas de escuelas nacionales y extranjeras, entre otros, al final del mes armaríamos un informe general, además, siempre debía estar al tanto de apoyarla a ella y al jefe en lo que pidieran, movilizar documentos o recibir o denegar visitas. La chica me dio ánimos, no existían motivos para asustarse, no era tan complicado aun sin la experiencia, de ninguna manera se comparaba a esas enormes empresas donde los superiores vivían diciéndole a los trabajadores lo inútil que les parecían, tenía su requerido nivel de esfuerzo, por supuesto, pero no se trataba de algo agobiante.

Las personas entraban y salían a cada momento, yo más bien parecía otra recepcionista, casi todos eran señores mayores, muy pocos jóvenes y algunos en edades adultas, incluido el hombre que aquel día intentó explicarme el cuadro de UY Scuti en Greenwich, él entró apresurado limpiando una mancha amarilla de su chaqueta azul y nos visualizó sorprendido, apenas estiró poquito las comisuras de sus labios, por lo visto no tenía planeado saludar, así que por educación tomé la iniciativa.

—¡Buenos días! —repliqué

—Buenos días —contestó tímido, tal vez. Mi nueva compañera ni siquiera levantó la vista. Ingresó a la oficina de la izquierda y dejó la puerta abierta por completo, su escritorio quedaba en la esquina inicial del cuarto, de frente a mi costado.

Llenamos muchas hojas de Excel con programación de visitas que llegarían en febrero. Scarlett tenía razón, al menos esa actividad era rápida de comprender, ordenamos documentos del año pasado pertenecientes a la unidad de investigación y divulgación de Ciencias Naturales, la especialidad que más tiempo llevó fue astronomía, había un desorden de datos y la información no se hallaba completa, una universidad asiática viajó en octubre a recibir conferencias de cosmología física, el problema era que Asia se conformaba por varios países, los informes no tenían firma, ni cello, solo nombres con una caligrafía rara.

—Demonios, si Mr. Bell ve este caos va estar furioso —confesó Scarlett —Ese tipo los entregó ayer y no están bien —Se quejó molesta, yo aprendía de ella. —¿Puedes hacerme un favor?

—Claro que si

—Ve con el sujeto que esta allá —musitó moviendo sus ojos pardos —Se llama Ezra, entrégale estos fólderes y dile que los termine, no especifica si son japoneses, indios o coreanos, por el amor de Dios

Lo observé desolayo, lucía concentrado en un libro —¿Solo eso? ¿Espero a que lo haga, no?

—Si, por favor, Deborah, voy a seguir seleccionando lo demás —Tecleó rápido —¿Ya te has fijado como se hace?

—Si, más o menos

—No importa, estaremos lo días que sean necesarios aquí, descuida

—Estupendo —Respondí alegre. Me dirigí al hombre de gafas y golpeé dos veces la puerta, desperté su atención y tuve una sorpresa al descubrir otro cubículo extraño escondido a la derecha, podría considerarse afuera también, igual que el mío, aquel lugar era muy cuadrado, muchas oficinas pasaban desapercibidas, con un susurro apacible me invitó a pasar.

—Hola —introduje. Adentro había escritorios vacíos

—Hola, ¿ocurre algo? —Expresó una cerrada sonrisa, se deshizo de los lentes y parpadeó cansado, sobre la mesa tenía revistas que ocultó con otros papeles, volvió a mover los labios, aunque no dijo nada

—Oh, Scarlett, — me apresuré a agregar —Me ha pedido que te entregue esto, falta... información

—Ah, ¿en serio? —Apenado volvió a colocarse los anteojos y ojeó rápido los papeles —Cielos, permíteme —Empezó a hacer ligeros garabatos, entretanto yo seguí curioseando alrededor, me pregunté: ¿Si alguien se perdía allí, podría encontrar la salida? Busqué en las paredes un protocolo de evacuación por terremotos —Felicidades, lo lograste —exclamó de pronto concentrado en el bolígrafo, entendí que se refirió a lo del trabajo

—Si, creo que soy afortunada —mentí, era afortunada de que Wanda Doyle fuese mi tía

—No eres afortunada, más bien tienes lo que se necesita —alzó la cara, existía algo en ella que denotaba tranquilidad, tal vez el timorato color de los agradables labios, el lunar en su mentón, las gruesas pestañas o que el verde oscuro en sus ojos se asimilada al mío —Ya sabes, estos procesos de selección duran más tiempo del que deberían



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En el texto hay: ciencia, depresion, drama

Editado: 27.10.2021

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